Narra Elizabeth.
En estos tres días que llevo viviendo en la casa del diablo me la he pasado encerrada, anoche pude escuchar risas de mujeres, al igual que ahora se escuchan varias voces, al parecer el diablo está teniendo una fiesta.
La señora Cristina me ha tratado muy bien a pesar de las advertencias de su jefe, ella me trae comida a escondidas de Edward, hoy me trajo un banquete lástima que yo no lo pueda disfrutar a plenitud porque al estar aquí no he dejado de pensar que me sucederá pienso que este tipo me quiere encerrar en algún tipo de internado de salud mental para poder doblegarme y quedarse con el dinero de la herencia.
Me arriesgué a salir de la habitación a llevar los platos porque me molestaba seguir con ellos, sucios en mi habitación ya tenía tiempo esperando a que Cristina subiera a buscarlo, pero al parecer se olvidó de ellos o está muy ocupada, me sentía nerviosa de encontrarme con alguien, pero aun así tomé valor y seguí caminando para llegar a la cocina, pero mi camino fue interrumpido por Edward quien me miraba resoplando enojado.
—Quién diablos te dijo que podías salir de tu habitación —me dijo mirándome con desprecio y enojado.
—Yo-yo solo salí a llevar estos trastes a la cocina — le respondí asustada y él bajó su vista a mis manos y me manoteó la bandeja haciendo que se me cayera de las manos, rompiendo todos los platos y el vaso.
Aterrada me puse de rodillas para recoger los vidrios rotos, pero él me jalo del cabello con tanta fuerza, poniéndome de pie de nuevo y en ese momento es que me doy cuenta de que hay más personas junto a nosotros dos.
—Edward y está mona es tu nueva mascota, no sabía que tenías estos tipos de entretenimiento tan feo cuando fue que tus gustos cambiaron —dice un hombre que aparenta ser de la misma edad que Edward.
—Esta mona es una indigente que le estoy dando alojamiento en mi casa por unos días hasta que encuentre una casa de acogida— le respondió Edward mintiéndole a su amigo.
—Yo necesito una tarántula como está para presentársela a mi abuela, como mi esposa —dice el mismo hombre y los demás empezaron a reír menos una chica muy hermosa.
—Porque diablo quieres asustar a tu abuela — le dice el otro hombre de piel morena.
—Ja, ja, ja, eso es lo que quiero asustarla para que me deje de molestar diciendo que me case, imagínate, yo le muestro a esta chica fea y a ella le dará un infarto.
—Vete a tu habitación y no salgas nunca, de ahí, bicho raro — me dijo Edward agarrando mi brazo.
—NO ME TOQUES, NO ME TOQUES POR FAVOR — empecé a gritarle entrando en pánico.
—A mí tú no gritas estúpida — me gritó Edward furioso pegándome en la cara y sentí el sabor metálico de la sangre en mi boca, mis lentes se cayeron en el momento que él me golpeó y la chica hermosa me agarró alejándome de Edward.
—Eres un monstruo, Edward no ves que esta niña está enferma —le gritó ella enojada y yo sentí que su toque no me incomodo, era la primera vez en muchos años que el toque de alguien me pareció normal sin sentir que me ensuciaba o quemaba mi piel.
—Loca es lo que está esa pendeja — dijo el ogro mirándome con desprecio.
—¿Cómo te llamas querida? — me preguntó ella de manera cariñosa, ignorando al desgraciado de Edward.
—M-mi nombre es E-Elizabeth — le respondí bajando la mirada.
—Vamos que te acompañaré a tu habitación — me dijo caminando en dirección a mi habitación.
—¿Te puedo preguntar algo? — me pregunto ella deteniendo su andar.
—Si claro dígame señorita — le respondí jugando con el borde de mi camisa
—Mi nombre es Samantha, pero me puedes decir Sam — me dijo ella extendiendo su mano, la cual dude en estrecharla una vez más— ¿Qué tipo de enfermedad padeces?
