Luego de un par de minutos, logramos estabilizarnos, me encontré preguntándole a James si estaba bien, dado a que su forma de respirar me preocupaba, es decir, creo que no hay persona en el mundo a la que su corazón no se acelere mientras practican sexo, pero James no era cualquier persona, el padecía de una extraña enfermedad y aunque él decía que se sentía perfectamente, no dejaba de preocuparme.

—Háblame de tu amigo —pidió James—. ¿Cómo lo conociste? —sonreí.

—Lo conocí en la universidad, recientemente había llegado de Italia —resoplé divertida—. Recuerdo que demasiadas chicas estaban detrás de él, pero en ese entonces mi amigo aún no estaba seguro de sus preferencias sexuales —sonreímos—. Le rompió el corazón a las chicas cuando conoció a Morris.

—¿Su pareja?

—Si, es un gran chico.

—¿Y cómo llegó su amistad hasta ahora? —me encogí de hombros.

—No lo sé, hicimos mucha química al conocernos, de ahí pasamos muchas cosas juntos, fue gracias a él que pase de ser una simple pasante a u