Capítulo 70: Las palabras más importantesAzaleiaDecenas de telas de todos colores, bordados, armazones, tules, bordados, grabados, joyas diminutas, piedras con formas, brillantes, cuero de colores, texturas, zapatos, broches, botones, lencería, corsés, encajes, tejidos, mantas, cobijas, chales y pañuelos. De todo un poco estaba formado, agrupado y expuesto a mis pies mientras yo elegía que llevar. En Miraes estaban muchas de las mejores costureras del imperio y ante mí se me enseñaba lo mejor de lo mejor. Los Haggards no habían escatimado en pedir lo que fuera necesario para que todos llegáramos como unos nobles destacados a la capital del imperio. De seguro Brock debe estar refunfuñando mientras le tienen que hacer por lo menos tres o cuatro trajes fuera de su traje de soldado, el cual ya está muy acostumbrado a usar. A mí me gustaba verlo con cualquier cosa es la verdad, pero cuando se vestía de color negro, tan elegante, me robaba el aliento. Si si si, había observado a mi es
Layne Hace ya varios minutos en que no se ve el castillo de Miraes y me doy cuenta de que realmente estoy encaminado en mi propia búsqueda. Por primera vez con una pista sólida, bueno, más de una. Decir adiós suponía un trago difícil tanto para quien se va, como para quien se queda. Y en este caso sin duda era así. No es que íbamos a estar separados como esparcidos en el espacio y tiempo, pero si era un cambio importante. Había tristeza en los ojos de la Duquesa al separarse de Roldán y del gemelo Flynn. Lloraba y sus ojos estaban brillosos, repletos de lágrimas que intentaba a toda costa evitar que se derramaran. Hasta a mí me dio un abrazo cálido y me susurró las más lindas palabras de éxito en mi búsqueda, de que me cuidara en los caminos y que cuidara a los más chicos. Recuerdo las palabras que me dijo cuando me dio el anillo del Duque para que fuera su representante: No existe una despedida más grande que un regreso. Esa es la esperanza de las despedidas. De reojo vi que
Brock—Y… este es un vestido, pero si ves aquí tiene unas pequeñas aberturas que pasan desapercibidas y es un pantalón ancho— dice ella muy contenta.— Es perfecto… vas a estar preparada para todo— le digo contento.Ella está inusualmente contenta con las entregas de los pedidos de las costureras. Me enseñó algunas cosas, un corsé que ya estaba usando, que no es como tal un corsé como los que tiene, se anuda fácilmente y solo cubre más de lo que sofoca como el resto. Me mostraba algunos abrigos y capas con una capucha para protegerse y además esconderse si era necesario.Después de que los días pasaran, nos volvimos más íntimos. Íbam
Azaleia está agitada, viéndome, con algo de vergüenza de estar así, tan dispuesta para mí. Mis ojos viajan de un lado a otro, bebiendo en su cuerpo. —Por la diosa sagrada…eres tan hermosa— digo jadeando y me inclino, gateando por la cama hasta llegar sobre ella. Ataco su piel, mi boca toma su pecho uno por uno y mis manos se desesperan por tocarlos y masajearlos.Beso, su abdomen, su cuello y ella me acaricia la espalda mientras se retuerce bajo mí, por las caricias y presión de mi mano, por mis besos insistentes en cada centímetro de su piel. Cada jadeo y gemido me hace vibrar. Hasta que sus manos me siguen tocando y somos un nudo de manos y piernas acercándose el uno al otro. Su piel sonrojada, mostrando ya leves marcas de mis besos. Bajo a sus piernas y la escucho jadeando mientras beso desde el tobillo hasta los muslos, soñando con tocarla ahí, en ese lugar delicioso que la hace gritar. Sigo con mis caricias, y sin poder casi evitarlo, coloco mis dedos en el borde de su ropa in
