Capítulo 2

Yo: —¿A qué te refieres con que son lindas y como rayos conseguiste mi número?

Desconocido: —Verás, ambas preguntas son tontas, así que optaré por ignorarlas —elevé mis cejas—. El punto aquí, señorita Campbell, es que tengo su equipaje y estoy hurgando en él y a menos de que quiera que lo siga haciendo, tendrá que venir personalmente a recogerlo.

Yo: —¿Estás loco? Ni siquiera sé en qué hotel estás y como sigas hurgando en mis cosas, te mataré ¿me escuchaste? Enviaré a alguien por mi equipaje y más te vale devolverlo.

Desconocido: —¡Uff! Esta tanga de color blanco es mi favorita, sin duda me masturbaré con ella —abrí mi boca, ofendida.

Yo: —¡Escúchame bien, degenerado! No ...

Desconocido: —¡Ohh! Pero qué tenemos aquí —me interrumpió—. Eres una traviesa, ¿cierto, Charlize?

«Hay, madre, ha encontrado mi vibrador. ¿Y ahora qué hago?»

Yo: —¿Sabes? Deberías dejar de hacer eso o haré lo mismo con tu equipaje, el cual, está en mi habitación.

Desconocido: —Pues deberías hacerlo, tal vez encuentres calzoncillos de paracaídas en él, ya que no es mi equipaje.

Yo: —¿Y cómo estás tan seguro, listo?

Desconocido: —Porque estoy viendo el mío ahora mismo.

«¡Mierda!»

Yo: —¡Está bien, degenerado! Iré yo misma por mi equipaje, pero ya deja de hurgar en él. Dame tu ubicación.

Desconocido: —Es una lástima que hayas entrado en razón, me hubiese encantado saber que más traes en esas maletas, pero soy un hombre de palabra, así que ...

Yo: —Hay ya déjate de estupideces ¿quieres? Y dime dónde estás —sonrió.

Desconocido: —Hospedado justo a tu lado izquierdo.

«¿Eh?»

Los idiotas de la aerolínea sólo se habían equivocado de habitación al enviar el equipaje.

Yo: —Espera, ¿tú eres el pasajero 24 B?

Desconocido: —Eso es correcto, ¿cómo lo sabes? —habló divertido.

Yo: —¡Pedazo de idiota! Me escuchaste discutir con aquella señorita en el aeropuerto, sabiendo que tú tenías mi equipaje.

Desconocido: —Corrección, no estaba seguro, aunque como ya sabes, no soy un viejo barrigón, pero si no llegas en un minuto y contando, comenzaré a masturbarme con tus tangas.

Yo: —¡Imbécil! —colgué.

Salí de la bañera e inmediatamente, rodeé mi cuerpo con una toalla y caminé a la habitación para tomar el teléfono, en cuanto recepción contestó, pedí a un chico del servicio para que me ayudara con mi equipaje, enseguida, colgué y salí de la suite sin tomarme la molestia en vestirme.

Miren más de cerca esta escena.

Yo, caminando en medio del pasillo, descalza, semidesnuda, con gotas de agua, deslizándose por mi cuerpo y con cierto gesto de enfado en mi rostro ... A mis costados, personal del hotel y un par de huéspedes antes de entrar a su habitación, observándome asombrados, pero no me interesaba, prefería correr en toalla por todo el hotel que permitir que aquel idiota, continuara observando mis cosas.

—¡Abre, pedazo de estiércol! —golpeé la puerta y él abrió, ipso facto.

Su sonrisa comenzó a borrarse en cuanto me observó de arriba abajo. «Carajo.» Hasta a mí se me olvidó lo que le iba a decir. El tipo era guapísimo, aunque ya lo había notado por la mañana, pero era más guapo de lo que creí.

Su ropa de playa, mostraba un cuerpo delgado, pero con un buen porcentaje de músculos, alto, —un metro ochenta, aproximadamente—, su piel era bronceada, su cabello castaño, cejas ligeramente pobladas, ojos grisáceos y medianos, pestañas rizadas, su nariz no era tan varonil, sino más bien, un tanto fina, labios rojos como cerezas, —ni siquiera sabía si ese color existía o el metrosexual se los había pintado—, su mentón era fuerte y definido, ... esperen, no olvidemos que hacíamos ahí.

Bofetada mental ... ¡Plazzzz!

—¿Te comió la lengua el gato, tarado? —me crucé de brazos.

—El gato, no —la sonrisa volvió a su rostro—. Tú por otro lado —ladeó su cabeza sin dejar de observar mi cuerpo.

—A un lado, torpe —entré a su suite, empujándolo—. ¿Dónde está mi equipaje?

—En mi habitación —respondió y lo miré—. Sobre mi cama —añadió. Giré los ojos y caminé hacia ella.

En efecto, una de mis maletas estaba abierta, eso sólo me enfureció más. Comencé a guardar unas prendas que estaban afuera mientras que él, estaba apoyado en el marco de la entrada, observándome divertido.

—¿Y me contarás sobre tu mes, semana y día de m****a?

—¿Qué somos? ¿Amigos? —lo miré—. ¡Por supuesto que no, degenerado!

—Tal vez podría ayudarte a mejorar tu día.

—¿No crees que ya lo has empeorado bastante con tu comentario de: "me masturbaré con tus tangas"? —elevé mis manos, exageradamente, haciendo muecas.

—Oye, no deberías culparme por eso que tú fuiste la primera en mencionarlas.

No dije más, cerré mi maleta y comencé a bajarlas de la cama.

—¿Quieres que te ayude con eso?

—¡Puedo sola, gracias! —elevó su manos en rendición.

—Por nada —sonrió y sacó su móvil del bolsillo—. Creo que me tomaré una selfie, ahora mismo, tal vez mientras intentas llevar ese equipaje pesado, tu toalla caiga al piso, entonces tendré mejor contenido para mi masturbación de esta noche.

—¿Por qué no tomas una selfie de esto? —sonreí irónica, mostrando mi dedo medio, el desconocido no tardó en acercarse a mí y tomarla.

—Mhm, veré que puedo hacer con ella —dijo mirando la selfie.

—¿Sabes qué? —me incliné un poco y abrí mi maleta, enseguida, saqué la primera tanga que encontré y se la entregué (para colmo, era la blanca que él había mencionado)—. Que tengas un orgasmo placentero, chico-tanga-masturbador —sonrió, mostrando esos bonitos hoyuelos en sus mejillas.

—Pues gracias —elevó un poco la misma mano que sostenía la tanga.

—Disculpen la interrupción —el chico de servicio, bajó la mirada al vernos—. Creí que me habían solicitado.

—Y así es, por favor lleve todas esas maletas a mi suite —señalé.

—Enseguida.

Con agilidad, el hombre tomó el juego de cinco maletas mientras yo lo observaba y él desconocido me observaba a mí. ... Incómodo, en ese momento que lo pensaba, esto era muy incómodo ¿cómo es que me atreví a entrar semidesnuda a la suite de un desconocido? Estaba completamente loca.

—Hasta pronto, señorita Campbell —el desconocido me sonrió.

—¡Hasta nunca, chico-tanga-masturbador! —salí de la suite.

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