—Ok señorita Samantha, según el psicólogo de la escuela a la que asistía cuando tenía 9 años—me dijo que lo que yo tengo es un trastorno de hafefobia, por eso no me gusta que me toquen ni tocar a nadie —le respondí muy tranquila, Samantha me hacía sentir seguridad a pesar de que acabo de conocerla.
—¿Te gustaría sanarte? — me pregunto aun agarrando mi mano.
—Claro —le respondí emocionada
—Entonces por qué no te quitas esos guantes y agarras mis manos para ver qué sientes al tocarme si ellos —me pidió Samantha, la cual estaba muy animada, volví a mirar su mano, pensando en si tendría el valor de tocarla sin los guantes.
—Vamos anímate Eliza esa enfermedad solo está en tu mente — me dijo esperanzada.
—No puedo — le dije nerviosa.
—Piensa en algo que te provoque mucho enojo —me sugirió.
Pensamientos.
¡Elizabeth es un mosco feo, tú eres tan fea, pero tan fea que por eso los delincuentes que mataron a tus padres te dejaron viva para no tener pesadillas con un adefesio como tú, diré que mi esposa es una loca y yo gastaré todo tu dinero!
Pensé en todos los insultos que he recibido por parte de Edward y mi familia, pensamientos que se repetían en mi cabeza una y otra vez, de mis ojos salieron dos lágrimas calientes, cerré los ojos, me quité los guantes y toqué su mano antes de arrepentirme.
—Ve que no fue tan difícil, recuerda que todo está en tu mente —me dijo sonriendo.
—Eres doctora — le pregunté esperanzada.
—Si, y te voy a ayudar, me caes muy bien y no sé por qué mi hermano te tiene aquí, pero a mí nunca me ha gustado que maltraten a las personas — ella me dijo que es hermana de Edward y si ella es la doctora que me va a encerrar en un psiquiátrico.
—Tu hermano te dijo para encerrarme con el fin de quitarme la herencia? — le pregunté soltando sus manos.
—¿Espera qué has dicho, de que hablas explícame por favor? — me pregunto confundida.
—Tu hermano se casó conmigo, por qué en unos cuantos días me entregarán la herencia que me dejaron mis padres y él me dijo que una psicóloga amiga de él hará un certificado médico para declarar que estoy loca — dije mirando para los lados, nerviosa.
—Maldito infeliz, le diré a mi padre lo que está haciendo el monstruo de su hijo — dijo enojada — tú no te preocupes, yo te voy a ayudar a que ese malnacido no logre su objetivo.
—Y cómo me vas a ayudar — le pregunté muy curiosa.
—Primero que nada, dejarás de usar esos guantes y los lentes que dejamos allí abajo tirado _ me dijo señalando la escalera — yo buscaré la manera de venir a verte sin que él sospeche de nada y tú seguirás practicando como te enseñe hacerlo, pensarás en algo que te haga enojar y agarras todos los objetos que puedas ¡Estamos! — me dijo dándome ánimos.
—Sam, ¿Qué tanto hablas con esta loca? — dijo Edward llegando de manera silenciosa y mirando nuestras manos.
—Nos vemos Elizabeth— se despidió Samantha dándome un beso en la mejilla y eso fue algo agradable, me hizo recordar cuando mi madre me llevaba al cole y se despedía de mí dejando un beso en mis mejillas de manera tierna, al pensar en eso me sonreí sin pensar que aún estoy frente a Edward.
—Vaya, Eres lesbiana — me pregunto el ogro con curiosidad.
Narra Edward.
Elizabeth me hizo ver cómo el malo delante de mi hermana, trate de seguir hablando con mis amigos y las amigas de Samantha para tratar de olvidar el mal rato que he pasado por culpa de esa mocosa tan fea.
Llevándome el vaso de whisky a la boca, pensé en algo.
