Hola chicas, aquí seguimos, espero que estén disfrutando la historia. Nos vemos mañana, una abrazo.
Salimos de la oficina y me abre la puerta del Jeep. —¿Vas a ir de nuevo a ver a las chicas de la casa de seguridad? —le pregunto cuando se sube. —Sólo pasaré a llevar información, ya que el nuevo detective encargado del caso, me odia, y sí me ve ahí, estoy seguro que se pondrá furioso —bufa y empieza a conducir. Después de varios minutos, nos detenemos en un edificio de oficinas, se baja y me abre la puerta. Subimos al elevador y a los pocos segundos se detiene, al abrirse las puertas llegamos a una oficina muy elegante. —¡Qué sorpresa tener al detective más guapo del FBI por aquí! —exclama el chico de la recepción al vernos. —Hola, Jen —saluda Nathan un poco sonrojado por el saludo tan efusivo. —¿Están Theo y Chloe? —le pregunta. —Sí —responde y me mira—. Que hermosa acompañante traes Nathan. —Ella es la agente Harper —me presenta. —Mucho gusto —le digo y me sonríe, es un chico bastante agradable. —Nunca habías traído a nadie, ¿acaso quieres opacar mi brillo con est
El sábado por la mañana, recogen mi coche muy temprano, me explican que tardarán algunos días en solucionar la falla y ellos me van a notificar el día que me lo traigan de nuevo. Bajo al gimnasio y no tengo mucho tiempo haciendo ejercicio cuando Sheel aparece. —Hola, Milly —me saluda. —Hola —respondo intentando no seguir con la conversación. —Me gustaría invitarte al club de mi hermano, es muy popular en la ciudad, se llama Mundanus; hoy habrá un espectáculo de luces neón y te aseguro que te gustara. —Gracias Sheel, pero tengo un compromiso. —Entiendo, será en otra ocasión —se encoge de hombros—. ¿Eres algo de Blake? —¿Perdón? —cuestiono molesta por la pregunta. —¿Lo conociste aquí en el edificio? —me interroga. —Es mi vecino —contesto lo obvio sin entrar en detalles y continúo haciendo ejercicio, después de unos minutos de ignorarlo, se aleja. Termino mi rutina y subo al apartamento. Después de desayunar me quedó unas horas viendo la televisión y cuando me doy cuenta
Escucho algunos gritos y aunque estoy asustada, bajo con precaución, sigo las voces y me doy cuenta que Nathan encontró a Dania y a Bartice en una situación incómoda. —¡Les dije muy claro que no quiero este tipo de escenas en mi equipo! —les grita furioso mientras los dos se visten—. ¿No tienen casa o qué? —En mi apartamento aún está mi familia —se justifica Dania. —Y en mi casa, está mi hija —farfulla Bartice. —Pues pagan un hotel —gruñe. —Nathan… —No, quiero escuchar nada, Dania —la interrumpe—. Conoces muy bien mis reglas y tú también Bartice —lo señala—. Es increíble que el fin de semana invitaste a comer a Milly y ahora estás aquí con Dania ¿a qué estás jugando? ¿Quieres acostarte con todas las mujeres de mi equipo? ¿Mañana será Yurem? Mi cara es de completa sorpresa al escuchar sus comentarios, no tengo tiempo de decir nada, ya que Dania nos está mirando como si la hubiéramos traicionado de la peor manera. —¿Invitaste a comer a Milly? —cuestiona. —Sí, pero no es lo
—¿Qué pasa? —pregunto acercándome a la puerta. —Tú jefe —lo señala Enzo—, me está explicando a qué viene tan temprano en sábado, pero parece que no sabe qué decirme. —Te traje un té y… —me mira—. Necesito hablar contigo. Enzo no se mueve y paso por debajo de su brazo para salir. —Ahora regreso —le digo a Enzo que cierra la puerta sin estar muy convencido. Me entrega el vaso con el té. —Está semana fue un poco complicada, y no me di el tiempo para pedirte una disculpa por lo que pasó con Bartice —toma aire—. Cometí un error, y te falté al respeto con mis comentarios estúpidos. Lo miro esperando a que continúe. —No me justifico, pero como siempre les he dicho en el equipo, una relación trae problemas, y créeme que Dania y Bartice, nos han dado varios dolores de cabeza —bufa—. De verdad lo siento, tú no tenías la culpa y me comporté como un idiota. —Lo hiciste, pero también puedo entenderte. —Además, me sentía culpable al saber que te ibas en Uber, ¿o crees que no me di c
