Este capítulo es dedicado a Hayleen Ureña Chac, gracias por tu apoyo.
—No me interesa, Connor, espero saber de ese maldit* cuando vuelva a New York… es todo… —Samara parpadeó varias veces, mientras se acostumbró a la luz del día. Ahora mismo miraba la espalda desnuda de André, y también observó cuando él colgó la llamada y tecleó con su teléfono, mientras llevaba la mano a su pelo para colocarlo en su lugar y quitarlo de su frente. Habían llegado ayer por la noche a Hawái, y lo que Samara esperó, fue un hotel de lujo, gente a su alrededor, y una bienvenida como ahora sabía que recibían a André en todos los lugares. Pero esto no fue así. Después del avión, tomaron un helicóptero a un complejo retirado de los hoteles y la ciudad de Hawái, y ahora se encontraban en una ciénaga al otro lado de la isla, en una casa ubicada frente a la playa. Por supuesto, había gente que venía a atenderlos durante algunos horarios, eso es lo que recordaba ella de anoche, justo cuando intentó comer algo de lo que trajeron para ellos, pero no pudo tocar nada de la comida.
Ambos llegaron a la casa de playa chorreando el piso de madera, mientras André hacía caer a Samara hacia la cama y abría sus piernas en el momento. La sesión de la playa había sido exquisita, pero incómoda, y resbaladiza. Ahora ni siquiera sabía cómo había podido controlarse para salir de ella justo cuando estaba por terminar, y para cuando Samara lo besó sin prepararlo, todo su líquido había salido disparado sin tener un control absoluto de la situación. Se sentía frustrado, pero la caída del sol, las velas encendidas, y la oscuridad que apremiaba el lugar, se habían confabulado para dar rienda suelta a su extremo deseo, por esta mujer que todavía no entendía del todo. Tampoco podía comprender por qué esto que lo mataba por dentro no se extinguía rápido, se suponía que iría menguando cada vez que se la follara, y a estas alturas estaba a terriblemente confundido, tal y como cuando observaba esa mirada que, de un momento a otro, le hacía cambiar el panorama y sus mismas reglas. Y
—Nunca voy a olvidar Hawái… —Samara se recostó el hombro de André mientras el auto iba en camino hacia el aeropuerto, y el millonario estaba perdido en sus pensamientos. Asintió hacia ella un poco serio, y luego dirigió su mirada a la ventanilla. Él tampoco iba a olvidar Hawái, y la confusión que sentía muy dentro de sí, se lo confirmaba a cada segundo. Subieron al avión unos minutos después, y se sentaron juntos esta vez, sin embargo, André deseaba llegar pronto a New York, porque de seguro esta separación entre Samara, el trabajo y él, iba a asentar sus pensamientos. —¿André? —su cabeza se giró cuando y en sus manos divisó una revista—. ¿Te parece si busco hacer algo en New York? Su ceño se profundizó ante la confusión. —¿Hacer algo? —ella asintió dejando la revista. —Sí… quiero decir, trabajar en alguna cosa… Hice mi primaria y secundaria, pero… he trabajado toda mi vida. El millonario apretó su mandíbula. —Y… ¿Qué quieres hacer? Samara mordió su labio, y él se dirigió a e
El desayuno se desarrolló con tranquilidad, incluso, André estaba más callado de lo normal, y Samara lo miraba con intriga porque ayer por la noche, no había llegado a la habitación después de ella se fuera a dormir. —¿Estarás en la empresa hoy? —André levantó la mirada y despejó los pensamientos que no lo dejaban en paz, cuando su abuelo preguntó. Entonces asintió para él sin mirar a Samara. —Todo el día, tengo mucho trabajo retrasado debido a los viajes y… a la boda, no volveré hasta la noche. Pierre afirmó mirando a Samara y luego le sonrió. —Bueno, pues… Por aquí también vamos a tener ocupaciones… André divisó la mano del abuelo encima de la de Samara, y luego detalló la sonrisa que ella esbozó mirando al abuelo con ensoñación. —¿Van de compras? —preguntó por inercia, pero el abuelo negó. —Para tu suerte, Samara es una mujer trabajadora, ayer hablamos sobre los proyectos de beneficencia y, me encantaría involucrarla… —Si tú estás de acuerdo —intervino Samara, y hasta este
