CAPÍTULO 87

La conciencia de Ava fluyó y fluyó como la marea, pero cuando salió a la superficie una vez más, una sinfonía de voces silenciosas la envolvió en calidez. Sus párpados se agitaron, sin revelar ninguna luz, ninguna forma, solo el velo oscuro que había caído sobre su mundo.

—¿Mamá? —La voz de Ava era un mero susurro, quebradiza como las hojas de otoño.

—Shh, cariño, ya estamos aquí. —fue la tranquilizadora respuesta. Ava sintió el suave apretón de una mano, familiar y tierna—. Estoy aquí.

Nancy trataba de mantener la compostura, al ver a su hija en medio de la oscuridad, sus hermosos ojos habían perdido la luz que tanto la identificaban.

—El... el… el bebé… —No pudo terminar la frase; El nudo que tenía en la garganta era una roca cargada de lágrimas no derramadas.

La voz de Sara se rompió, cargada de emoción. —Luchaste tan duro, Ava. El bebé... ahora está en paz.

—¿Y mis ojos? —Preguntó Ava, con una pizca de esperanza atravesando sus palabras.

La voz de su padre llevaba el peso del m
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