Blake
Mi corazón se agitó con fiereza mientras los números del elevador se aproximaban a mi departamento. El mensaje de George me tenía nerviosa.
—Tranquila, Blake, tranquila, George no puede darse cuenta que toda la información que te ha pedido está alterada, no se puede dar cuenta que todo lo que te ha pedido hacer, es falso desde hace cinco meses…—el elevador llegó a mi piso, las puertas se abrieron y salí, metí la llave y entré, me dirigí a mi habitación, entré al armario y encendí la luz, busqué el último conjunto que había comprado para la oficina, solté un suspiro al recordar que ese conjunto estaba en el departamento de Christian, me mordí el labio y me regañé mentalmente al olvidar eso.
—Otra vez dormirás con Haggard—pegué
Christian—Ya están las reservaciones…—anunció Blake con la tableta en manos, se la retiré y le acerqué el plato de cereal y el jugo de naranja.—Puedes hacerlo en la oficina, ahorita, desayuna.Ella miró la tableta y le hago señas de que coma algo antes de irnos a la oficina, se mordió el labio inferior y a regañadientes se concentró en desayunar, puse mi mano en su regazo y di un apretón para llamar su atención, ella me miró y sonrió.—Ya estoy comiendo algo…—dijo.—Bien, me parece perfecto. —regresé la mirada al periódico que había dejado a un lado para quitarle esa tableta, había bajado y ya estaba lista antes que yo, había notado unas pequeñas ojeras, señal de que no había dormido bie
BlakeLa visita de Dominica, me alertó. La mirada con la que me observó, me hizo ver que no era bien vista a sus ojos, era una mujer distante y fría. Aunque la última vez que la vi fue en la cena del hotel, hace meses atrás, fui distinta. Miré las puertas dobles de presidencia, ya tenían un largo rato encerrados, me mordí mi labio, estaba nerviosa, busqué mi móvil y mandé un texto a George, "La esposa de Charles está con Haggard, ¿Qué ha pasado?" doy enviar, los nervios aumentan al silencio de George, quizás y no es nada, me regañé mentalmente ya que estoy así por lo que estoy haciendo, antes de desaparecer, me iba a encargar de que Christian no le afectara lo que George intentaba hacer, rompería su corazón, eso era seguro, pero no dejaría que triunfara George por encima de él. Sonó mi m
Christian—…menos de ti. —me sinceré, dije uno de mis más grandes temores desde que estoy con Blake, estaba enamorado, hasta los huesos, temía que, en cualquier momento, no fuese real. No quería pensar en que ella me traicionara. No podía imaginar que haría si ella lo hiciera. Sin duda, me destrozaría.Sus ojos me miraron de una manera que no conocí en este tiempo, se cristalizaron, arrugué mi ceño, intrigado. Retiró su mano de mi pecho, la levantó hacia a mi mejilla, luego la acarició.—Christian...—susurró mi nombre, pero algo me impulsó para atrapar sus labios, ella correspondió, sus manos acariciaron mis brazos, intensifiqué más y más el beso, escuché un gemido, eso me enloqueció, quería más, pero ella detuvo
BlakeManejé hasta el bar dónde se encontraban las chicas, había pensado en ir al departamento a cambiarme de ropa, pero de último momento, lo cancelé. Estacioné mi auto en el estacionamiento que estaba a lado del bar, me solté el cabello y que quité el saco ejecutivo del mismo uniforme, busqué en la cajuela unos zapatos más cómodos, normalmente guardaba cosas para casos de emergencia. Me recargué para retirarme uno de mis zapatos, me puse el otro y así, cerré la cajuela y cuando levanté la mirada, noté un auto blindado muy familiar, arrugué mi ceño, sin duda sería la seguridad de Haggard, presioné mis labios, me aseguré que el auto estuviera cerrado y con mi pequeño bolso me dirigí a la salida del estacionamiento, caminé hasta la entrada del bar, un hombre atractivo me abri&oacut
ChristianBlake y yo salimos de ese bar, íbamos en mi auto, el personal de seguridad se encargó del suyo y con indicaciones de llevarlo a mi edificio, en el camino, nos miramos en silencio, Blake se mordió el labio constantemente, como si se debatiera en lo que va a ocurrir esta noche. Después de cinco meses y días, hoy habíamos cruzado una línea demasiado fina, demasiada cargada de deseo, también de fuego, el cuerpo de Blake buscó el mío, pero siempre ella se detenía, hasta que decidió posponer este momento, un momento que me hacía sentir con un chico de colegio, como si fuese a perder su virginidad con la chica que está enamorado desde hace años, sonreí a ese pensamiento, pero fui sacado cuando la mano de Blake acarició la mía, era una caricia tierna, simple, pero para mí lo era todo. Sonreí tímidam
BlakeEsas palabras habían salido desde el fondo de mi alma, el alcohol se esfumó de mí, dando paso al deseo, a todo aquel huracán de sentimientos que retenía, temía, eso era totalmente cierto, quedaban unas cuantas semanas para desaparecer de la vida de Christian Haggard.Y eso me hacía sentir la persona más ruin.—Ven...—susurró, se levantó, atrapó mi mano, luego de un movimiento hizo que diera vuelta, —como un paso de baile— mi espalda quedó recargada en su pecho, sus manos me rodearon sin soltar nuestro agarre. — ¿Qué tal un poco de agua? —negué.—No tengo sed, Chris...—susurré, hice a un lado mi cabeza y cerré los ojos cuando sentí su respiración contra la piel de mi cuello.—Quiero que e
ChristianCargué a Blake hasta mi habitación, la dejé en medio de mi cama, la desvestí lentamente, pude ver en su mirada el deseo y la excitación, sus manos cubrieron sus partes íntimas, su pudor y nervios me conmovieron.—Tranquila…—me retiré toda mi ropa hasta quedar totalmente desnudo al pie de la cama, apagué la poca luz que tenía alumbrando mi habitación, caminé así, desnudo hasta las grandes ventanas, las abrí, vi como las cortinas ondearon con la brisa de la noche, la luna estaba en lo más alto, dejando un poco de luz, miré hacia la cama, Blake había conseguido de alguna manera cubrir su cuerpo con mi sábana de seda, sonreí. — ¿Estás nerviosa? —susurré desde la ventana de la terraza, apenas pude ver como ella asintió lentamente. —Ven. &md
ChristianBlake estaba boca abajo, dejando su piel de la espalda al descubierto, no había podido pegar un ojo, no quería que este momento se fuese, su cabello rojo estaba esparcido por la almohada, sus labios entreabiertos, sus pestañas largas descansaban sobre sus mejillas. Tomé aire y lo solté lentamente, no quería despertarla, pero teníamos que trabajar.—Cariño…—mordí su lóbulo, luego lo solté despacio, ella se removió poco a poco.—Mmm…—respondió.—Baño. Ducha. Ropa. Trabajo. —ella abrió sus ojos bruscamente, levantó la mirada hacia a mí.—Oh, sí, voy…—se sentó en la orilla de la cama con dificultad, tirando de la sábana de seda para cubrir su desnudez, desde mi lugar sonreí di