Mis cariñitos las he tenido algo olvidadas, lo lamento. les voy a dejar dos capítulos de una!!
AlessandroNada más colgar, siento cómo la atención de Valeria se vuelve completamente hacia mí. Apenas me da tiempo de dejar el teléfono cuando empieza a bombardearme con preguntas, su voz llena de preocupación.—¿Qué ha ocurrido? ¿Sabe algo? ¿Por qué quiere vernos ahora?La veo claramente inquieta, y no me sorprende. Valeria ha estado luchando por cada pequeña victoria en este asunto, y sé que cada nuevo problema la sacude más de lo que quiere admitir.En lugar de contestar de inmediato, me acerco a ella y sé que si quiero que siga siendo la versión segura y empoderada en la que está convirtiendose, debo hacer algo.Entonces una idea cruza mi mente segundos antes de que una sonrisa traviesa comience a formarse en mis labios. Antes de que pueda reaccionar, la tomo de los muslos, levantándola de la cama en un movimiento rápido.—¡Alessandro! —grita sorprendida, mientras sus piernas automáticamente se enredan alrededor de mi torso, y la sábana cae al suelo. Su risa se mezcla con el des
ValeriaEl aire en el despacho de Vanucci se siente denso, como si cada palabra que sale de la boca del abogado pesara sobre mis hombros. Sigo mirando los papeles, las firmas falsificadas, esos malditos cheques que llevan mi nombre. ¿Cómo ha sido posible que todo esto ocurriera sin que yo supiera nada? Es como si mi vida no me perteneciera, como si todo a mi alrededor fuera una trampa, una mentira.Siento la mano de Alessandro aferrándose a la mía con fuerza, un ancla en medio de esta tormenta de pensamientos que amenaza con arrastrarme. Me esfuerzo por concentrarme, pero las palabras de Vanucci reverberan en mi cabeza."Cheques retirados a nombre de Valeria Fiore."No, no puede ser. Yo no retiré esos cheques. Jamás tuve acceso a esa herencia. Emilia ha estado manejándolo todo, robándome, manipulándome... y ahora esto. La voz de Alessandro me trae de vuelta al presente, su tono firme y decidido me calma de una forma extraña.—Lo sé, mocosa. Esto debe ser otra de las obras de Emilia. —
AlessandroLlegamos a la empresa Fiore, y puedo sentir la tensión de Valeria antes de siquiera girar la cabeza para mirarla. Sus manos están inquietas, retorciéndose nerviosamente en su regazo. Es un gesto sutil, pero inconfundible. Sabe lo que está por venir, y aunque ha mostrado mucha más fuerza últimamente, es imposible ignorar lo que Emilia representa para ella: una sombra oscura que la atormentó durante años. Una sombra que convirtió su vida en una pesadilla, la torturó psicológica y físicamente, la denigró a ser poco más que una sirvienta y, como hemos descubierto recientemente, le arrebató mucho más que su libertad. Le robó la vida de sus padres y la herencia que le correspondía por derecho.Miro a Valeria y siento una oleada de rabia mezclada con una necesidad intensa de protegerla. No permitiré que Emilia vuelva a tocarla, no dejaré que esa m*****a bruja le haga más daño. Me repito que es porque Valeria ahora es una Rossi, mi esposa, y por lo tanto, está bajo mi protección. P
AlessandroEl silencio llena la oficina por completo, Ahora mismo podría caerse un alfiler y se escucharía como una bomba a nuestro alrededor, sin embargo sé que eso no va a durar demasiado. Emilia se queda callada por un momento, como si intentara procesar lo que acaba de escuchar. Sus ojos se mueven frenéticamente de Valeria a mí, buscando algún indicio de que esto es una broma, una mala jugada. Pero sabe que no lo es. La realidad la golpea de frente.—Eso no puede ser —balbucea finalmente, su voz llena de incredulidad—. Valeria no sabe nada de empresas, tecnología o autos. ¡Va a llevar la empresa a la ruina!Antes de que pueda abrir la boca para replicar, Valeria se adelanta, su voz más fuerte y firme de lo que esperaba.—De hecho, tía —dice, con la cabeza bien alta—, sé bastante sobre autos, diseño y tecnología. Mi padre me estaba preparando para esto.Emilia se queda sin palabras. El desconcierto en su rostro es casi satisfactorio, pero no he terminado.—Además, Emilia querida —a
