Lía se sienta en la pequeña sala de la cabaña, con las manos cruzadas sobre su regazo. El fuego de la chimenea proyecta sombras cálidas sobre las paredes, pero no logra calmar el torbellino de emociones que siente. Frente a ella, Einar está de pie, inmóvil, como si temiera que cualquier movimiento pudiera romper el frágil equilibrio que hay entre ellos.El silencio se extiende entre ambos, pesado y cargado de expectativas. Finalmente, Lía levanta la mirada, enfrentándolo con una determinación que no había sentido antes.—Si vamos a intentarlo, Einar, tiene que ser bajo mis términos —declara con firmeza.Einar no dice nada al principio. Su mandíbula se tensa, y sus ojos, normalmente fríos y autoritarios, reflejan una mezcla de frustración y vulnerabilidad. Lía sabe que está luchando contra su naturaleza dominante, pero también sabe que, si no establece límites claros, no habrá futuro para ellos.—Habla —responde él finalmente, su voz grave per
Caleb está de pie junto al lago, observando cómo la superficie del agua refleja el cielo nocturno. La luna llena brilla con intensidad, y el aire fresco de la noche acaricia su rostro, pero no logra calmar el torbellino de emociones en su interior. Su corazón pesa más que nunca, como si cada latido fuera un recordatorio de lo que está a punto de perder.Escucha pasos detrás de él, suaves pero decididos. No necesita girarse para saber que es Lía. Su aroma dulce y familiar llena el aire, y con él, un torrente de recuerdos: las noches que pasaron hablando junto al fuego, las risas compartidas y los momentos en que creyó que ella podría olvidar a Einar y elegirlo a él.—Caleb —dice Lía, su voz apenas un susurro, pero suficiente para cortar el silencio.Él se da la vuelta lentamente, encontrándose con sus ojos. Hay algo en su mirada que confirma lo que ya sabía: ella ha tomado una decisión.—No tienes que decirlo —responde Caleb, intentando mantener la compostura. Su voz es firme, pero sus
El cielo se tiñe de tonos naranjas y dorados mientras el sol comienza a ocultarse tras las montañas que rodean Stormwood. El aire fresco de la tarde lleva consigo el aroma de los pinos y la tierra húmeda, mezclado con la emoción palpable que envuelve a la manada. Las noticias del regreso de Einar y Lía han corrido como el fuego, y los miembros de la manada se reúnen en la plaza central, esperando ver con sus propios ojos lo que hasta hace poco parecía imposible.Einar avanza por el sendero principal, su postura firme y dominante como siempre, pero hay algo diferente en su mirada: una mezcla de orgullo y vulnerabilidad que pocos habían visto antes. A su lado, Lía camina con paso seguro, sosteniendo a su hijo en brazos. Su presencia irradia una calma que contrasta con la intensidad de Einar, pero juntos parecen formar un equilibrio perfecto.Los murmullos entre los miembros de la manada aumentan cuando los ven aparecer. Algunos expresan sorpresa, otros esceptici
El amanecer en Stormwood llega con un aire de incertidumbre. Los primeros rayos de sol se filtran entre los árboles, iluminando el sendero que lleva al corazón de la manada. Lía camina con el bebé en brazos, su mirada fija en el horizonte, mientras Einar camina a su lado con la espalda recta y la cabeza en alto. Aunque su presencia impone respeto, las miradas que reciben no son cálidas.Los miembros de la manada se detienen en sus actividades para observarlos. Algunos susurran entre ellos, mientras otros simplemente los miran con expresión indescifrable. Lía siente el peso de cada mirada y el murmullo creciente que parece seguirlos.—No te preocupes —murmura Einar, sin girar la cabeza—. Ellos se acostumbrarán.Lía asiente en silencio, aunque por dentro no está tan segura. Desde que decidió regresar, sabía que enfrentaría resistencia. La manada de Einar había sido su hogar, pero las circunstancias de su partida y el hecho de haber estado bajo el cuidad
