Blake
Manejé hasta el bar dónde se encontraban las chicas, había pensado en ir al departamento a cambiarme de ropa, pero de último momento, lo cancelé. Estacioné mi auto en el estacionamiento que estaba a lado del bar, me solté el cabello y que quité el saco ejecutivo del mismo uniforme, busqué en la cajuela unos zapatos más cómodos, normalmente guardaba cosas para casos de emergencia. Me recargué para retirarme uno de mis zapatos, me puse el otro y así, cerré la cajuela y cuando levanté la mirada, noté un auto blindado muy familiar, arrugué mi ceño, sin duda sería la seguridad de Haggard, presioné mis labios, me aseguré que el auto estuviera cerrado y con mi pequeño bolso me dirigí a la salida del estacionamiento, caminé hasta la entrada del bar, un hombre atractivo me abri&oacut
ChristianBlake y yo salimos de ese bar, íbamos en mi auto, el personal de seguridad se encargó del suyo y con indicaciones de llevarlo a mi edificio, en el camino, nos miramos en silencio, Blake se mordió el labio constantemente, como si se debatiera en lo que va a ocurrir esta noche. Después de cinco meses y días, hoy habíamos cruzado una línea demasiado fina, demasiada cargada de deseo, también de fuego, el cuerpo de Blake buscó el mío, pero siempre ella se detenía, hasta que decidió posponer este momento, un momento que me hacía sentir con un chico de colegio, como si fuese a perder su virginidad con la chica que está enamorado desde hace años, sonreí a ese pensamiento, pero fui sacado cuando la mano de Blake acarició la mía, era una caricia tierna, simple, pero para mí lo era todo. Sonreí tímidam
BlakeEsas palabras habían salido desde el fondo de mi alma, el alcohol se esfumó de mí, dando paso al deseo, a todo aquel huracán de sentimientos que retenía, temía, eso era totalmente cierto, quedaban unas cuantas semanas para desaparecer de la vida de Christian Haggard.Y eso me hacía sentir la persona más ruin.—Ven...—susurró, se levantó, atrapó mi mano, luego de un movimiento hizo que diera vuelta, —como un paso de baile— mi espalda quedó recargada en su pecho, sus manos me rodearon sin soltar nuestro agarre. — ¿Qué tal un poco de agua? —negué.—No tengo sed, Chris...—susurré, hice a un lado mi cabeza y cerré los ojos cuando sentí su respiración contra la piel de mi cuello.—Quiero que e
ChristianCargué a Blake hasta mi habitación, la dejé en medio de mi cama, la desvestí lentamente, pude ver en su mirada el deseo y la excitación, sus manos cubrieron sus partes íntimas, su pudor y nervios me conmovieron.—Tranquila…—me retiré toda mi ropa hasta quedar totalmente desnudo al pie de la cama, apagué la poca luz que tenía alumbrando mi habitación, caminé así, desnudo hasta las grandes ventanas, las abrí, vi como las cortinas ondearon con la brisa de la noche, la luna estaba en lo más alto, dejando un poco de luz, miré hacia la cama, Blake había conseguido de alguna manera cubrir su cuerpo con mi sábana de seda, sonreí. — ¿Estás nerviosa? —susurré desde la ventana de la terraza, apenas pude ver como ella asintió lentamente. —Ven. &md
ChristianBlake estaba boca abajo, dejando su piel de la espalda al descubierto, no había podido pegar un ojo, no quería que este momento se fuese, su cabello rojo estaba esparcido por la almohada, sus labios entreabiertos, sus pestañas largas descansaban sobre sus mejillas. Tomé aire y lo solté lentamente, no quería despertarla, pero teníamos que trabajar.—Cariño…—mordí su lóbulo, luego lo solté despacio, ella se removió poco a poco.—Mmm…—respondió.—Baño. Ducha. Ropa. Trabajo. —ella abrió sus ojos bruscamente, levantó la mirada hacia a mí.—Oh, sí, voy…—se sentó en la orilla de la cama con dificultad, tirando de la sábana de seda para cubrir su desnudez, desde mi lugar sonreí di
ChristianHoras después, habíamos llegado al hotel Ritz de Madrid, que se encontraba en el centro de la ciudad, me encantaba hospedarme ya que estaba en el triángulo de oro, a un paso del Museo del Prado, Thyssen—Bornemisza y el Museo Reina Sofía. Solía venir en las vacaciones familiares y quería enseñárselo a Blake en nuestro primer viaje fuera del país.Descansamos para luego alistarnos para la cena en el lobby del hotel Westin Palace, dónde nos reuniríamos con el grupo español, que al mismo tiempo se celebraría una cena benéfica que suelen hacer cada año en el mismo hotel.Esperé y esperé en el recibidor de la suite, miré el reloj. Blake no aparecía para irnos a la cena.— ¿Blake? —toqué la puerta de nuestra habitaci&oacut
ChristianEl auto se detuvo frente al hotel Westin Palace, mi seguridad nos escoltó hasta el interior, había invitados llegando al igual que nosotros, se acercaron unos a saludarnos, presenté a Blake como mi novia, muchos se entusiasmaron, nos desearon buenos deseos y uno de ellos preguntó si habría boda, noté las mejillas de Blake sonrojarse y sonreír.—Espero algún día. —dije, ella detuvo su sonrisa y me miró con sorpresa. —Algún día podemos dar ese paso, ¿No? —ella asintió lentamente con más sorpresa y con sus mejillas más rojas. Puse mi mano en su cintura y la acerqué a mí, me incliné para susurrar algo, pero me detuve al ver en la entrada a Charles. Arrugué mi ceño. ¿Qué mierdas estaba haciendo Charles en Madrid y en esta cena? —Es Charles.
Christian—Ella terminó de trabajar para tu empresa hace más de cinco meses.—No. Y lo voy a comprobar. —marcó algo en su móvil y lo puso en altavoz, escuché el tono, contestaron, pero no se escuchó nada. — ¿Dónde estás? —ordenó George.—Estoy en los servicios. —mi sangre se drenó de mi cuerpo al escuchar la voz de Blake. —Respecto a lo que hablamos…—George le corta.—Quiero que me digas, ¿Hace cuánto tiempo trabajas para mí? —George preguntó,— ¿Por qué me preguntas eso? Respecto a lo que hablamos…—George volvió a interrumpir bruscamente.— ¡Responde! —exigió George, mi sangre regresó a mi cuerpo, haciendo ebullición por la form
BlakeDos horas después, con zapatillas en mano y con el vestido alzado para no tropezar, y eso incluía que estaba escurriendo, llegué al hotel. El gerente inmediatamente me auxilió y al intentar preguntar si Christian había regresado, se adelantó, me informó que se había marchado con maleta y su escolta de seguridad y que había dejado pagado por una noche más. El corazón se me encogió, y no pude disimular que no me dolía.Subí a la suite presidencial, al entrar, pude ver mi maleta hecha a un lado de la entrada. Estaba todo oscuro, encendí el interruptor y alumbró casi todo el piso. Pude ver vidrios hechos añicos en el suelo de mármol. Y sin darme cuenta, estaba recargada en la puerta y deslizándome hasta caer sobre mis pies. Comencé de nuevo a llorar y a maldecir lo cobarde que fui al no parar esto.<