¡Samantha es muy cariñosa y podría hacer que Elizabeth le diga todo! Pensando eso me puse de pies y me disculpé con mis amigos para dejarlos un momento y al llegar donde están la loca y mi hermana hablando, al verme hacen silencio, pero me quedé sorprendido con lo que acabo de ver la loca no lleva guantes y se está dejando tocar por mi hermana quien se despidió dándole un beso en la cara y Elizabeth se sonrió de una manera que no lo había visto y al hacerlo me pareció bonita.
¿Estaré volviéndome loco?
Pero hay que reconocer que, sin esos lentes tan feos, su rostro es más hermoso y sus manos se ven delicadas y hasta tiernas ¡Qué diablo estoy pensando!
—Vaya, eres lesbiana — le pregunté curioso.
—No —me dijo cortante.
—Cómo sabes que no eres lesbiana si vi que te gusta mi hermana — no sé por qué me interesa saber si es o no lesbiana.
—No entiendo el porqué de tu pregunta, pero para que no vayas a querer maltratarme, por eso te diré que lo sé, porque estoy enamorada de un gran hombre desde hace 4 años —me dijo entrando a su habitación y cerrando la puerta sin esperar a que yo le dijera algo.
Me quedé sorprendido por lo que me dijo y también me sentí molesto, pero en realidad no sé por qué su confesión me hace sentir enojado, tengo curiosidad de saber quién es ese hombre.
Narra Elizabeth.
El abogado que mis padres dejaron a cargo de su testamento era el señor Patricio Jones el padre de Alex Jones, pero el señor Patricio enfermó y no pudo seguir manejando los negocios le pasó toda la responsabilidad a su hijo Alex el cual lo conozco desde hace 4 años, Alex también es abogado es muy bueno conmigo él nunca se burló de mí ni me mira con desprecio más bien siempre ha tratado de ayudarme para ir a un hospital, pero mi tía se oponía diciendo que sin su consentimiento yo no podría hacer nada, escuché sonar mi móvil y corrí a contestar emocionada, por qué el único que me llama es Alex.
#Hola
#Hola, Elizabeth, como estás.
#No estoy bien, Alex, por favor sácame de aquí.
#Para eso te estoy llamando, he recibido una llamada de un hombre que dice ser tu esposo.
#Si yo te dije hace días que mi tía me ha casado con un desconocido que me trata muy mal y todo esto para quedarse con la herencia.
#Ellos no se quedarán con nada confía en mí y no firmes ningún documento, yo voy a tratar de anular tu matrimonio dame par de días y te sacaré de esa casa.
#Confío en ti Alex, pero hazlo rápido, por favor.
#Eli cariño, no puedo prometerte que será rápido por qué busqué y el matrimonio de usted es legal y no tengo testigos ni pruebas de que te obligaron, solo trata de que él no te toque.
#Está bien, esperaré, por lo menos ahora tengo la esperanza de que esté enfermo no se podrá quedar con mi dinero y despreocúpate él no me tocará porque me tiene asco.
#Siendo así estoy más tranquilo, Elizabeth ten presente que yo te quiero mucho y que siempre te voy a proteger de personas malas.
#Yo también te quiero Alex.
#Bueno, te dejo mi pequeña hermosa.
#Okidoki Alex bonito. Dije emocionada colgando la llamada y a pesar de que Alex me habla con mucho cariño, esta vez me sentí emocionada de que para Alex yo no soy un mosco feo.