El viento helado de la madrugada recorre los terrenos de Stormwood mientras Einar se levanta antes del amanecer. Ha pasado semanas intentando demostrarle a Lía que no es el mismo hombre dominante e iracundo que ella conoció. Aunque su naturaleza alfa sigue siendo una parte esencial de él, ha comenzado a entender que el liderazgo no siempre se trata de fuerza, sino también de empatía y sacrificio.Einar camina hacia el bosque, donde algunos miembros de la manada ya están reunidos para una sesión de entrenamiento. Antes, habría ordenado que todos siguieran sus instrucciones sin cuestionarlas. Ahora, los observa desde la distancia, permitiéndoles encontrar su propio ritmo.—¿No te unes, alfa? —pregunta Freya, quien lo mira con curiosidad.—No hoy —responde Einar, cruzándose de brazos—. Este entrenamiento es para ellos. Quiero que aprendan a liderarse entre sí.Freya sonríe con aprobación, pero Einar apenas lo nota. Su mente está en otro lugar, pensando en Lía.Un gesto inesperadoMás tar
El aire estaba cargado de una tensión palpable cuando Caleb cruzó los límites del territorio Stormwood. A pesar de la calma exterior que intentaba proyectar, su corazón estaba pesado. Había tomado la decisión de despedirse de Lía, de cerrar ese capítulo que le había traído tanto dolor y esperanza al mismo tiempo. No podía seguir aferrándose a algo que ya no era suyo.Al llegar al claro principal, varios miembros de la manada lo observaron con desconfianza. Aunque Caleb no representaba una amenaza inmediata, su presencia era inusual, y todos sabían que su relación con Einar era, como mínimo, tensa. Sin embargo, Einar había sido informado de su llegada y no había puesto resistencia.Freya fue la primera en acercarse, con los brazos cruzados y una mirada inquisitiva.—¿Qué haces aquí, Caleb? —preguntó con tono seco.—Vine a hablar con Lía —respondió él, manteniendo la calma—. No tomaré mucho tiempo.Freya lo evaluó por un momento antes de asentir y señalar hacia la cabaña donde Lía vivía
El día era tranquilo en la manada Stormwood. Las hojas de los árboles se mecían suavemente con la brisa, y el sol iluminaba los campos donde los lobos solían entrenar. Lía estaba de pie cerca del límite del territorio, esperando a Caleb. Habían acordado reunirse una última vez, no para despedirse, sino para cerrar el ciclo de lo que habían compartido y reafirmar el respeto que aún existía entre ellos.Cuando Caleb apareció entre los árboles, su porte tranquilo contrastaba con la tristeza en sus ojos. A pesar de todo, mantenía la dignidad que siempre lo había caracterizado. Lía lo recibió con una sonrisa cálida, aunque su corazón estaba cargado de emociones encontradas.—Gracias por venir —dijo ella, rompiendo el silencio mientras él se acercaba.—Sabía que necesitábamos hablar —respondió Caleb, con una pequeña sonrisa—. No podía irme sin asegurarme de que estás bien.Lía asintió y señaló un tronco caído cercano donde ambos podían sentarse. Caleb la siguió, y cuando estuvieron acomodad
El amanecer tiñe el cielo de tonos dorados y rosados mientras Lía se despierta al suave sonido de risas provenientes de la sala. Aún con los ojos entrecerrados, siente el calor del pequeño cuerpo de su hijo acurrucado contra ella. Desde que regresó a la manada Stormwood, las noches han sido más tranquilas, pero cada día trae consigo una mezcla de desafíos, alegrías y aprendizajes.Con cuidado, se desliza fuera de la cama, asegurándose de no despertar al bebé. Sus pies descalzos apenas hacen ruido sobre el suelo de madera mientras se dirige hacia la sala. Desde el marco de la puerta, observa una escena que la detiene en seco: Einar está sentado en el suelo, con las piernas cruzadas y un juguete de madera en las manos. Frente a él, su hijo lo observa con ojos curiosos, soltando pequeñas carcajadas cada vez que Einar mueve el juguete de un lado a otro.Lía se apoya en el marco, cruzando los brazos mientras los observa. Por un momento, el tiempo parece detenerse. Ver a Einar así, completa