Han pasado varios días desde el incidente en la ladera. Andrew no ha venido a las citas que teníamos programadas ni a las cenas ni comidas.
Empiezo a pensar que se ha echado atrás. Nuestro trato de ser amigos era lo mejor que me había pasado desde que llegamos, y ahora vuelvo a estar sola.
He intentado varias veces salir a los jardines, pero no me lo han permitido. Tal vez he hecho algo que no le ha gustado al rey o puede que corramos peligro. Debería irme a casa, allí estoy segura y no hay tantos secretos.
Hoy mis doncellas no han venido a prepararme. Ayer estaba tan enfadada y triste a la vez, que las amenacé con que si aparecían hoy por aquí podían buscarse otro trabajo. No esperaba que se lo tomaran al pie de la letra...
Busco unos pantalones de tiro alto con unos grande botones plateados, si no voy a tener ninguna cita con Andrew ni a cenar con él o sus padres,
Hay tantos guardias apuntándonos con las pistolas que temo moverme. No me gusta ver tantos cañones de pistolas en mi dirección.La única protección que puedo tener, es intentar hacerme más pequeña encogiéndome sobre mí misma, pero el hombre que me agarra no me lo permite.Tampoco puedo dejar que lo maten. Si es cierto lo que sospecho. Habla desde el miedo y el hambre. Esta comentiendo un acto atroz aún sabiendo que puede costarle la vida. Eso sólo puede ser desesperación.— ¡Suelta el cuchillo! — Grita uno de los guardias — no vamos a permitir que escapes.Lo aprieta un poco más sobre mi cuello.— Si antes de que me matéis acabo con ella, habrá merecido la pena.Nada de lo que le he dicho ha logrado convencerlo ni un poco de que estoy de su parte. Si yo hubiera pasado toda mi vida rodeada de miseria y lo hubiera provocado la gente como yo, tampoco me creería. No puedo culparlo por ello.— Antes de que hagas cualquier movimiento ya habremos d
Esta sentado en el sucio suelo con la espalda pegada a la pared. Tiene la vista fija en el techo, hasta que poco a poco la posa sobre mí.— ¿A qué has venido? — pregunta transformando la cara en una mueca.Ni yo lo sé. Supongo que he bajado sin permiso para que me de alguna explicación, para intentar comprenderle o simplemente, para verle el rostro antes de que lo ejecuten.— ¿Tienes familia? — pregunto deseando que diga que no.— Tres hijos y una esposa que no puede trabajar.— Por qué entraste anoche?— Porque tu dinero no puede caer en manos del rey.Miro hacia el fondo del pasillo. Mi mentira tiene que durar lo suficiente como para comprender lo que está ocurriendo.— ¿Por qué?— Porque solo lo quiere para controlar más a la gente con sus guardias y sus armas. Nos morimos de hambre, por si no lo sabes — suelta una risa cansada — tu dinero traerá muerte.— ¿Por qué? — susurro.Sus palabras me han afectado. Mi diner
Conforme se acerca la hora me doy cuenta de que todo es una locura. Me la voy a jugar, me voy a poner en peligro solo para salvar a un desconocido que intento matarme... Muy lógico.Camino por la habitación. No puedo sentarme y simplemente esperar. Coloco una mano sobre mi pecho para sentir el corazón que me va a mil.Unos golpes en la puerta detienen mis pasos. Una de las doncellas nueva corre a abrir, estoy tan nerviosa que no recuerdo ni su nombre.Andrew asoma la cabeza. Lleva un traje azul marino y una corbata. Esta noche el rey ha decidido que para celebrar que el altercado no fue a mayores y que no ocurrió nada que tuviéramos que lamentar, vamos a cenar por todo lo alto, así que yo también llevo mis mejores galas. Un vestido palabra de honor blanco con unos toques difuminados lilas. Llevo el pelo suelto a escepción de unas pocas horquillas que entrelazan dos trenzas.— ¿Cóm
Toda la guardia viene a nuestro encuentro antes de que podamos poner un pie dentro.- La voy a llevar a la enfermería - informa a los que se han acercado - dice que han huido hacia el oeste.Sin preguntar ni cuestionar nada. Salen corriendo hacia el interior del bosque.Conforme avanzamos por los pasillos todos esta desierto, no hay nadie en sus puestos. Los guardias, mayordomos, doncellas o cocineras, ni un alma se ve.- ¡SOLTADME! - la voz de Andrew traspasa una puerta.El guardia que me lleva en brazos no aminora el paso. Continúa impasible hacia la enfermería.Tras nosotros una puerta se abre de golpe clavándose el pomo contra la pared.- ¡MALDITOS INUTILES! - Grita Andrew enfadado corriendo hacia nosotros - ¿Qué ha pasado?Me gira con cuidado la cabeza para ver la herida. Sin decir ni una palabra, obliga al hombre que me lleva a soltarme para cargarme él. Cierro los ojos cruzando los dedos para que no se note el rubor que se ha ap
