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Un toque a mi puerta
Un toque a mi puerta
Por: Rosswan V.
Capítulo 1: Toc Toc

Toc Toc... Se escucha el sonido.

-¿Quién es?- preguntan.

-Gente de paz- respondo en el tono más cortante  posible -Ábreme la puta puerta- digo viendo que aún  no la abre.

-¡Que ya es navidad!- dice desbordando emoción Camila, además de llevar una sonrisa al abrir la puerta.

La miro con cara de pocos amigos, esa suele ser mi cara la mayoría del tiempo, ella no cambia la sonrisa de su rostro, al parecer nunca la varia.

-¿Que deseas Jáuregui?- pregunta aún parada en la puerta de su casa.

-Sabes que si no fuera explícitamente necesario no estaría en este lugar- digo con hastío mirando todo lo navideño que adorna su casa.

-Lo sé, pero me hace gracia que estés aquí- comenta con su risa ladeada y mira a mis manos que traigo unos papeles, los papeles por los cuales estoy parada frente a esta casa navideña.

-¿Es necesario adornar de navidad para el 15 de noviembre?- pregunto viendo la corona que adorna su puerta.

-Gusto- responde con simpleza alzando uno de sus hombros, cosa que no me sorprende.

Estiro los papeles para que los tome  y me doy vuelta para continuar mi camino, escucho un leve resoplido pero aun así no me giro y continúo.

El camino es corto, no sabía que ella vivía algo cerca de mi departamento, algo cerca porque siempre lleva su tiempo de caminata.

La situación es esta, Camila es la chica perfecta de todo el lugar, no me sorprende realmente, solo que a veces me da un ligero toque de celos y a veces admiración por ser buena en casi todo.

No es que yo sea mala, no. Lo que ocurre es que resaltamos casi por igual y cuando vino tropezando hacia mi espacio diciendo que debía yo trabajar con ella, no me hizo absolutamente nada de gracia.

Yo tenía unos años más que ella en la empresa, así que estuviera cayendo en la puerta no era algo del cual estuviera muy agradecida que digamos.

Pero mi jefe Connor, es un fiel admirador de ella y de su trabajo, pero  aquí entre nos, quizás yo también, pero eso era algo que ella no debía saber ni remotamente en el mundo.

Tomo el ascensor hacia el último piso, entro a mi departamento y mi pequeño Golden de hacia unas semanas de adoptado se engancha a mi pierna. Lo tomo en brazos y lo comienzo acariciar como había estado haciendo cada vez que estaba a su lado, era inminentemente atrayente.

Mi departamento es un lugar algo frío, y no solo hablo del hecho de la temperatura, sino que la navidad para mí no es una de las épocas del año que deseo que llegue, en las fechas que la sociedad considera "Importante" para mí, como tal, es un mero trámite, incluso el de mi cumpleaños suelo librarlo, protocolo del trabajo, y realmente solo lo tomo como un día libre, un año más o uno menos ¿Qué más da? Realmente nada.

San Valentín, san patricio, día de muertos, día de santos, navidad, año nuevo, día de reyes, esos son solo días para mí que puedo disfrutar como días libres, pero desde hace algunos años, ellos son solo días.

Odio todo el alboroto de la celebración de San Valentín y famoso día del amor y la amistad. No creo en nada de eso y espero no hacerlo en ningún momento de mi vida, todo ese trámite para gastar cantidades de dinero en personas que ni siquiera estas seguro que te amen o sientan verdadera amistad en ti.

Pero debo admitir que haber adoptado a este pequeño me ha alegrado un poco más la llegada a casa e incluso las salidas a pasearlo.

Busco su correa, se la abrocho a su pechera y decido que es hora de ir a pasear, es algo revoltoso y muy animado, todo lo que suele ser un pequeño cachorro, así que puedo lidiar con ello.

Me recuerda a mi primer cachorro, mis padres me lo habían dado a mis 10 años, llore de felicidad, aún recuerdo el vídeo que ellos me había  hecho, creo que debe estar guardado por allí en algún lugar recóndito de mi departamento.

Entro al ascensor y no le presto mucha atención a que el cachorro está temblando hasta que siento su temblor en mi pierna y decido tomarlo en brazos, cuando abre las puerta volvemos a nuestro camino hacia el parque cerca de casa, siempre lo había visto a lo lejos pero nunca me había detenido a mirarlo realmente hasta que tuve que empezar a sacar a este pequeño.

