— ¡Mi alma!… ¡Qué bueno que ya estás de pie!—exclama Ludmila, parándose frente a mí y tanteándome el rostro con cariño. Su actitud me hace sentir como si fuera algo que no disfruto desde hace mucho tiempo, ése cariño maternal que te toca directamente el corazón. — ¡Estábamos tan preocupados porque no despertabas!— agrega Ludmila, siendo muy amable y calurosa.Desde el momento en que la vi aparecer, sentí que iba a ser así.Decido que instantáneamente esta mujer me va a gustar se ve amable y tal como se vería la figura de una mujer encargada de la casa.—Ya me logro imaginar… Estoy seguro de que no solo Dereck está puesto aquí para cumplir los deseos de Alhelí. — digo en voz alta y escucho como todos se sueltan en carcajadas.—Pero yo jamás hice nada…—susurra ella sonrojada. —Los maravillosos son ellos que me han mostrado cariño desde que llegué.—agrega, mirando a Daniel como si fuera su mundo.Él gruñe como malhumorado y ella deja de mirarlo, posando su mirada avergonzada sobre el azu
Ella está asomándose disimuladamente detrás de una cortina de las ventanas, observando la salida de Derek.Ésta chica está realmente enamorada.—Así que ahora te dedicas a espiar a las personas a través de la cortina, ¿eh?— le pregunto divertido y la veo dar un salto asustada.— ¡¿Tú que haces ahí?!—pregunta en un grito agudo.Comienzo a reír y ella se sonroja.—No me parece gracioso, la verdad. — responde un poco irritada por mi actitud divertida.—Si tanto te gusta Dereck, ¿por qué no te has atrevido a invitarlo a salir?— pregunto totalmente curioso por su actitud.Han estado muy cerca, por Dios.¿Cómo no iban a dejarse llevar por lo que sienten en cualquier momento?¡Viven en la misma casa, jod3r!—Cla-cla- ¡Claro que a mí no me gusta Dereck!—exclama ella y camina hacia el pasillo, huyendo de mí.— ¿Por qué estás huyendo ahora mismo?—le pregunto, siguiéndola.—Te digo que estás equivocado… Solamente estás creando una idea loca en tu mente para distraerte porque te sientes aburrido
Paso a través del umbral de la puerta de entrada a la casa y me encuentro con que toda la familia me está esperando.Expectantes sobre las respuestas que me dieron en la comisaría.O la falta de ellas, pienso.— ¿Qué te dijeron? ¿Te tomaron la denuncia?—pregunta Pablo rápidamente, poniéndose de pie.— ¿Lograste hacer la denuncia?— pregunta Jaspe casi al mismo tiempo.— ¿Si te dejaron firmar la denuncia?—cuestiona con preocupación el Sr. Carnelutti, interrumpiendo a Jaspe.Los tres siguen explotando en preguntas de acaloradas y yo respiro profundo.—A ver… Déjenme llegar a la casa al menos, para poder darles bien la información. —digo y Lucas me quita el bolso de las manos, ayudándome. —Sí, gracias, Lucas… Necesito quitarme este abrigo ahora mismo. —exclamo sofocada por el calor que hay en el interior de la casa. Coloco el abrigo en su lugar del gancho, detrás de la puerta de la entrada.Una vez que lo hago todos caminan conmigo hasta el comedor.Allí me encuentro con mi plato servido
Me quedo un poco pasmado. No por la llegada de Dereck, sino porque para mi sorpresa él trae en su mano un sombrero de paja bastante grande.—Es para ti.— indica casi en el cuello de Alhelí, tragando forzosamente.Habla y la mira como si ella fuera la única persona aquí.Le habla sin siquiera darme una mirada.No es que me interese su atención, pero… ¡Joder con éstos dos y su negación de sentimientos!A juzgar por el tono de su voz y su ceño fundido está molesto… Automáticamente asumo que está molesto porque estoy solo con Alhelí atendiendo a las flores.¡No es como si me hiciera feliz estar acá bajo el sol, amigo!¡Sólo digo!¡Qué suerte la mía!, pienso indignado.Siempre que Dereck me encuentra cerca de Alhelí, es en una situación que puede darle celos, pero el idiota nunca los demuestra.Bueno, no más allá de los gruñidos y las miradas de odio que me da cada que me ve.—Hola, Dereck.— digo saludándolo y el muy idiota sólo levanta el rostro. Me mira como si ni siquiera hubiese notado