Narrador. Edward se había pasado todo el día con un humor de perros, sus empleados comentaban entre sí acerca de su cambio de humor, preguntándose qué tenía al señor O'Higgins tan enojado. Edward no encontraba una explicación para estar de tan mal humor. —Edward explícame que demonio significa esto —dice Jacob, abogado de Edward y su mejor amigo. —Jacob dime de qué se trata y luego te quejas— le dijo Edward masajeando su sien, estresado. —Resulta que te casaste sin informarme nada y el abogado de tu querida esposa te ha enviado una citación para la anulación de tu matrimonio *bravo Edward * — le dijo Jacob aplaudiendo decepcionado de Edward y sus decisiones alocadas que solo le hacían más daño a su empresa y le sumaban más trabajo. —Maldición, le arrancaré los pelos a esa mocosa insolente — gritó Edward dándole un golpe a su escritorio y todos sus empleados asustados escuchaban a su jefe estallar cosas, este comportamiento no era digno de Edward porque siempre estaba callad
Narra Edward. Sé que le he amargado el día al abogaducho ese, pero también estoy que me cortan y votaré ácido en vez de sangre, nunca me imaginé que la fea tendría un enamorado. Pensando en eso le he dado al volante de mi carro varios golpes. ¡¡Nunca te librarás de mí, Elizabeth!! Narra Elizabeth. Hoy por fin me voy de aquí, ya por fin dejaré de estar encerrada. Suena mi celular. #Alex, ya vienes por mí. Le pregunté ansiosa por irme de aquí. #Lo siento Elizabeth, no tenía prueba para comprobar que el matrimonio fue ilegal. Se escuchaba triste #Alex, dime qué me estás haciendo una broma. Le pregunté incrédula. #No mi pequeña hermosa. La alegría que sentía hace apenas segundo se esfumó como humo en el viento #No importa me iré de aquí sea como sea, por favor Alex renta un helicóptero y sácame de aquí te llamaré mañana cuando el desgraciado de Edward se vaya a trabajar. Dije llena de valor porque no estoy dispuesta a que nadie maneje mi vida a su antojo. #Ok, mi n
Alex la invitó a pasar, pero Elizabeth se negó a entrar porque si lo hacía sentía que podría perder el valor que sentía en ese momento, ella esperó en la puerta mientras Alex fue a su despacho y tomó dinero de su caja fuerte, la mujer de Alex no sé movió de la puerta ni un segundo, ella presentía que esa chiquilla era más que una clienta para su esposo, lo podía notar en su mirada y en la manera que se ponía cuando Elizabeth lo miraba directamente a los ojos. Elizabeth no conocía de hoteles ni de nada, ella era como un niño aprendiendo a caminar por primera vez, pero se arriesgó y cerca de la casa de Alex encontró un hotel que no se veía mal, estaba limpio, rentó una habitación por dos días y salió a buscar una tienda ya había decidido quitarse todos esos trapos horrorosos ya era momento de mostrarle a sus enemigos que ella es más fuerte de lo que ellos se imaginan. A pesar de que la traición de Alex le dolió mucho, más le dolió el abuso de Edward y estaba tan empeñada en cobrar
Narra Edward. Aun no comprendo cómo Elizabeth se marchó de la empresa, yo tenía entendido que ella les tenía miedo a las personas y no podía salir a la calle, por eso me descuidé con ella, pero resulta que al parecer ella no estaba tan enferma, la he buscado por toda la ciudad y nadie puede dar con su paradero. Estoy preocupado de que le pase algo o que ella trate de quitarse la vida como ya lo intentó en el helicóptero. Hoy no he ido a mi empresa, no tengo ánimos de nada y para colmo mi padre me ha llamado y me dijo que está muy molesto conmigo, al parecer Elizabeth le informó a mi hermana de todo el daño que le hice, también mi nana no me quiere hablar todos mis empleados me miran con temor y a la vez con odio. Sé que me he comportado como una bestia con Elizabeth, pero me arrepiento de todo, ahora siento que la amo más de lo que creí, ese día que abusé de ella me dejé cegar por los celos que sentí al escucharla decirle a Alex que ella lo ama, sentí rabia y mucho coraje de que es