Algunas personas se inclinan para  poder acariciarlo y el muy regalón se ha dejado, le gusta las caricias y la atención, cuando creo que he llegado al sitio perfecto decido sentarme debajo de un árbol y lo suelto para que juegue.

Lo veo desde mi puesto y lo veo corretear a otros perros, luego ellos a él, su lengua de cansancio saliendo de su boca pero aun así esta tan animado como los demás perros en todo el parque. Se ve alegre, se ve feliz, todo lo que alguna vez yo fui.

Trato de que mis ojos no se inunden de mis lastimeras y tristes lágrimas como suelen hacer constantemente, así que antes de sentir la lágrima bajar por mi mejilla, miro hacia arriba observo el árbol borroso y limpio todo rastro de humedad que estaba por aparecer. Saco un libro que había decidido traer, a veces no está demás despejar la mente de la vida, del trabajo y otras cosas que te carcomen lentamente.

Abro por millonésima vez mi libro favorito “El túnel de Ernesto Sábato” justo donde lo había dejado marcado con una suave hojita blanca, ligeramente me doy cuenta por dónde anda mi perro y luego me vuelvo a sumergir en la lectura. Estoy así unos cinco minutos cuando siento que se echa a mi lado. Alzo mi mirada y mi cansado perro está sacando la lengua mientras decide que descansar a mi lado es un buen momento.

Tomo unos minutos alejando mi libro para poder servirle un poco de agua que había traído para él. Lo veo tomar ansioso y luego acostarse a mi lado con su barbita húmeda, está en silencio y solo siento debes en cuando sus lamidas en mi mano cuando cesa las caricias en su cabeza.

Estamos sumidos en nuestro mundo por casi media hora, ya el pequeño Rocky está dormido a mi lado con su cabeza en mi mano y yo sigo atraída por el libro, aprovecho estos momentos en donde mi cerebro esta tan centrado en algo más que en tristeza que lo aprovecho al máximo, pero cuando siento que el hambre llega, me digo que es hora de poder llegar a casa y  preparar algo de comer.

Rocky siente mi movimiento y se estira, lo tomo de su correa y comenzamos el camino regreso a casa.

En el transcurso de camino a casa me doy cuenta de varias cosas, que la vida no es como un libro, ni una película y mucho menos un cuento. No siempre llega alguien a salvarte de tus males o mucho menos a llenar tu vida, considero que solo eso es algo comercial que ocurre en máximo dos horas y medias, con un guion en medio para hacerle creer en el amor a las personas que deciden pensar en él.

Mi cena es ligera como cada una de ellas y antes de poder marcar un canal en la televisión he caído en un sueño deseado.

Escucho el sonido lejano de mi alarma, siento que estiro la mano y lo golpeo.

-Hija ¿Que hemos hablado de tus modales y esas costumbres?- escucho, juro que escuché eso.

Abro mis ojos de golpe y me siento igual de golpe en mi cama, miro a mí alrededor buscando a una persona en particular, cierro mis ojos dejando salir una bocanada de aire y paso mi mano por mi cabello desordenado. Giro mi mirada y veo mi despertador en el suelo, un poco más y quizás terminase destruido luego de escuchar aquello.

A paso lento entro al baño y minutos después camino a la cocina, hago dos sándwich y me devano en si ¿Llevo a Rocky a la guardería de perros de mi trabajo o dejarlo solo en mi departamento? Giro a mi alrededor y veo todo, he tomado mi decisión. Así que como he estado sola gran parte de mi vida, decido que él no lo merece así que le coloco su correa, su pechera y un corbatín verde con marrón que le compre el mismo día que le adopte.

Así que además de llevar mi bolso, mi vaso de café al estilo hipster, y mi cara de no dormir, a eso agrégale que ahora llevo un perro. Me río ligeramente por la imagen que obtengo de mi persona en el espejo del ascensor. Salgo con una sonrisa en mi rostro por el leve recuerdo, acomodo a Rocky en su asiento y yo me dispongo a ubicarme en mi puesto de conductor.

Dejo el café en el lugar específico,  miro a Rocky a mi lado como copiloto y a mi mochila en el asiento trasero. Cuando veo que todo está donde debe, decido empezar mi recorrido a la compañía.

-¿Un perro?- me pregunta con gracia la chica que es encargada de cuidar a los cachorros de los trabajadores, no sé cuánto tiempo llevara trabajando aquí pero es una de las pocas veces que la he visto.

