BrockCreo que es primera vez que odio tener razón, Blatta es una maldita cucaracha. En pocos días se había asegurado ser su prometido, prácticamente a la fuerza, aprovechándose de mi error. No contento con eso, no había tardado un par de días comprometidos cuando ya había mostrado su verdadera cara. En el castillo se rumoreaba que alguien los vio como él intentaba tocarla y ella temerosa no sabía qué hacer. Ella lo sabía, lo podía ver en su cara mientras lloraba. Sabía que estaba metida en un embrollo, uno donde no iba a poder salir. Para colmo de males, Blatta prácticamente había convencido a todos que el zorro lo había atacado, era infeccioso y evidentemente no una mascota para una Duquesa. Y esto era solo el principio, aún ni se había casado. ¿Qué pasaría cuando ella estuviera lejos de nosotros… en casa de él? ¿En manos de él? Para tocarla y maltratarla a su antojo, como si fuera su propiedad. Respiro agitadamente y cierro los ojos para intentar componerme. —Lo estás haciendo
Layne—El Duque estaría alojando al enemigo sin saberlo. Poniéndonos a todos en riesgo— dice Roldán con voz queda. A todos y cada uno de nosotros. —Brock, entiendo que ustedes han hecho un estupendo trabajo, realmente si esto es verdad, estaremos en graves problemas… pero en fin, evitaríamos uno peor. Solo la Diosa sabe lo que pasaría si Blatta llegaba al consejo interno, o cercano a tener algún poder o noticias de nuestros planes. Pero para poder hablar con el Duque de Miraes, no podemos ir con las manos vacías. Tengo que tener pruebas, reales… — explico. Mi primo me extiende la mano y coloca en la mesa un objeto, por el sonido que hace al depositarse en la mesa de madera, supongo que es de metal, me acerco a verlo. Por la diosa y las estrellas… no puede ser.—¿Dónde encontraste esto?— pregunto anonadado. Sobre la mesa está un medallón, todo indica que es de oro, es un simple sello de un sol con rayos al rededor. Maldición. —Dashi encontró esto bajo la almohada de Aris, tío. Tal c
Brock— Imagino que debes estar muy contento— digo con voz agria mientras camino por la habitación como un demente. Roldán y Layne me miran con expresiones sorprendidas. Tienen las bocas abiertas, los ojos que se les salen y no dicen ni media palabra.Maldición, maldición, maldición. Cuando dije que me iba a casar con ella, me gustaría decir que no lo pensé bien, que fue algo del momento, un exabrupto, algo repentino, que no se veía a venir, y por ello evitable. Pero no, esto no era así, no sé si lo pensó mi mente o como diablos tomé la decisión, pero algo dentro de mí me decía que tenía que salvarla. Además, salvar la reputación de los Haggards ¿Pero era solo eso?No podía seguir escuchándola llorar, me mataba por dentro. Tampoco quería verla con otro, que cayera en manos de la diosa, sabe quien, solo de pensarlo, surge una poderosa rabia dentro de mí. A la vez, por nada del mundo quería casarme, la noche es testigo de que no. Sufrí e hice sufrir en mi matrimonio, no le desearía se
AzaleiaÉl dijo que se iba a casar conmigo. Es todo en lo que podía pensar. Brock va a ser mi esposo. De todos los desenlaces este es el menos pensado. ¿Por qué un hombre que juró que no se casaría… especialmente conmigo, finalmente accedió a hacerlo?No se ha pedido mi mano, ni se ha hecho un compromiso formal, él solo ha accedido a mí porque no había otra opción. Siquiera me han preguntado qué pienso, no tengo más opción. —Sabe que tuvo mucha suerte, ¿no?— me dice Dashi mientras me arreglaba.—¿Tú lo crees?— pregunto casi esperanzada. —Claro que sí. Sé que el señor Brock es un hombre… complicado. Si es bastante salvaje y tiene una fama terrible. También es de pocas palabras, pero cuidó de usted siempre. Y hasta último momento sigue protegiéndola. Se ofreció a casarse con usted, aun cuando ambas escuchamos que él nunca se casaría — explica ella, aun bordando mi vestido.—Quizás, pero solo para que las tierras de Bousquet no cayeran en manos erradas. S— —Tiene razón en todo eso… pe
