CAPITULO 15

—¿Y qué te puedo contar? —respondió Amira, secándose los ojos y sonándose la nariz—. He sido una estúpida y una descuidada. Eso es todo.

—Yo creo que hay mucho más que eso. Toma, bébete el coñac poquito a poco y verás como te sientes mejor.

—¿Cómo… cómo puedes tomarte todo esto con tanta tranquilidad? — preguntó Amira, haciendo lo que ella le decía.

—Mira, todo esto no es el fin del mundo, ¿sabes? Me… me imagino que Lewis es el padre, ¿no? —dijo Elena. Amira asintió—. Bueno, yo no veo demasiados problemas. Está clarísimo que los dos os queréis con locura. Entonces, ¿qué os impide casaros y vivir felices?

—¡Tú no lo entiendes! —gritó Amira, antes de cubrirse los ojos con el pañuelo otra vez—. ¡Dios mío! No soy el tipo de persona que se echa a llorar de esta manera. No sé lo que me pasa últimamente.

—Son las hormonas. Pero dime, ¿qué es exactamente lo que yo no entiendo? Porque no hay ningún problema sin solución, créeme.

Sin embargo, tras persuadir a Amira para que le contara el proble
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