DALILA El silencio que se apodera de toda la estancia principal, hace que el aire me sofoque, el consejero del líder parece contento, por supuesto, como no están los demás debido a una reunión de suma importancia que tienen en Alemania, justo donde se encuentra el Boss, según los últimos informes, se siente amo y señor de todo el sitio. Renzo me observa con una mueca en el rostro que no sé distinguir bien. —No —espeta.—Renzo, esto no se negocia, Dalila ya ni está a tu servicio —habla el consejero. Él lo mira con una ceja levantada. —¿Acaso me estás llevando la contraria? Hasta donde recuerdo, yo soy el Capo, soy la máxima autoridad en Italia —merma el espacio con él. Desde esa posición el consejero parece una hormiga al lado de Renzo. —¿Lo dudas? —No —carraspea—. Pero ella es nuestra, ahora trabaja solo para la orden, su deber es hacernos caso solo a nosotros, ¿me equivoco, Dalila? Quiero decirle que sí, que realmente no quiero trabajar para nadie, y que lo único que estoy bu
RENZO Palabras vacías, últimamente eso es lo que he estado diciéndole a las personas, son frases que no siento realmente, palabras que entran en el hueco que me carcome el pecho y que me agita una y otra vez al pensar en Dalila, en el daño que me ha hecho, me humilló, me engañó, todo el maldito tiempo que pasamos juntos, no hizo más que jugar conmigo y con mis sentimientos. —Arpía —gruño bajo el silencio del amanecer. Fingir no se me da bien, nunca pude hacerlo, desde éramos niños, el único que pudo ocultar su verdadera naturaleza, fue Roan, y al parecer, Dalila, tenso el cuerpo, no me engaña, mucho menos con su cara de niña buena cuando por dentro está podrida, le doy una última calada a mi cigarrillo, me coloco cerca de uno de los enormes muros que lleva a su habitación, dejé en claro que nadie le avisara a ella que iría. Sabe que posiblemente deje a dos de mis hombres para que la acompañe, pero el que yo esté entre esos hombres, no, así tenía que ser, de lo contrario, ella se o
NARRADOR OMNISCIENTE Aquel hombre no dejaba de observar lo que se presentaba delante de él, consideraba esto como una obra de arte, una que solo hacía que su interés por Dalila Campbell, fuera en aumento, esbozó una sonrisa llena de orgullo al ver aquellos escombros, los restos que dejó la explosión en su capilla, aunque todo fuese una simple prueba para darse cuenta de que aquella mujer era más audaz que nada en el mundo dentro de los confines de la vida mafiosa. —Está muerta —escucha hablar a uno de los hombres que trabaja para él. En cuanto esas simples palabras brotan de su garganta, él saca un arma, le apunta a la cabeza y la sonrisa que hace tan pocos segundos se dibujaba en su rostro, ahora se ha borrado por completo. —Di eso una vez más, y juro que tus hijos ya no volverán a ver a su padre. Aquel hombre sudo frío, se sabía que aquel ruso no jugaba al tonto, sus palabras eran de peso, así que no iba a seguir con eso, descendió la mirada y asintió, solo así, el Boss volvió
DALILA Tengo que joderme, el Boss es un hombre más inteligente de lo que pensé, si ya sabía yo que era un hombre de armas tomar, pero esto no me lo esperaba, el quemar, o mejor dicho, el destruir toda una estancia importante para la mafia rusa, según lo que he leído e investigado, solo por el único capricho idiota de tenerme, y no se trata de eso únicamente, sino, del hecho de que con ello, pudo haber eliminado del sistema documentos tan importantes para su organización, me hace creer que yo soy más que una apuesta. Esto ya no se trata del poder, de quién es el mejor líder o quién hace el mejor trabajo, no se trata de un contienda que tenga entre mafias, sino, de mí, solo de mí, la piel se me eriza al pensar que estuve a punto de morir, de no haber sido más rápida, estoy segura de que ahora mismo mis restos se estarían calcinando con todo el desorden que se dejó a su paso. Lo peor de todo, es que aun en los últimos momentos, Renzo vino a mi mente. —Mierda —me quejo. Deslizo mi cue