Salimos del elevador y nos subimos a su Jeep, durante el trayecto al aeropuerto voy en silencio, escuchando la letra de la música que lleva Nathan, nunca le había puesto atención, de hecho, nunca había escuchado música country, pero esa canción en especial, es muy bonita. Habla de una pareja que empezó su relación sin tener nada y dice que no necesitas mucho cuando tienes lo suficiente para vivir sin que falte el amor. Nathan está cantando y yo sigo escuchando la letra, ¿de verdad existirá el amor así? Ese que te haga feliz solo con ver sonreír a tu pareja. —Esa canción me recuerda a mis padres —comenta de pronto—. Ellos se casaron muy jóvenes, se mudaron a un pequeño pueblo de Texas y empezaron desde cero: primero tenían un restaurante, ambos son muy buenos para cocinar, y con el tiempo, el restaurante se convirtió en un rancho para vacacionar o un hotel de descanso, como quieras llamarlo. —¿De verdad? —le pregunto y asiente. —Es un lugar increíble, está rodeado de montañas y t
Se acomoda a mi lado y me doy la vuelta para abrazarlo, el calor de su piel me reconforta, me hace sentir segura como hace mucho tiempo no me sentía. —¿Tú te fijarías en una mujer como yo? —le pregunto con mi mano sobre su pecho desnudo. —¿Una mujer como tú? —cuestiona—. Te refieres a una chica hermosa, inteligente, trabajadora, valiente y… —se queda pensando. —¿Y? —Y que hace ruidos extraños cuando come —agrega. Sonrío y le doy un golpe en el estómago. —Eres hermosa Milly, no te menosprecies por nada, tus cicatrices deben recordarte que eres una mujer valiente que nada ha logrado derrumbar. Nos miramos fijamente y me acerco poco a poco a sus labios, estoy nerviosa, pero es mayor mi deseo por besarlo. Puedo sentir su respiración acelerada y también como su corazón late más de prisa. Humedezco mis labios y en ese momento, me besa saboreando mis labios, es un beso tierno y dulce. Con un poco de timidez le doy acceso a mi boca permitiendo que su lengua conozca cada rincón. Su
—¿Les avisaste que vendríamos? —le pregunto al bajarnos. —No. Caminamos a la casa principal, abre la puerta y ahí está la recepción. —Disculpen, pero ya no tenemos habitaciones —nos dice una mujer sin mirarnos. —¿Ni siquiera para tu hermano? —pregunta Nathan y de inmediato lo mira con asombro, se cubre la boca ahogando un grito y corre a sus brazos. —¡Nath, qué sorpresa! —exclama abrazándolo—. ¡¡Mamá, Papá, tienen que ver esto!! —grita y a los pocos minutos aparece una pareja. —Ay Nath, no lo puedo creer —lloriquea la mujer abrazándolo, me imagino que es su madre. Me conmueve porque no deja de darle besos. —¿Por qué no nos avisaste hijo? —le pregunta su padre, quién también lo abraza y le da unas palmadas en la espalda. —Estaba en San Antonio, en un interrogatorio y no pensé que terminaría tan rápido, así que decidí venir a visitarlos unos días que me puedo tomar libres. —¡Qué emoción, Nath! —exclama su madre. De pronto, todas las miradas se posan en mí y me pongo nervios
Entramos a la cocina y ahí están sus padres, nos saludamos y de inmediato nos sirven. —Disfruten la comida, ahora regresamos —se disculpa Nathely y salen a revisar algunos pedidos que les acaban de llegar. Doy el primer bocado y no puedo reprimirme para saborear la comida, está deliciosa, me hace recordar a la forma en que cocina Irina. Nathan tiene el tenedor en la boca y no me quita los ojos de encima. —Lo siento —me disculpo al pasar el bocado. —No te disculpes, pero tampoco me pidas que no te mire, porque es imposible —abre los primeros botones de su camisa como si estuviera acalorado y suelto una carcajada. —Eres un exagerado —lo recrimino y seguimos comiendo. En esta ocasión Nathan también me distrae, entre ver su camisa húmeda pegada a su pecho y ver los primeros botones abiertos, me tienen nerviosa imaginando qué se sentirá pasar mi lengua por su pecho. —¿Estás bien? —me pregunta. Asiento y sigo comiendo, jamás me hubiera imaginado que se vería tan bien vaquero.