Era la última noche de vacaciones y las mellizas, Valeria y Valentina, estaban decididas a disfrutar hasta el último momento. Habían oído hablar de una fiesta universitaria que prometía ser el evento del verano, y no querían perdérselo. En su habitación, las dos hermanas se preparaban con entusiasmo, probándose vestidos y arreglándose el cabello mientras la música resonaba suavemente en el fondo.—Esto va a ser increíble, Val —dijo Valeria, ajustándose un pendiente y lanzando una mirada cómplice a su hermana.Valentina asintió, una sonrisa ansiosa en sus labios.—Definitivamente. Pero, ¿seguro que Bastián y su novia tienen que venir? Quiero decir, no es que no los quiera allí, pero...Valeria rió suavemente, sacudiendo la cabeza.—Lo sé, pero Bastián insistió en acompañarnos. Supongo que quiere asegurarse de que estemos a salvo.Minutos después, Bastián y su novia, Isabel, llamaron a la puerta, listos para partir. Bastián, en su papel de hermano mayor protector, se aseguró de que las
El sol de la mañana acariciaba suavemente el jardín de la casa Montenegro, iluminando el escenario de una despedida llena de emociones encontradas. Bastián, con su maleta a un lado, se preparaba para regresar a la universidad y enfrentar sus últimos meses. Ava y Sebastián estaban a su lado, sonriendo con orgullo pero también con una pizca de tristeza.—Cuídate mucho, hijo —dijo Sebastián, dándole un fuerte abrazo—. Ya casi terminas, estamos muy orgullosos de ti.Ava se acercó, sus ojos brillando con lágrimas contenidas.—Sí, Bastián. Recuerda que siempre estaremos aquí para ti. ¿Y qué pasó con Isabel? —preguntó, no pudiendo evitar su curiosidad.Bastián respiró profundamente, tratando de ocultar el torbellino de emociones que llevaba dentro.—Ya no estamos juntos —respondió, tratando de sonar casual.Mientras hablaba, los recuerdos del beso con Angela inundaron su mente. Recordó la intensidad de aquel momento, el modo en que sus labios se encontraron en un torbellino de pasión y deses
Angela caminaba por el bullicioso campus universitario, absorta en sus pensamientos sobre los últimos acontecimientos. El beso con Bastián y su abrupto regreso a la universidad habían dejado una huella en su corazón, una mezcla de emociones que todavía no lograba desenredar.Por ese motivo no quiso despedirse de él, no se sintió preparada para la despedida. De pronto, una voz familiar la sacó de su ensimismamiento.—¡Angela!Se giró y vio a Antony acercándose. Era su primer día como profesor y se notaba un poco nervioso, pero también entusiasmado.—Hola, Antony —respondió ella con una sonrisa—. ¿Cómo te va en tu primer día?Antony sonrió, agradecido por el apoyo. Ángela ya había escuchado sobre el tío de las mellizas, ellas habían sido muy descriptivas y no habían mentido, para Angela; Antony era un hombre maduro y sexi a la vez. —Bueno, es un poco abrumador, para ser honesto. Esta universidad es enorme y me siento un poco perdido. ¿Podrías ayudarme a orientarme?Angela asintió, con
Ángela se encontraba en su asiento en el aula, observando atentamente cómo Antony impartía una de sus materias favoritas, Psicología Social. La manera en que él explicaba los conceptos, con pasión y claridad, la mantenía completamente absorta. Sin embargo, a pesar de su interés académico, no podía evitar notar la atracción personal que sentía hacia él. "Es una locura estar pensando en un profesor," se decía a sí misma, pero no podía negar lo que sentía.No era la única que pensaba así. A su alrededor, sus compañeras murmuraban y reían entre ellas, comentando lo guapo y sexy que era Antony. Ángela escuchaba sus risas y susurros, sintiendo una mezcla de celos y complicidad. Al finalizar la clase, mientras los estudiantes comenzaban a recoger sus cosas y salir del aula, Ángela decidió dar el paso.Se levantó de su asiento y caminó hacia Antony, quien estaba organizando sus notas en el escritorio.—Profesor Antony, ¿le gustaría tomar un café? —le preguntó con una sonrisa tímida.Antony le
