Cariñitos, acabo de mudarme y no me habían instalado el internet, asi que he tenido días sin poder escribir, sin embargo aquí les dejo un capítulo!! Besoooooos.
ValeriaLos últimos tres días han sido una pesadilla. No sé cómo es posible que todo lo que había empezado a construirse entre Alessandro y yo se haya desmoronado tan rápido. Es como si todo lo que habíamos avanzado se hubiese evaporado de la noche a la mañana. Y aunque intento convencerme de que debería importarme menos, la verdad es que duele mucho más de lo que imaginaba. Acepto que he empezado a desarrollar sentimientos por Alessandro, pero jamás pensé que su rechazo me pudiera afectar tanto. Es como si, de repente, me hubiese arrancado algo dentro.Estoy en el jardín de la casa, el lugar que se ha convertido en mi refugio. Las flores a mi alrededor me brindan algo de paz, pero no la suficiente. Hoy recibí la visita del abuelo Rossi, lo cual me ayudó a olvidarme por un rato de todo el caos que llevo dentro. Aunque odio mentirle. El anciano me ha cautivado por completo, y los recuerdos de mi infancia, aquellos días en que él me llamaba “la pequeña princesa Rossi”, han regresado casi
AlessandroLlego a la casa tan rápido como el límite de velocidad legal se lo permite a Lorenzo. Las palabras del abuelo no se alejan de mi cabeza ni un segundo y solo consiguen que la rabia que tengo dentro se intensifique al pensar en la mocosa con otro hombre.Es que para empezar ¿Cómo es que Rosa lo dejó entrar?Un gruñido sale de mi y odio más que nunca tener que moverme en esta m*****a silla de ruedas, cuando lo único que quiero es llegar lo más rápido posible hasta Valeria.Cuando entro en la sala veo como los ojos de Rosa se quedan fijos en mí y ni siquiera espero a que me diga algo antes de preguntar:—¿En dónde está?—la pregunta ha salido con una calma que contrarresta totalmente con lo que estoy sintiendo por dentro.Por la forma en la que Rosa me mira, sé que ella sabe que mi calma es superficial, sin embargo no duda un instante en levantar una mano y señalar hacia el fondo antes de decir:—En el jardín trasero.No lo pienso más y muevo la silla de ruedas hacia allá, pero a
AlessandroNo puedo sacudirme la rabia que corre por mis venas. Todo en mi vida se siente como un maldito caos últimamente, y la situación con Valeria no hace más que empeorarlo.Estos últimos días, desde que discutimos, he intentado mantenerme ocupado, pero la realidad es que estoy dando vueltas en círculos. Ella me evita, se encierra en la habitación temprano, y lo peor es que no puedo dejar de pensar en ella. En su mirada herida, en cómo mis palabras la afectaron. Sé que fui cruel, pero no sé cómo arreglar esto.Llamo a Matteo para intentar aclarar mi mente, al menos un poco. Necesito hablar con alguien que no esté dentro de mi cabeza.—¿Qué demonios ha pasado ahora? —pregunta Matteo en cuanto atiende la llamada, su tono cansado pero familiar.Me paso una mano por el cabello, frustrado.—Es Valeria —digo, aunque esas palabras parecen una admisión más pesada de lo que esperaba—. Tuvimos una discusión hace tres días y no hemos podido resolverlo. Hoy, llegué a casa y la encontré abraza
ValeriaEstoy encerrada en lo que solía ser mi antigua habitación, pero ahora se siente como una cárcel. El aire es pesado, cada rincón parece cerrado, opresivo, y el dolor en mi pecho es insoportable. Lo que más duele no es la discusión que tuve con Alessandro hace días. Es algo mucho más profundo, más devastador. Nunca pensé que me estuviera usando. A pesar de todo, había creído que al menos me había sido honesto. Que, cuando me dijo que no debía hacerme ilusiones con este matrimonio, me lo dijo para protegernos a ambos. Pero no, resulta que todo ha sido una mentira.Mi corazón late tan rápido que siento que va a explotar. Intento respirar, pero cada bocanada de aire se siente como una punzada en el pecho. El matrimonio, las razones por las que acepté, todo lo que me dijo... todo fue manipulado. Usó la memoria de mis padres, usó mi dolor y mi nostalgia para convencerme, para envolverme en esta trampa.Siento un nudo en la garganta que amenaza con asfixiarme. La rabia y el dolor me