EmiliaEl maldito lisiado. Lo veo tan claramente en mi mente, con esa sonrisa arrogante, esa mirada llena de superioridad mientras me despoja de lo que me pertenece. Sujeto con fuerza el borde de mi escritorio, mis uñas clavándose en la madera. La rabia me quema por dentro, y me cuesta respirar de la furia que siento. Todo estaba bajo control. Durante años, he trabajado para construir esta vida, para ser la única que controle esta empresa. Y ahora... ahora llega Alessandro Rossi, arrastrando a esa niñata, y de un plumazo, pretende arrebatármelo todo.El teléfono vibra en mi mano, y sin pensarlo dos veces, marco el número de Ramón. Él debe saberlo. Debemos movernos rápido. No hay tiempo que perder.—¿Qué demonios pasa, Emilia? —responde Ramón, su voz cansada y algo irritada al otro lado de la línea.—¡Alessandro! —escupo su nombre con un odio visceral—. El maldito lisiado ha venido a sacarme de la empresa. Ya no hay más tiempo, Ramón. Tenemos que empezar a actuar ahora.Puedo escuchar
ValeriaEl aire frío golpea mi rostro en cuanto salgo de la empresa Fiore. Todo mi cuerpo tiembla, y no estoy segura si es por los nervios o por la adrenalina que aún corre por mis venas. Acabo de enfrentar a mi tía, Emilia. No directamente, no como hubiera deseado, pero lo hice. Y aunque no la confronté como quería, este es el primer paso, y ese simple hecho me llena de una paz inesperada.No puedo creerlo. Por primera vez en mi vida, me mantuve firme ante ella, ante esa mujer que ha controlado mi destino durante años. Pero mientras Alessandro y yo nos dirigimos hacia el coche, esa paz comienza a mezclarse con una inquietud que no puedo ignorar. ¿Por qué me pidió salir de la oficina? ¿Qué fue lo que realmente pasó entre ellos cuando me dejó afuera?Nos acomodamos en el asiento trasero del coche, y el silencio entre nosotros se vuelve insoportable. El rugido del motor se mezcla con mis pensamientos dispersos. No puedo quedarme con la duda.—¿Qué le dijiste a Emilia cuando se quedaron
Valeria Mis paalbras están flotando en medio de ambos y mi corazón parece estar corriendo una maratón.Ahora Alessandro parece más confundido que nunca.—Bueno, vas a tener que ser más específica, porque no estoy entendiendo una m****a. ¿Qué se supone que hice ahora?Cierro los ojos por un segundo, decidiendo que ya es hora de ser valiente. Si esto va a ser el fin de lo que sea que haya entre nosotros, entonces que así sea. Respiro hondo y abro los ojos, encontrándome con su mirada intensa.—No has hecho nada malo —le digo, mi voz baja pero firme—. Todo lo contrario, y es justamente por eso que no estás siendo justo.Alessandro se queda en silencio, y antes de que pueda interrumpirme, continúo.—Me has dicho que no puede haber sentimientos en este matrimonio. Que podemos ser amigos, socios, compañeros… pero no puede haber amor. —Las palabras salen atropelladas, pero no puedo detenerme ahora—. Sin embargo, me has defendido cuando me han lastimado. Me has protegido cuando han querido h
AlessandroUn desastre. No hay otra forma de describir lo ocurrido con la mocosa y esta vez tengo que admitir que no estuve en mi mejor momento.“Amabilidad y empatía” Joder, hasta yo puedo aceptar que lo que hay entre los dos es mucho más que eso, pero la verdad es que no quiero hacerlo, No puedo, porque aceptarlo sería hacerlo real.Y es que ya han pasado tres días desde aquella m*****a discusión con Valeria, y cada vez me siento más frustrado. Desde entonces, he estado quedándome hasta tarde en la empresa, intentando ahogar mis pensamientos en trabajo, pero ni siquiera eso parece funcionar. Cada vez que llego a casa, Valeria ya está dormida, y aunque compartimos el mismo techo, parece que estamos más distantes que nunca. Las pocas veces que hemos hablado han sido exclusivamente sobre Emilia y cómo, sorprendentemente, cedió a dejarle la presidencia de la empresa a Valeria sin pelear. Esa mujer siempre tiene una jugada oculta, y el hecho de que se haya rendido tan fácilmente me tien