*Matteo* Llevaba días sin saber de Piero y realmente yo había quedado desolado tras la partida de uno de mis mejores hombres, que también había sido un buen amigo durante muchos años. No solo él me había dejado, sino que Dianora, aquella muchacha hermosa a la que había comprado y obligué a ser mi esposa a la fuerza, y de la que no contaba haberme enamorado profundamente, se había ido sin dejar rastro y también se había llevado a nuestro hijo con ella. Pronto entendí, sumergido en mi dolor, y ahogando las penas en el ron, encerrado en mi despacho y solo estando disponible para mis hombres si habían asuntos importantes, que haber sido un hombre dominante y posesivo había sido un enorme error con ella. Dianora era una joven libre y había estado prácticamente por su cuenta durante su corta vida, ella era como una preciosa rosa blanca y pura que había crecido en un entorno llena de malas hierbas, y realmente yo había podido ser más considerado y haberla respetado de verdad. Pero en cambio
*Dianora* Piero había sido más que un amigo, él me había sacado lentamente de una tristeza inmensa que sentí en mi interior nada más abandonar aquella villa enorme en Nápoles donde había sido la esposa de Matteo, el principal mafioso de Italia del sur durante un año. No fue fácil alejarme de un hombre como él, que había sido capaz de hacerme subir al cielo cuando el había deseado, él había despertado en mi un fuego intenso y un deseo que jamás había sentido, él me había hecho mujer, al hacerme el amor por primera vez, y también al hacerme madre. Pero, desafortunadamente, él no era un buen hombre para mí, aunque mi corazón le perteneciese y me estuviese costando muchas lágrimas, que parecían no acabarse, al igual que parecía imposible olvidarle... Hubiera sido maravilloso poder quitármelo de la cabeza y centrarme en Piero, sentir lo mismo que él decía sentir por mí y que estaba segura que era verdad. Él era un hombre muy guapo, serio, responsable y bueno en todo momento conmigo. Al
*Dianora* Cuando Piero me dijo su posible plan de comprar el apartamento en venta que estaba justo al lado del mío en Milán, y de esa forma ser mi vecino, tuve sentimientos encontrados. Por una parte sentí algo de presión al pensar que él se quedaría junto a mí muchísimo tiempo, todo el que él quisiese, ya que me había confesado su amor, y a pesar de no ser correspondido, estaba dispuesto a empezar una nueva vida en Milán junto a mí como amigo. Por otra parte, no quería ser egoísta, pero pensar que tendría a Piero como mi vecino sí que me agradaba, él me había ayudado muchísimo en tan solo un par de semanas, era un gran apoyo, y pensar en quedarme de nuevo sola con mi bebé en Milán, en esa ciudad fría y grande en la que no conocía a nadie y en la que mi espíritu sureño no se sentía del todo parte de ella, me asustaba muchísimo. _¿Entonces que piensas Dianora? Necesito saber realmente que te parecería, quiero la verdad... _Piero..._ dudé varios segundos pero al final la necesidad de
*Piero* Era temprano, en las calles de Milán hacía demasiado frío, una lluvia débil estaba cayendo sobre mí y sobre aquella ciudad prácticamente desierta aquel ocho de diciembre, demasiado cercano a la navidad. Milán ya estaba decorado, con luces por cada rincón y grandes abetos en algunas de las calles céntricas más importantes. Por un momento imaginé cómo estaría Nápoles, mi ciudad de origen, la que había dejado atrás hacía demasiado poco. Seguramente estaría perfectamente decorada también, incluso más, allí la navidad era realmente importante, como también la familia, y de repente me acordé de mi madre y mi hermana, hacía tiempo que no las llamaba, yo sabía que estaban bien, pero debía comunicarme con ellas. Aunque no sabía si decirles a verdad, que había dejado mi empleo como hombre principal de lo Baldini y me había ido a Milán a empezar de nuevo, siguiendo a una mujer y a su hijo, de la que estaba enamorado pero que no me correspondía, tanto mi madre como mi hermana me hubiese