AzaleiaLa celebración dentro del castillo es un banquete, como cualquier cena, solo que está adornado con flores, especialmente azaleas por todas partes. Hay comida y bebida en abundancia. Ha pasado poco tiempo y todos están bailando, riéndose y tomando como si fuera el mejor día. Brock come a mi lado, mirando al resto de las personas. Yo honestamente no puedo ni comer un bocado, estoy más nerviosa que antes, cabizbaja, extrañando de repente el anillo del Duque en mis manos ¿Habré perdido todo? Pienso. Este es solo el comienzo, lo peor todavía está por suceder. —¿Te duele?— me pregunta él de repente, viéndome perdida en mis pensamientos. Yo volteo a verlo, no entendiendo su pregunta y él hace señas a mi pecho. Yo niego con mi cabeza.—Sé que esto no es… lo que deseabas. Quizás a Marchelina la debieron haber prometido a un duque o un barón. También puedes haber soñado con una mejor boda, con mejores circunstancias— dice serio.—Pero yo no tengo nada. Solo una pequeña casa fuera de l
BrockEstúpida boda. Tenía que marcarla con mi medallón y ahora, al soldado más fuerte, el que despedazaba todo con sus manos, aquí le temblaba el pulso por marcarla. Podía ver su pecho subiendo y bajando de forma acelerada, atrapado en el corsé y me volvía loco. Su piel se veía tersa, suave como el terciopelo, delicada y yo estaba a punto de dañarla. Con una mano terriblemente temblorosa aplique mi marca. ¿Para qué alguien querría ser un Haggard? ¿Pertenecer a esta horrible familia y legado? Su pequeño corazón bombeaba enloquecido y su piel ardía en mi mano, tan deliciosa, tan pura. Podría haberme quedado aquí para siempre. Prometo que lo haría si pudiera, sentirla bajo mi mano, ver su cara sonrojada, sus ojos castaños como ámbares. Cuando me tocaba a mí tuve que vergonzosamente desabrochar mi chaqueta y camisa, mostrar todas mis cicatrices, mi cuerpo dañado en batallas. Esperaba ver su cara de descontento, de desagrado, pero una vez más ella me sorprendía, se veía curiosa y hast
LayneUn pequeño animal, no llegaba ni a la tercera parte de mi mano, cuerpo todo oscuro, como con una armadura, solo tenazas y patas básicamente. Pero capaz de hacer un profundo daño. Un veneno tan potente que dejaría a un humano muerto en cuestión de segundos, con un dolor y agonía inexplicable. Estaba en una pequeña caja de cristal en el escritorio del duque de Miraes. Mitad vivo, mitad muerto. Era una pequeña arma dispuesta como casualidad en los aposentos de mi familia. Una tragedia.Pensaba que todo iba a ir bien. Brock estaba casado, aún no lo podía creer, y era Duque, ni más ni menos. Francamente, esperaba las felicitaciones de mi tío, su hijo más terco, excelentemente casado y Duque. Su hermano Heral, el gran heredero, estaría muerto de envidia. Dos pájaros en un solo tiro se podría decir.Y más que eso, su nueva esposa era encantadora, tranquila, una falsa Duquesa, pero nadie lo sabía sino nosotros. Si eso no era poco, yo estaba convencido de que él tenía sentimientos por el
Azaleia—Créame que realmente ha tenido mucha suerte. Ese escorpión no era cualquier cosa. He visto como matan a un caballo de un solo pinchazo, pero jamás los había visto en estas tierras— me decía Dashi mientras me preparaba para dormir. —Pues es todo gracias a Till. Eres un muy buen zorrito me has salvado la vida— le digo a Till mientras le hago cariño y rasco detrás de sus orejas, algo que parece encantarle — Y pensar que querían alejarte de mí. Eres el mejor guardián, el mejor zorrito del mundo— le digo de forma cariñosa y juraría que me entiende por qué casi que lo veo sonreír. —Tienen una buena conexión, además usted también la salvo la vida a él. Los animales entienden eso, y los zorros son muy leales— exclama Dashi sonriendo viendo nuestra interacción.—¿Sabe? Solo a los nobles se le suelen acercar las criaturas así y tienen ese tipo de interacción. Till es adorable, pero no es un animal doméstico. Solo la sangre noble logra domesticar hasta las más feroces bestias — dice e