AlessandroEl día siguiente llega con una pesadez que nunca había sentido antes. Apenas he dormido. Cada vez que cierro los ojos, veo el rostro de Valeria, su dolor, su decepción, y la desesperación en sus ojos cuando se desmayó anoche. He pasado la noche junto a su cama, observando su respiración constante, pero ni siquiera eso me ha dado paz.Estoy en un estado de agitación constante, como si estuviera a punto de perderlo todo y no tuviera la más mínima idea de cómo detener la avalancha que viene hacia mí.Mi mente está hecha un caos. La conversación que tuvimos antes de que se desmayara no ha dejado de repetirse en mi cabeza. No me deja en paz. La escucho una y otra vez, recordando cómo le dije que todo comenzó por la herencia. El dolor en su voz, su pregunta final: "¿Por qué nadie puede quererme de verdad?" Esa frase me persigue como un fantasma, y no sé si podré recuperarme de lo que hice.De repente, la puerta se abre, sacándome de mis pensamientos. Rosa entra en la habitación co
ValeriaMe despierto con un dolor de cabeza tan fuerte que me cuesta abrir los ojos. Todo está borroso, y lo primero que escucho es una discusión a lo lejos. Las voces son graves, tensas, aunque no logro identificar quiénes son. Intento levantarme de la cama, pero el mundo a mi alrededor comienza a tambalearse, como si estuviera en un barco en medio de una tormenta.Me sostengo de la cama, el vértigo golpeándome tan fuerte que siento que voy a desmayarme de nuevo. Sin pensar mucho más, corro hacia el baño, apenas llegando a tiempo para vaciar lo poco que tengo en el estómago.El sonido de la puerta abriéndose a mis espaldas me toma por sorpresa. Escucho los pasos apresurados de Rosa y su voz preocupada llenando el espacio.—¿Estás bien, niña? —pregunta mientras me sostiene el cabello.Asiento débilmente, tratando de calmar mi respiración entrecortada.—Solo me mareé al despertar —digo, aunque mi voz suena tan frágil como me siento.Rosa suspira, con una mezcla de preocupación y alivio.
AlessandroTodavía me resulta difícil procesar todo lo que ha pasado en las últimas horas. Estoy en el estudio con el abuelo, Valeria y Matteo, y los cuatro estamos en una especie de tregua incómoda. El abuelo ha insistido en que Valeria esté presente en la planificación del contraataque.Lo cierto es que después que le dije que ibamos a divoricarnos ella no ha dicho demasiado. Una parte de mi esperaba que se negara, que me dijera que no quería el divorico, pero supongo que eso es pedir demasiado.El punto es que el abuelo la convenció de estar presente y no tengo fuerza ni ánimo de llevar la contraria. Según él, es tan parte de esta guerra como cualquiera de nosotros, y merece saber cada detalle. Pero verla sentada al otro lado de la mesa, tan cerca y tan distante a la vez, me revuelve el estómago. Me he acostumbrado a tenerla cerca, a preocuparme por ella, y ahora parece que cada vez que me mira, ve un extraño.El abuelo se sienta con los hombros caídos, claramente afectado. La trai
RamónEl sol apenas asoma en el horizonte cuando llego a la empresa. La mañana es fría y el aire tiene un toque de humedad, pero yo me siento más vivo que nunca. El día de hoy marca el inicio de algo grande. La presidencia de la empresa finalmente ha caído en mis manos, y Alessandro, el inútil, me la ha entregado en bandeja de plata. Puedo ver el desconcierto en los ojos de algunos empleados mientras camino por los pasillos. Saben que algo ha cambiado, pero no tienen ni idea de cuánto.Cuando llego al vestíbulo principal, un grupo de empleados se reúne para escuchar el anuncio. La sala de reuniones está llena, y puedo sentir la tensión en el aire. A un lado, Alessandro, todavía en su silla de ruedas, hace un esfuerzo patético por mantener una expresión digna. Es casi irónico, teniendo en cuenta que hoy, de todos los días, ha tenido que bajar la cabeza.—Buenos días a todos —dice Alessandro con voz firme, aunque sé que le cuesta mantenerse en pie, al menos en sentido figurado—. Como mu