*Matteo* Llevaba casi un mes sin saber nada de Dianora, y empezaba a aceptar que ella de verdad no quería volver a verme, y que se había alejado con nuestro hijo Alessandro de mí para siempre. Aquello era realmente doloroso y difícil de aceptar, yo sabía que había cometido muchos errores, incluso en ocasiones la había tratado mal y era normal que ella finalmente al acabar el contrato de matrimonio hubiese decidido huir sin mirar atrás. Ella no podía encontrarse en Nápoles, si no la hubiese visto, había contactado con su mejor amiga Teresa y su abuelita, que ya estaba mejor, y no sabían absolutamente nada de ella. Y yo era un hombre poderoso y temido en la ciudad, estaba seguro de que ellas dos me habían dicho la verdad. Y si ella se había ido sin decir absolutamente nada de su paradero estaba claro que no deseaba que yo la encontrase, ella había dejado de amarme, y si seguía amándome tenía claro de ella pensaba que yo no era bueno para ella ni tampoco para nuestro hijo, si no no hub
*Piero* Yo estaba feliz, y realmente a pesar de no ser correspondido por Dianora, me parecía que la decisión que había tomado de adquirir el apartamento me acercaba mucho más a ella... y que a largo plazo quizás tenía una oportunidad y que ella se daba cuenta de que yo era su verdadero amor. Nada más salir del notario pude sentir una inmensa euforia en mi interior que solamente había experimentado cuando derrotábamos a hombres de grupos contrarios a la mafia Baldini, que me había dado de comer durante tantos años... Pensar aquello me hizo recordar al padre de Matteo a quien había servido durante mucho tiempo y que me había acogido como un hijo entre su grupo, y entonces seguidamente recordé también a Matteo. No podía negar, aunque mantuviese esas emociones congeladas dentro de mi, que sentía grandes remordimientos de haberle mentido, ¿Pero que debía haberle dicho?, ¿ Qué estaba enamorado de la que fue su esposa? ¿Qué encontré en ella la misma impresionante belleza, bondad e inocenci
*Piero*Yo después de conversar con Dianora decidí ir en busca que una pequeña tiendecita para comprar adornos para el árbol, llenarlo de bolas de colores, lazos rojos y guirnarlas no estaría mal, y deseaba que ella y el niño pasarán una bonita tarde decorando el abeto que yo les había traído. Sería la primera navidad del hijo de Dianora, la mujer que amaba, y quería esforzarme para que ella y su pequeño fueran felices... yo lo sabía, que ella había sufrido mucho en la vida y también junto a Matteo, yo quería hacerla feliz no hacerla sufrir. Decidí mientras caminaba entre las calles frías que era un buen momento para llamar a mi hermana y avisarla de que había tomado la decisión de no volver por el momento a Nápoles, incluso de si era navidad._Pero no puedes hacerle eso a mamá, le partirás el corazón Piero. ¿Puedes decirme qué te ocurre?, pareces cambiado, tú siempre has sido atento con ella..._Ocurre lo que tú acabas de decir, estáis a salvo y os tenéis la una a la otra, no creo qu
*Matteo* Jamás hubiese esperado que aquello pudiese hacérmelo alguien como Piero, aquella era la traición más dolorosa que un amigo y uno de mis hombres había sido capaz de hacerme. En todos aquellos años en la mafia, antes bajó las órdenes y directrices de mi padre, y tras el matrimonio pactado con Dianora, como jefe de la banda que fundo mi progenitor, capaz me había sentido más utilizado. Como se había atrevido de mentirme aquel hombre con el que había compartido tanto. ¿Cómo había sido capaz de vincularse con quien había sido mi esposa, con la mujer de quien me había enamorado profundamente? No podía parar de recordar en mi cabeza nuestra lucha juntos por la banda, en las peores situaciones, uno al lado del otro, apoyándonos mutuamente... Cuando desviaba el coche y conducía para llevarme a las colinas y miraba el océano hermoso napolitano junto a mi.... nuestras cenas desproporcionadas en los restaurantes más característicos del centro de Nápoles donde los sueños nos recibian con