—Contáctala… —Kamile asintió a su orden. —¿Le ofrecemos dinero? —Una mujer como ella, lo aceptará… que se retracte de lo que publicó y pida disculpas públicamente… —terminó por decir André, y luego se quitó su chaqueta, dejando el puro sin encender en su cenicero personal—. Ahora, prepara las reuniones, y pasa las llamadas importantes… —Bien, estera afuera… —Kamile recogió sus carpetas, le pasó una mirada a Connor, y luego salió de la oficina. Él pudo ver como André abrió su laptop, y sin determinarlo, comenzó a trabajar como si fuera una máquina. —Estaré afuera también… —André ni siquiera asintió a su información, pero cuando lo vio salir, dejó de teclear con sus dedos, y luego se recostó a la silla. Necesitaba hacer alguna cosa, y ya sabía muy bien qué… * —¿Iremos al mismo edificio Roussel? —preguntó Samara cuando Laurent la llevaba a ella y al abuelo, rumbo en una dirección después de su desayuno. —No, cariño, este es un edificio diferente. La fundación más grande de los Es
—Bueno… ya nos quedamos solas… te pondré al día… —Samara sintió la adrenalina correr cuando Sophie le sonrió para explicarle a continuación. El abuelo y ese hombre llamado Iván, las habían dejado solas por petición de Sophie. Esta les explicó que era necesario dar una charla a Samara de forma general acerca de la fundación que ella presidía, y luego daría un recorrido por toda la planta y la empresa entera, para así presentarle a todos los que hacían parte de este edificio. Sería un día largo como el abuelo lo predijo, pero Samara estaba tan entusiasmada que solo quería que el tiempo pasara con lentitud. —Por respeto a Pierre, y por el cariño especial que le tengo, me gustaría, si tú estás dispuesta, a que trabajaras de la mano conmigo… Los ojos de Samara brillaron cuando la mujer continuó. —No sé si lo imaginas, pero no es fácil encontrar gente de confianza como él, o con la que uno pueda trabajar tranquilo. En este medio se mueve mucha corrupción, y gente que no desea ayudar en
André miró por décima vez el mensaje de Samara cuando se hicieron las siete de la noche. “Te extraño” Apretó su móvil y luego lo tiró en la mesa. No iba a caer en su juego dulce y envolvente. Y aunque había querido saber de su abuelo durante el día, se obligó a no llamar, para aislarse de Samara tanto como pudiera. —¿El chofer pregunta si deseas irte ya a la casa? —Connor entró inquiriendo, pero André negó. —Dile que se vaya, tomaremos un auto del estacionamiento para ir a otro lugar… —¿Qué otro lugar? —preguntó Connor tenso, pero fue muy fácil entender a qué lugar, cuando André posicionó los ojos en él. Ya no iba a entrometerse en sus decisiones, así que asintió, y puso su celular en la oreja, para darle la orden al chofer y que este se fuera de inmediato. Una hora más tarde, estaban saliendo del edificio Roussel, y fue el mismo Connor que se puso en el volante, cuando André le pasó una dirección, de un lugar escondido al ojo público. El celular vibró en su mano, y en la pan
—Edificio United Way, ya mismo… —Connor alcanzó a subirse apenas cuando el auto estaba arrancado, mientras la rodilla de André no dejaba de titilar, y su mano apretaba el pasador de manos. —¿Qué harás? —el rostro de André se giró hacia él, y este le mostró una sonrisa siniestra. En silencio, André tomó el teléfono antes de responder a Connor. —¿Laurent? ¿Has llevado a Samara y a mi abuelo al edificio United Way esta mañana? —Solo a su esposa, señor… el señor Pierre la acompañó hasta la empresa y regresó, dijo que debía hacer otras cosas… —¡Put@ madre! —André golpeó el asiento y sin decir una sola palabra, se giró hacia Connor. —Voy a hacerle una visita… a mi querida esposa… —Las palabras eran apretadas, y por la agitación de la respiración, Connor supo que había cierto descontrol de André, eso, sumado a que había dejado un negocio de muchos millones, por ir detrás de Samara. Ni siquiera sabía qué pensar. Definitivamente, algo muy extraño le ocurría a André, porque él siempre pre