Asiento con una sonrisa en mis labios, quizás he estado sonriendo un poco más de lo que pensé desde que llego Rocky a mi vida, me encojo de hombros y camino hacia mi destino, entonces es cuando la escucho decirle cosas lindas a Rocky.

Entro al ascensor y justo cuando estaba por cerrarse una mano lo detiene dejando que entrara Camila, muy agitada por cierto.

-Lauren- dice tomando bocanadas de aire, yo asiento y sigo tomando mi café. -Siempre te ves mejor que yo- dice y yo solo hago una mueca de sonrisa y sigo tomando mi café tratando de ignorar un poco a la mujer a mi lado, luego de ayer también me toca tenerla a mi lado.

Ella no tiene mucho que decir así que al final cada quien va a su oficina, una delante de la otra para mi falta de gusto también. Cuando caigo en la silla resoplo, miro a mí alrededor y decido que es hora de armar la maqueta del nuevo y hermoso centro comercial en el que hemos estado trabajando.

Habían pasado unas tres horas en que mi mente estaba funcionando como una máquina, ya llevaba una parte adelantada cuando siento que la tocan  a mi puerta.

Toc Toc...

-¿Quién es?- pregunto mientras dejo la goma a tiendas en algún lugar.

-Gente de paz- responde y cierro mis ojos recordando el día anterior, el día que quiero dejar en el olvido pero no, aquí esta.

-Adelante- digo con una sonrisa en mis labios para más formalidad.

-Llego la navidad- dice cuando cierra la puerta detrás de ella, alzo ambas cejas en su dirección con mi boca plana.

-Sí, ya lo veo- digo mientras veo como me estira un vaso de café y si estoy segura es de la tienda en donde compro mi café favorito, y al parecer si es mi café favorito. ¿Cómo lo descubrió? no lo sé ¿Quiero preguntárselo? Obviamente no.

-Lamento no ayudarte antes, pero ahora estoy muy disponible- Ensancha su sonrisa mientras frota sus manos en dirección a la maqueta, yo asiento a su entusiasmo ¿Nunca se agota?

-Puedes ubicarte y comenzar por donde desees, siempre y cuando no dañes lo anterior- no sueno severa, ni nada por el estilo. Ella es tan capaz como cualquiera solo que cuando empiezo algo me gusta terminarlo yo misma, pero ya saben que este no es el caso en cuestión.

Y así pasamos las últimas horas del día.

Cuando eran las 6 de la tarde casi la hora pico para salir del trabajo, vimos un espectacular resultado delante de nosotras, hasta la grama hacia contraste con el hermoso edificio delante de nosotras y luego de  10 minutos entra nuestro jefe como un imán.

Pasa algunos minutos y antes de cerrar la puerta escucho un -"Sabia que harían un gran equipo"- Yo no le doy importancia, pero al girar la mirada veo que Camila tiene sus mejillas sonrojada. ¿Tendrá fiebre?

En un momento de traición de mi cerebro y mi boca, suelto la pregunta -¿Tienes fiebre?- me palmeo la frente mentalmente mientras que además ruedo los ojos, esa boca Jáuregui, pero ella niega mirándome con una sonrisa.

-¿Te puedo invitar a comer?- pregunta y yo niego sin siquiera mirarla -¡Vamos Lauren! solo una vez-  lo pienso y vuelvo a negar mientras recojo mis cosas -¡Por favor!- murmura con un puchero.

Niego pero antes de ella abrir de nuevo la boca y hacer nuevamente la pregunta molestosa respondo yo -Esta bien- aquello hace que su sonrisa se ensanche a más no poder ¿Es posible eso? Sí.

-¿Te molesta que sea en mi casa?- pregunta mirando su reloj. Niego.

La veo salir hacia su oficina y yo comienzo a ordenar la mía lo más rápido que puedo, ya que la mía fue donde hicimos todo el desastre. Me coloco mi mochila y engancho mi chaqueta en una de las asas del bolso, guardo el vaso de café y cuando me dispongo a salir escucho.

Toc Toc...

-¿Quién es?- pregunto, estaba aún detrás de la puerta.

-Gente d...- las palabras quedaron a medias cuando abrí la puerta más rápido de lo que podría ser normal.

-Deja de decir eso- Murmuré con algo de molestia saliendo de la oficina, ella se asombró un poco pero no dijo nada.

Camina a mi lado hasta la salida, sentía que abría y cerraba la boca varias veces como para decir algo, pero sus palabras no salían, así que la vi girarse buscándome cuando me había perdido de su campo de visión.