DALILA En estos momentos quiero que me caiga un rayo, me parece que sería la mejor manera para escapar de esto, me quedo dormida un par de horas más, no porque quiera o confíe en ambos hombres que son los hermanos gemelos del Boss, sucede que cuando me dieron la noticia, me sentí mal, y eso se debe a la explosión de hace un par de días, y es que no es fácil, no me quejo, he salido de peores situaciones muy victoriosa, pero… Maldición, ahora todo comienza a recobrar sentido, necesitaba recuperar fuerza y energía. —¿Se puede pasar? —pregunta al que reconozco como Kirill. —Adelante —digo con recelo. Observo que ambos hermanos se acercan con charolas en la mano, llenas de comida, Andrei, el menor, me guiña un ojo y Kirill bufa. —Si piensas que está envenenada, no tenemos problema con probarla primero —sugiere. Con eso tengo suficiente, Kirill es el negociador, es quien va a la delantera como escudo de su hermano menor, mientras que Andrei, es quien observa las situaciones de l
RENZO Ya han pasado un par de días en los que ni siquiera mis hombres mejor entrenados, me pueden dar una buena noticia, he buscado por todas partes el que ella no haya muerto, no es así, todas las pruebas arrojan la misma respuesta, y es que ella está muerta, la sola idea de saberme en un mundo en donde ella no esté, hace que la sangre se me pudra y que mi instinto asesino salga a relucir más que en otras ocasiones. Miro la hora en mi reloj, las cosas dentro de la organización están tensas, la orden parece más discreta en cuanto a sus juntas, y pese a que al segundo día abandoné la fortaleza en donde ese nido de víboras vive, se sintió como haber dejado encerrada con ellos a Dalila. No me cuentan muchas cosas, algo me ocultan y juro que lo voy a averiguar. Me siento por primera vez en la vida, dividido, una parte de mí, la que se aferra al pasado, quiere pensar que ella está viva, es la mejor asesina, lo sé de primera mano, la mejor, pero, por otra parte, las pruebas están tan cla
DALILA Cuando estaciono el helicóptero en una de las mediaciones de los terrenos de la orden, quien me recibe es uno de los hombres de la orden, quien me revisa las cosas antes de que me lleven hasta el consejero, han pasado dos días desde que salí de Rusia, y he pedido que nadie se entere de mi visita. Solo por precaución, tengo en la mente la imagen de los hermanos Ivanov, apenas y los conocí, pero fue gracias a ellos que estoy aquí, ya tendré el tiempo suficiente como para enterarme de sus vidas, ahora queda terminar mi misión. Que me curen la herida y descansar un poco, necesito estar a solas en un lugar que considere seguro. Me llevan hasta el despacho de la orden, por los movimientos que noto alrededor de la fortaleza en cuanto llegamos, noto que el Capo no está, no importa, a él no le afecta mi ausencia, ya lo dejó claro, si muero… para él mejor. Cuando entro al despacho, me encuentro con los ojos viperinos y felices del líder y del consejero. —Nos alegra saber que estás co
DALILA Me levanto más temprano de lo normal, siento que el aire está denso a mi alrededor y solo puedo pensar en una cosa, en lo que estoy a punto de hacer, desde que escuché aquellas conversaciones de Renzo y del consejero y líder de la organización, no puedo dejar de pensar en que estoy en un punto en el que quiero desaparecer. Renzo me odia, nadie le ha dicho que estoy con vida, es mejor así, me he mantenido encerrada y a raya de la orden, miro hacia el cielo cristalino y observo los rayos del sol, es la primera vez que siento que no pertenezco aquí, no es mi sitio. De soslayo admiro que llegan los empleados que se van a encargar del gran banquete esta noche. Hoy se casa Renzo con Anasyn, todos parecen estar satisfechos con la decisión que ha tomado su capo, es normal, pero no para mi, hoy se casa el hombre que amo, y con ello, tengo que renunciar para siempre a él. Me preparo para el gran día, me doy una ducha y hago una llamada a quien considero, una verdadera amiga. Ella es l