Golpean la puerta sin descanso. Con cada golpe, la madera vibra y el marco tiembla. Retrocedo hasta pegarme a la pared. No puedo hacer nada, van a entrar. Un nuevo golpe provoca que la puerta ceda y termine colgando de una bisagra.— Aquí estás — afirma.Son tres hombres de unos cincuenta años aunque aparentemente bastantes más.— Nos ha costado bastante dar contigo — vuelve a hablar el que parece el cabecilla.Tiemblo de pies a cabeza en unos movimientos incontrolables. No sé cómo ni porque, pero sé lo que va a ocurrir.Se acerca sin ningún miramiento, me agarra por los brazos y tira de mí para obligarme a andar. Tiene los dientes podridos, negros y rotos. Aparto la mirada para quitarme la imagen. Los otros dos hacen todo lo que dice. Es el que manda.En cuanto salimos al pasillo sacan unas pistolas que llevaban escondidas. Al cruzar la primera esquina una pareja de guardias nos ven.<Estoy salvada>Todo sucede tan rápido que me
Rebusco entre toda la ropa que he traído. Tiene que haber algo informal entre tanto vestido. Abro y cierro cajones mientras voy dejando la habitación llena de ropa por todas partes.Por fin, escondido al fondo de uno de los cajones encuentro un pantalón elástico y una camiseta ancha de tirantes. No sé en qué momento decidí que traer este conjunto era buena idea, pero me alegro de haberlo hecho.Me coloco frente al espejo para peinarme e instintivamente mis ojos se centran en el golpe de la frente. La herida está tapada con una gasa, pero alrededor se ha empezado a formar lo que en unos días será un hematoma. Tenía dudas sobre dejarme el pelo suelto o recogerlo en una simple coleta. Lo más cómodo es recogerlo, así que eso hago.Podría pasear por la ciudad y nadie me reconocería sin tantas joyas, vestidos caros o maquillaje. Parezco una chica normal y co
Los cuatro estamos sentados en butacas de cuero negro, en un vano intento de hacer las exigencias de mi padre menos exigentes. Convertirlas en una reunión informal y amigable.En silencio, atiendo a los dos Reyes discutir sobre seguridad. Había pensado mucho en lo orgullosa que estaría mi madre por mi comportamiento. Arriesgarme por salvar la vida de un hombre, pero no me había parado a pensar que mi padre se podía preocupar.— He traído a mis veinte mejores hombres para que se queden y velen por la seguridad de mi hija — suelta mi padre dando a entender que la guardia del rey Maximilian no está preparada — la acompañarán en todo momento, vigilarán su habitación por la noche y cualquier cambio en las rotaciones o en la guardia se les notificará con un día de antelación.Maximilian lo mira impertérrito. Nada en su semblante muestra que esté molesto.— No tengo problema en acoger a tu guardia.Mi padre asiente. Tacha una línea de la hoja que lleva en la m
El comienzo del verano es cálido, pero llevar la ropa mojada con el aire golpeando el cuerpo provoca que cada poco rato un escalofrío me recorra.Mathew acomoda la toalla sobre mi cuerpo tapándome los hombros mientras Andrew recoge la manta y la cesta del picnic. Se ha quitado la camisa mojada y ahora tiene el pecho descubierto. Procuro no mirarlo demasiado y a cada rato me sorprendo admirándolo.— ¿Qué haces aquí? — pregunto para centrar mi atención en otra cosa que no sean los músculos en tensión de Andrew.— Soy parte de los veinte hombres que te van a proteger.Andrew llega hasta nosotros. Quita la toalla húmeda de mi cuerpo y coloca la manta calentada por el sol.— Vaya, siento que te hayan obligado a venir. Protegerla es difícil — coloca la mano sobre su boca como si fuera a contar un secreto — se mete en problemas cada dos por tres.Mathew ríe educadamente.— En realidad me ofrecí voluntario. No podía permitir que la vida de katie cor