Este capítulo es dedicado a ALEXANDRA, gracias por esa emoción que siempre le pones a los comentarios.
—Bueno… ya nos quedamos solas… te pondré al día… —Samara sintió la adrenalina correr cuando Sophie le sonrió para explicarle a continuación. El abuelo y ese hombre llamado Iván, las habían dejado solas por petición de Sophie. Esta les explicó que era necesario dar una charla a Samara de forma general acerca de la fundación que ella presidía, y luego daría un recorrido por toda la planta y la empresa entera, para así presentarle a todos los que hacían parte de este edificio. Sería un día largo como el abuelo lo predijo, pero Samara estaba tan entusiasmada que solo quería que el tiempo pasara con lentitud. —Por respeto a Pierre, y por el cariño especial que le tengo, me gustaría, si tú estás dispuesta, a que trabajaras de la mano conmigo… Los ojos de Samara brillaron cuando la mujer continuó. —No sé si lo imaginas, pero no es fácil encontrar gente de confianza como él, o con la que uno pueda trabajar tranquilo. En este medio se mueve mucha corrupción, y gente que no desea ayudar en
André miró por décima vez el mensaje de Samara cuando se hicieron las siete de la noche. “Te extraño” Apretó su móvil y luego lo tiró en la mesa. No iba a caer en su juego dulce y envolvente. Y aunque había querido saber de su abuelo durante el día, se obligó a no llamar, para aislarse de Samara tanto como pudiera. —¿El chofer pregunta si deseas irte ya a la casa? —Connor entró inquiriendo, pero André negó. —Dile que se vaya, tomaremos un auto del estacionamiento para ir a otro lugar… —¿Qué otro lugar? —preguntó Connor tenso, pero fue muy fácil entender a qué lugar, cuando André posicionó los ojos en él. Ya no iba a entrometerse en sus decisiones, así que asintió, y puso su celular en la oreja, para darle la orden al chofer y que este se fuera de inmediato. Una hora más tarde, estaban saliendo del edificio Roussel, y fue el mismo Connor que se puso en el volante, cuando André le pasó una dirección, de un lugar escondido al ojo público. El celular vibró en su mano, y en la pan
—Edificio United Way, ya mismo… —Connor alcanzó a subirse apenas cuando el auto estaba arrancado, mientras la rodilla de André no dejaba de titilar, y su mano apretaba el pasador de manos. —¿Qué harás? —el rostro de André se giró hacia él, y este le mostró una sonrisa siniestra. En silencio, André tomó el teléfono antes de responder a Connor. —¿Laurent? ¿Has llevado a Samara y a mi abuelo al edificio United Way esta mañana? —Solo a su esposa, señor… el señor Pierre la acompañó hasta la empresa y regresó, dijo que debía hacer otras cosas… —¡Put@ madre! —André golpeó el asiento y sin decir una sola palabra, se giró hacia Connor. —Voy a hacerle una visita… a mi querida esposa… —Las palabras eran apretadas, y por la agitación de la respiración, Connor supo que había cierto descontrol de André, eso, sumado a que había dejado un negocio de muchos millones, por ir detrás de Samara. Ni siquiera sabía qué pensar. Definitivamente, algo muy extraño le ocurría a André, porque él siempre pre
Samara tapó su propia boca cuando André entró en ella con urgencia. Sus sonidos quedaron ahogados en su palma, mientras sentía como sus pieles desnudas, podía friccionarse de una manera devastadora. Pero de un momento a otro, André le quitó la palma, y pegó su boca a la suya, hablándole lentamente sin detenerse en el acto. —No te contengas… gime para mí… —Los ojos de Samara fueron a los suyos, pero no percibió algún arrepentimiento o vergüenza por lo que estaba haciendo. André literalmente le estaba haciendo el amor en la oficina de Sophie, justo cuando Iván y ella misma, estaban afuera esperando a que terminaran de “hablar”. —André… —el millonario mordió su boca ante su reclamo, y luego bajó a su cuello, para succionar un pedazo de su piel. Cuando escuchó una queja de Samara supo que debía dejar de succionar, y cuando se alejó, pudo notar que había dejado una marca significativa en su cuello. Todo esto lo hizo crecer dentro de ella, y fue a tomar su nuca, para poder acelerar el