Azaleia— Eres tan hermosa… mi Azaleia— escucho una voz murmurar cerca de mí y me trae a la realidad. Aunque dudo tanto que esta sea mi realidad. Siento los párpados pesados y profundamente cansada, siento la suavidad de la sabana en la cama y una almohada. Si… desperté de un lindo sueño, pienso mientras aún no abro los ojos. Es algo atrayente este momento, este pequeño espacio de tiempo en donde estoy y no estoy totalmente despierta.—Mi dulce esposa— escucho susurrar de nuevo a esa voz. Brock tiene el cabello revuelto como un amanecer tempestuoso, está muy cerca de mí, su mano acariciando. Tiene el inicio de una barba que brilla como pequeños puntos de oro en su cara y me ve sorprendido. Está desnudo, muy desnudo, no es un hecho menor a contemplar.Y de repente todo me llega.Todo lo que sucedió ayer.¡Por la Diosa!No puedo creer que sucedió. Sus manos estaban en mí, quitando mi ropa hasta yo quedar sin nada. Jamás había estado así frente a ningún hombre. Anoche, estaba prácticam
Azaleia Era muy difícil tener una idea de algo que nunca habías visto. Por días me pregunté como sería la gran ciudad imperial, me imaginaba muchos castillos y casas, unas al lado de la otra. Lo primero que noté es que mientras más nos acercábamos más edificaciones, estatuas, casas grandes y comercios veíamos. Halia era más que una calle o un par de lugares: era el centro del Imperio Caelum; está llena de vida, gente por todas partes, restaurantes, plazas, tiendas con telas de colores, flores, fuentes de piedra, balcones con personas acaparaban el lugar. A lo largo de la calle empedrada en que íbamos se podían ver otras calles pequeñas en las cuales se encuentran pequeños negocios. Las personas y animales andaban por el camino, carretas, caballos, cargas, niños, mujeres con grandes vestidos y personas de todo tipo, hombres con barbas largas, cabellos oscuros y rubios, turbantes y sombreros con plumas, zapatos brillantes y algunos descalzos, pieles blancas, morenas y oscuras que br
Brock—Solo fue una pesadilla, las de siempre— dice ella. Yo la atraigo hacia mí, luego de que tomara agua, y limpiara su cara. Ella se acuesta sobre mi pecho y su mano cerca de mi cuello. Pasan unos minutos y es evidente que no se duerme, acariciando las heridas en mi pecho, especialmente la de la flecha cerca de mi hombro, y su propia marca. Yo acaricio su cabello, los mechones escapando entre mis dedos. Esa mañana le escribo un mensaje a Layne y lo envío a uno de los cuervos que encuentro cerca de mi ventana, unos de sus espías esperando por alguna noticia mía. Comento brevemente el sueño de mi esposa y la frase que escuchó. Si alguien puede descifrarla es mi primo. Mientras salimos del palacio vemos algunos nobles quienes se presentan y nos saludan con cortesía, pero no me queda la menor duda de que se nos quedan mirando, deben habernos reconocido. Espero que los rumores que haya sean de que los nuevos Duques lucen bien y enamorados. Tomamos nuestro carruaje para ir a la ciudad
Azaleia —¿Es esto realmente necesario?— pregunto con esperanza de que me diga que hay una salida, una forma de evadir esto. Pero Brock parece estar en peor estado de ánimo que yo. —Créeme cuando te digo que preferiría estar batallando con Gusano y que me caigan a flechas que ver a esos nobles insoportables de nuevo. Tuve que dejar a Areta en las salidas porque no dejaba de gruñir a todos, y no la culpo— dice él, sentado en la cama, abatido. Yo pensaba que Layne y mi esposo exageraban pero los nobles eran malos. Muy malos. No solo eran vacíos, frívolos y de mal, sino que eran pequeños abusadores y maltratadores. Realmente generar y difundir rumores era un vicio del que ellos no parecían salir, incluso lo disfrutaban y cada vez armaban más y más complicados chismes. Pero ahora, por si fuera poco las reuniones con los nobles… ahora nos invitaban a reuniones, pero separados. Era un tormento. Pasábamos mitad del día él con los señores, yo con las damas. Solo para reencontrarnos en las