Narrador. Gregory estaba en Italia y su amigo Dante, quien es su mano derecha en sus negocios, lo llamó explicándole el escándalo en el cual se vio envuelta su prometida. Esto a Gregory no le cogió por sorpresa, él sabía que Paulina se acostaba con un hombre diferente cada noche, al igual que él se acostaba con una mujer diferente cada vez que tenía la oportunidad y eso a él no le afectaba porque su compromiso es solo un negocio hecho por sus padres los dos jefes de la mafia italiana. Paulina siempre trató de que la relación entre ellos dos fuera más que un simple acuerdo de negocio, pero Gregory no es hombre de una sola mujer, no le gusta sentirse atado a nadie, para él las mujeres son como muñecas de placeres que después que las usas la guarda hasta que la vuelve a necesitar, de esa misma manera usaba a su prometida y a varias mujeres más que tenía. Pero odia verse relacionado en escándalos y chismes, siempre le dijo a Paulina que fuera discreta cuando tuviera sus aventuras amoro
Narra Edward. —Eso quieres— le dije arrodillándome a su lado— Aquí estoy qué más quieres que haga para que vuelvas conmigo— Le dije aún de rodillas. —No pierda tu tiempo, yo nunca me fijaría en una cosa como tú—Me dijo las mismas palabras que yo le decía. —Eres cruel— Le dije tratando de acariciar sus pies, pero lo alejó de mí. —Aprendí del mejor— Me dijo, sonando fría. —Yo sé que fui un desalmado, pero quiero demostrarte que por ti estoy dispuesto a cambiar, yo te amo Elizabeth— Sentía mucha tristeza al ver que ya no quedaba nada de la niña inocente que conocí, la niña que temblaba la primera vez que toqué sus manos. —No tengo tiempo para escuchar tantas pendejadas y cursilerías—Me dijo poniéndose de pies. —Te has vuelto una mujer fría, calculadora y sobre todo avariciosa— Le dije mirando sus ojos para ver si reaccionaba a mis palabras, pero solo siguió sonriendo sin molestarse en mirarme. —Muchas gracias, maestro, sus palabras son halagos para mí, eso significa que aprendí mu
Narra Gregory. Que hermoso gemido, quiero seguir siendo el dueño de muchos gemidos parecidos a ese que me acabas de regalar, pero eso no evitará que te castigué —le dije excitado y desesperado por estar dentro de ella. No la dejé, responderme porque llegó Dante junto a Ismael, unos de mis empleados llegaron en una camioneta cargando la escalera que les pedí. —Amigo cuál es la nueva locura que tienes en mente — me preguntó Dante sonriendo al ver la escalera. —Quiero darle una lección a Elizabeth — le dije tomando la escalera. —Piénsalo mejor, Gregory no sabes si su esposo está dentro de esa casa con ella y yo sé que tú no entrarás a su casa a darle una lección de cómo comportarse, los dos sabemos que esa mujer te gusta mucho — me aconseja Dante sabiendo que Elizabeth está haciendo que por primera vez en mi vida actúe impulsivamente. —Hoy entraré a esa casa, sea como sea, esté o no esté el tal Edward O'Higgins, Elizabeth me gusta y cuando algo me gusta lo consigo y esa mujer
Narrador. Edward sonrió al ver a Elizabeth preocupada por él y miró a Gregory, quien tenía los puños cerrados y la mandíbula tensa. Elizabeth le pidió a Edward que se sentara en el sofá en la sala de estar mientras ella buscaba el botiquín de primeros auxilios, Gregory la siguió furioso y la acorraló en el pasillo que está antes de llegar a su habitación. —Irás ahora mismo y le dirás a ese tipo qué se vaya de aquí — le exigió Gregory furioso a Elizabeth. —Tú no eres nadie para exigirme que le diga a mi esposo que se vaya de mi casa, el que debería de irse, eres tú, porque yo ni te conozco y también me tiene que explicar quién le dio permiso de quedarse en mi casa— le respondió Elizabeth alterada. —No soy nadie y anoche, estabas dispuesta hacer el amor conmigo— le dijo Gregory acercándola más a él y rozando sus labios con lo de Elizabeth, quien se preguntaba cómo era que esté hombre, despertaba emociones que solo esperó tener algún día con Alex, Edward apareció en el pasillo mi