Ella no sabía que tenía un cachorro, prácticamente casi nadie sabía porque no tenía muchos amigos tampoco,  así que cuando aparecí con Rocky sus ojos brillaron, era asombroso como lo hacía, pero ahora me encontraba con Camila sentada en el puesto que ocupaba Rocky en la mañana, con obviamente el en sus piernas recibiendo todo tipo de mimos. Me alegraba por él, y muy poco por mí.

Como dije antes, no me gustaba la navidad y entrar a un mundo navideño no me parecía de lo más apetecible, pero ella llevaba varios días insistiendo y es mejor salir de esto a darle tantas largas, sé que lo hago ver como un suplicio pero “Entender” también es una palabra que se encuentra en el diccionario, pero a diferencia de mi ella si se veía emocionada diciendo mil cosas por segundo.

Estacione en el garaje de su casa y ahora estamos camino a ella, abre la puerta de su casa y tal como lo pensé, paso. Había mucha navidad rodeándome, bueno quizás no mucho, lo normal para las personas festivas, pero para mi era abrumador. Me senté en el sillón casi frente a un lindo árbol de navidad y Rocky decidió sentarse en mis piernas.

Estaba mirando el árbol y las luces que lo alumbraban ya que Camila unos minutos antes las había encendió para que viera como había quedado, cuando de repente vi a mi madre, a mi padre y mis hermanos.

Mi hermano siempre había colocado la estrella, él era el más alto, ese recuerdo vino a mi mente cuando vi la hermosa estrella color dorado, pude ver la imagen de todos ellos riendo mientras adornaban nuestro salón.

E inevitablemente sentí mis mejillas mojarse con mis lágrimas, un sollozo salió de mis labios y abrase a Rocky que solo trataba de lamer mis labios llenos de las saladas lágrimas. Sentí que alguien me miraba y cuando gire mi rostro Camila estaba mirándome con un vaso de jugo en sus manos.

-Me tengo que ir- dije casi de golpe levantándole, se escucha un murmuro de Camila sobre "No te vayas Lau..." lo demás quedo a medias cuando entre a mi auto y arranque como loca hacia mi departamento.

Todo pasó muy rápido y ahora estaba cerrando la puerta de mi departamento y tenía mi espalda apoyada en ella cuando mi llanto no tardó en llegar. Caí en el suelo mientras me abrazaba a mis piernas y lloraba como si era necesario, no entendía como este cachorro entendía mi estado pero él estaba en silencio acostado a mi lado, a veces aullaba muy silenciosamente que casi era imperceptible.

Así creo llego el día siguiente, cuando desperté estaba aún tirada en el suelo de mi pequeña sala, podía pedir el día pero no sería muy ético y además casi nunca lo hacía, así que decidí bañarme, cambiarme, y tomar una taza de café. Aunque aquello no hacía nada para mejorar mucho mi aspecto, pero si hacía que mi mente se despejara.

Estaba en un semáforo esperando que cambiara de color y continuar mi camino con Rocky a mi lado, cuando recordé tal cual como todo ocurrió.

Mis padres murieron la noche del 23 de diciembre, mis hermanos también, y aunque yo hubiera decidido también hacerlo por desgracia no fue así. De los cinco fui la única que había quedado viva, con marcas llenando tantas partes de mi cuerpo, pero viva al fin y al cabo, creo que eso fue lo que dijo una de las enfermeras cuando me curaba.

Recordé como murieron, como casi muero yo también, y como desde ese día entendí que la soledad nunca fue lo que pensé.  Tenemos un concepto muy dañado de soledad hasta que realmente vivimos en ella.

Estacione mi auto y cuando cerré la puerta Camila estaba frente a mí, llevaba dos bolsas de desayuno en sus manos, además de su cartera y una sonrisa en sus labios.

-No cenamos, pero podemos desayunar- dijo con una sonrisa que ahora era ladeada, sabía que podía ver aun mis ojos rojos e hinchados, pero aún así no comento nada de eso al respecto y entre tanto le agradecía -Rocky está invitado- mostró una bolsita de comida de perro -Creo que has estado mucho tiempo sola Lauren- termino de decir y dejo un beso en mi mejilla para señalar el camino hacia donde desayunaríamos.

La mire caminar hacia el destino y luego a Rocky que veía aun dentro del auto, lo saque y seguí los pasos de Camila hacia el interior.

Quizás sí, ya he estado mucho tiempo sola, pero ¿Que me puede traer la vida para variar?

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