Ángela se encontraba en su habitación, el resplandor tenue del atardecer se filtraba a través de las cortinas, bañando el espacio con una luz dorada. Desde hacía varias semanas, no había recibido ningún mensaje de Bastián. Desde aquel beso apasionado, el silencio entre ellos se había vuelto ensordecedor. Ella tampoco había tomado la iniciativa de escribirle, y aunque sus pensamientos a menudo volvían a ese momento, su vida ahora estaba ocupada en otros asuntos, principalmente en intentar llamar la atención de Antony antes que su prima Valentina.Esa tarde, Antony las había llevado a casa de Ángela. El trayecto había estado lleno de risas y bromas, pero Ángela no podía dejar de notar la forma en que Valentina miraba a Antony, con una mezcla de admiración y deseo. Una vez que Antony las dejó, Ángela decidió que era el momento de hablar seriamente con su prima.—Valentina, necesito hablar contigo —dijo Ángela, su voz firme mientras cerraba la puerta de su habitación.Valentina se giró,
Ava se encontraba en su estudio de diseño, inmersa en telas, bocetos y muestras de colores. La luz del sol se filtraba por las grandes ventanas, llenando el espacio con un resplandor cálido que acentuaba la vibrante creatividad del lugar. Estaba tan absorta en su trabajo que no oyó cuando llamaron a la puerta.De pronto, una figura familiar apareció en la entrada. Era Antony, su amigo de años, con una expresión sería que contrastaba con su usual sonrisa despreocupada. Ava levantó la vista y se alegró de verlo, apartando por un momento sus preocupaciones y obligaciones.—¡Antony! —exclamó, dejando a un lado un rollo de tela—. Qué sorpresa verte por aquí. ¿Cómo te ha ido en la universidad?Antony no respondió de inmediato. En lugar de eso, sacó un sobre del bolsillo interior de su chaqueta y se lo tendió a Ava. Ella tomó el sobre con curiosidad y un leve presentimiento de inquietud.—¿Qué es esto? —preguntó mientras lo abría.Dentro encontró un documento oficial del tribunal. Sus ojos r
La tarde había llegado con un manto de pesadez, cubriendo la mansión Montenegro con una atmósfera tensa. Ava, Sebastián y Antony se reunieron en el amplio estudio de la casa, sus rostros reflejando la seriedad del momento. Las palabras que estaban a punto de intercambiar cambiarían la dinámica familiar para siempre.Ava, con los ojos enrojecidos y la voz quebrada, había confesado todo a su esposo. Ahora, era momento de enfrentarse a Antony, que esperaba respuestas con una mezcla de confusión y determinación. Sebastián, con su postura firme, tomó la palabra.—Antony —comenzó Sebastián, su voz grave llenando el silencio—, lo que estás a punto de escuchar es algo que hemos guardado en secreto durante mucho tiempo.Antony asintió, su mirada fija en él, esperando entender la verdad que había descubierto de manera tan abrupta. Ava tomó la mano de Sebastián, buscando apoyo, mientras él continuaba.—Ammy estaba embarazada cuando fue encarcelada —dijo Sebastián, su voz cargada de un dolor prof
Antony caminaba por el campus universitario, sus pensamientos enmarañados por la revelación reciente sobre Ammy y la incógnita de cuál de las mellizas podría ser su hija. La brisa fresca del atardecer no lograba despejar su mente, pero sus pasos lo llevaban con determinación hacia la salida. Justo antes de cruzar el umbral de la puerta principal, se encontró con Valentina, quien parecía perdida en sus propios pensamientos.—¡Valentina! —exclamó, con una sonrisa forzada en el rostro—. Qué casualidad encontrarte aquí. ¿Te gustaría tomar un café?Ella levantó la mirada, sorprendida pero complacida por la invitación. Asintió con entusiasmo, su rostro iluminándose con una sonrisa genuina.—Claro, Antony. Me encantaría.Caminaron juntos hacia una pequeña cafetería cerca del campus, un lugar acogedor con mesas de madera y un aroma a café recién molido que llenaba el aire. Se sentaron en una mesa junto a la ventana, desde donde podían ver el ajetreo de los estudiantes que pasaban. Antony pi