Es la mujer que amo

Alguien llamó a la puerta del despacho, pero William no parecía estar dispuesto a dejar el momento pasar.

Kathleen quería ese beso, deseaba que todo pudiera solucionarse de esa forma, aunque sabía muy bien que no. Besarlo solo acrecentaría el dolor de la pérdida.

Le agradecía mucho a Will su sinceridad, saber que el hombre del que se había enamorado no era lo que le habían hecho creer la hacía sentir más tranquila, pero no tapaba el sol con un dedo.

También estaba Shirley y su embarazo.

Kath no pensaba mantener una relación con él cuando no sabía las implicaciones que aquello tenía. Tampoco podía pedirle que escogiera a quién deseaba viviendo allí. Si quería mantener a las dos en el mismo lugar Kath no pensaba ser partícipe de ello.

Sintió su aliento sobre sus labios y por inercia cerró los ojos para recibirlo. Por eso no quería estar cerca de él, todas las neuronas la abandonaban cuando eso ocurría. Apenas sintió el roce cuando llamaron con más insistencia.

—Señor Hudson, tiene visit
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