—¿Qué se supone que pensabas?Pierre notó que la molestia de André era muy seria, y aunque quiso tomarle el pelo por sus celos, carraspeó para tratar de entenderlo.—Iván es un hombre muy serio, André… estás molesto con él porque rechazó nuestra propuesta de la isla, y en vez de vender, prefirió mantener esa reliquia natural para que nadie la dañara.—¡Es un idiota!—Tiene otro pensamiento, sí, pero es muy buen empresario, y muy buen hombre también…—¡Abuelo! —Pierre vio como André se levantó con la cara roja de la rabia, y se apresuró a levantar su palma para intervenir.—En todo caso, si es lo que tú piensas, ¿acaso no confías en Samara? Esta niña es incorruptible, y si has visto sus ojos, ella solo respira por ti…Después de esa frase, André parpadeó.—Yo… confió en ella… por supuesto que lo hago.—¿Entonces cuál es el problema?Él negó con la cabeza, y luego apretó sus dientes.—Solo no quiero esa put@ mirada en ella, abuelo… no lo quiero cerca de ella… no quiero que le hable… que
—¿Todo listo por aquí? —Samara alzó la mirada y luego cerró la laptop. —Sí… —Ella tomó su bolso y luego salió del escritorio—. Vamos… Iván le señaló que pasara delante de él, y cuando estuvieron cerca de la recepción, antes de meterse dentro del elevador, ella se giró hacia Claudia para decir: —Nos vemos en un rato… —la asistente afirmó, y luego volvió la vista a su computadora, mientras Iván se apresuró a hundir el botón para bajar. —Te encantará el lugar… —¿Ya fuiste? —preguntó Samara como por iniciar un tema. —Sí, un par de veces… ¿Te gusta el sushi? Ella asintió. Había conocido este tipo de comida por André, de hecho, este era uno de los platos favoritos de él. Cuando caminaron por el edificio, Iván hizo como si fuera al estacionamiento subterráneo, pero Samara intervino. —¿No dijiste que queda a unas cuadras de aquí? —el hombre asintió confundido. —Si… dos cuadras… —¿Entonces? ¿Por qué no vamos caminando? —Iván sonrió detallándola. —Claro… este es tu forma ¿no…? Vamos
—Señor Roussel… definitivamente todo ha sido en vano… No hay nada… es como si, me atrevo a decir, sus datos hubiesen sido puestos de forma diseñada… Pierre arrugó el ceño, y luego respiró un poco preocupado. No era que estuviera infeliz con la vida nueva de André, pero era imposible no querer saber, cuando todo era tan repentino, y la conducta de su nieto era tan extraña. Por supuesto, era evidente que André quería a su pequeña Samara, y quizás este era el momento de dejar todo como estaba. —Puedo sugerirle algo… —él alzó la vista hacia Adam mientras sus pensamientos se interrumpieron. —Puedes decirme, pero debes darte prisa, pronto mi nieto llegará con su esposa, hoy iremos a cenar juntos. —Bien… no tomaré más de lo debido, señor, pero… ¿Podemos dar con su huella dactilar…? Esto es lo único que nos garantiza en los sitios privados. Tengo varios contactos dentro de la policía nacional, y con su huella podremos obtener sus datos en un santiamén… Pierre dudó por un momento, pero e
—Buenos días… —Tanto el abuelo como Samara se giraron hacia André, que entró al comedor principal, y luego vino a saludar a su esposa con un beso en la frente. —Buenos días… —ambos respondieron, entre tanto se dieron una mirada de cómplices. Era 2 de octubre, el día en que André estaba cumpliendo años, pero se habían jurado aguantarse las ganas, porque ya habían hecho mucho como para sorprenderlo y arruinar su trabajo y esmero. Estas dos semanas que pasaron, Samara incluso faltó al trabajo algunas veces para organizar todo en detalle como ella quería. Habían decidido finalmente que la recepción se haría en la casa. Los padres de André llegaban al medio día, y Laurent los iría a recoger al aeropuerto con la orden de que no dijera nada. Samara también había enviado a preparar un pastel con todo de chocolate, ya que era el único dulce que a André le gustaba, y comía mucho. El abuelo le recomendó un vino especial para la cena, y habían contratado a uno de los mejores chefs de sushi de