Pasan los minutos y de pronto siento que el tiempo parece volar.Desde que regresé a mi habitación, he estado con la mente hecha un desastre.Las palabras de Julie sobre no tener pareja para ir a la gala se repiten en mi mente una y otra vez.Es que me indigna que algo tan estúpido como pensar en que ni siquiera recuerdo si yo tenía pareja, me pone la cabeza mal y me da cierto sabor de desazón, como si por alguna razón sintiera que debo sentirme culpable por no recordarlo.Me acuesto boca arriba en la cama y trató de buscar en los rincones de mi mente.Intento encontrar alguna imagen, algún sonido o algún olor… Algo que me recuerde alguien, cualquier persona, de mi pasado.No es justo sentirse así.Ni siquiera sé porque estoy aquí… Y a pesar de que han sido tan buenos conmigo, quisiera salir corriendo y encontrar a las personas que me conocían antes de este suceso.Estoy seguro de que tengo una historia.Estoy seguro de que alguien allá afuera debe estarme buscando, ni siquiera sé qué
— ¿Qué avanzáramos?... Pero ¡¿qué es lo que te pasa?!—le grito molesta a Carlos y él sigue manteniendo su rostro impactado.Oh, ¿ahora no se puede creer mi reacción?¿Qué esperaba el idiota?¿Qué le comiera la boca?—Creí que me estaba enviando señales, Dina…— responde él tartamudeando en un tono de voz que no había usado nunca conmigo.— ¡Nunca te envié señales! ¿Qué no ves que estoy luchando por encontrar a mi esposo?... ¡¿Cómo crees que voy a estar pensando en tener algo contigo?! ¿O que simplemente te estoy enviando señales de algún tipo para qué? ¡sí sólo eres mi amigo y no me interesas otra manera!—le gritó molesta, sintiéndome verdaderamente enfurecida porque si quiera se le ocurra pensar que en mi situación yo esté intentando algo con él.Imbécil.—Pero, ¿qué quieres que te diga entonces? ¿Que malinterpreté todas las veces que te fuiste conmigo en el auto?, ¿Y todas la veces que te quedaste hasta tarde que en el taller conmigo trabajando? ¿Y que dices de la risa y los momento
El cansancio de la caminata del día anterior me abruma y mis piernas duelen para el momento en que llego a la Comisaría.Tomo asiento en el área de espera y me doy cuenta de que soy la única esperando.El tiempo comienza a pasar y nadie me indica que pase a algún cubículo.Los oficiales pasan de aquí para allá sin siquiera mirarme y mi desesperación aumenta a niveles infinitos.Entre el Tic Tac del reloj y contar cuántas donas se han comido los oficiales que veo pasar, se va una hora entera en la que no sé nada sobre el caso de Daniel y me comienzo a exasperar.¿Me están ignorando, acaso?¿Están de alguna forma fingiendo que no me ven?Veo a un oficial caminar frente a mí y me pongo de pie.Mi movimiento hace que me note en milisegundos.—Oficial, ¿cómo está?... Me gustaría saber el estado actual del caso de mi esposo. — le digo, agradecida con el cielo de haber conseguido su atención.— ¿Cuál es el nombre de su esposo?—pregunta sin mucha ceremonia.—Daniel Carnelutti. —digo rápidamen
Observó la hoja que me entregó la mujer que vino hace algunos minutos.Tiene la dirección de un departamento y un nombre.GIOVANNI BIANCO, se lee en ella. El nombre está impreso en letras entre doradas y plateadas.Decidida a conocer a mi nuevo jefe, camino hacia la dirección que está indicada en la tarjeta.Subo un par de pisos y para mi sorpresa me consigo con un taller que es tres veces más grande que el taller en el que he estado trabajando desde que llegué.En el fondo del taller puedo apreciar un increíble escritorio de madera, detrás del escritorio se encuentra sentado un hombre bastante musculoso de cabello castaño claro y piel blanca como la nieve.—Buenas, soy Dina Carnelutti… Vengo porque recibí esta tarjeta de parte de la señora Rose. —digo y levanto la tarjeta en mi mano, al tiempo que el hombre levanta la mirada de su trabajo.Lo primero que me impresiona es la expresión de su rostro, luce va bastante asombrado y sus ojos color miel parecen ser oro líquido al momento en