Hola mis bellas, seguimos con algunos capítulos más. Gracias por seguir a mi lado, un abrazo.
Regresamos a Miami y todo se siente mucho mejor, la tensión de una misión difícil ha pasado, y aunque sabemos que vendrán otras, podemos respirar con tranquilidad al saber que esos tipos están fuera de las calles. Nos reunimos en la oficina y les doy la noticia de que tendremos algunos días libres, pero, por supuesto tenemos que dejar todo en perfecto orden antes de irnos. Así que por primera vez en mucho tiempo, todos están en sus puestos de trabajo bastante ocupados, ansiosos por tomarse sus merecidos días de descanso. Mi teléfono suena y me llama la atención ver el número de Mitch. —Hola, Mitch, ¿cómo estás? —la saludo. —Bien —su respuesta tan seria me preocupa. —¿Mitch? ¿Está bien Ian? —indago—. ¿Mis padres? —Sí, todos estamos bien —responde—. Me dijo mi padre que habló contigo hace unos días. —Sí, me comentó que tenías que darme una noticia, pero que esperara a que lo hicieras tú. —Estoy aquí —dice. —¿En Miami? —replico. —Sí —confirma. Me pongo de pie de inmediato
Apenas subimos al elevador y la arrincono, pasa sus manos por mi cuello y nos besamos. —Aquí también hay cámara —gruño deteniendo el beso. Se abren las puertas y la tomo de los glúteos para que pase sus piernas por mi cintura, mientras camino para llegar al apartamento. Su puerta está más reforzada, así que abro la mía y cierro de inmediato para llevarla a la habitación. Nos quitamos la ropa con prisa y la acomodo sobre la cama, abro sus piernas y me pierdo en su centro saboreándola. Me gusta sentir lo ansiosa que se pone con mis caricias, me concentro lamer y chupar su hendidura, dándole atención especial a su hinchado clítoris. —¡Nathan! —jadea. Continúo hasta que obtiene su placer y siento como su cuerpo entero vibra. Al saber que termina, gateo para quedar a su altura. —Mírame Milly —le ordeno y abre los ojos. Entro en ella despacio, necesito sentirla, estoy un poco abrumado con la forma en que mi corazón late desbocado por esta hermosa mujer. Se inclina un poco y me hace da
Han pasado algunos días, y por fin, tenemos todo listo para tomar nuestros días de descanso. Esta noche saldremos para Rusia y estamos terminando de preparar nuestro equipaje. —¿Estás nervioso? —me interroga Milly—. Sé que el viaje es largo, pero… —No es por el viaje —la interrumpo. —¿Entonces? —Creo que deberíamos llegar a un hotel —sugiero. —Ni lo pienses, ese sería un problema muy grave con Enzo —asevera—. Mi padre e Irina tienen un apartamento, pero ahora están en casa de Enzo, para ayudar a Arya con los niños, además quiero verlos a todos. Asiento ya que tiene razón. Después de unas horas, salimos rumbo al aeropuerto. Nos registramos y vamos a la sala de espera en lo que anuncian nuestro vuelo. Jamás me había sentido tan ansioso con un viaje, ni siquiera cuando estoy en una misión. No tardamos mucho tiempo en abordar y a los pocos minutos el avión despega. —Tengo sueño —murmura Milly bostezando. Debe tenerlo, han sido algunos días en los que no la he dejado dormir duran
Me remuevo en la cama al sentir los besos de Milly sobre mi espalda. —Buenos días —me saluda. —Necesito más besos para despertar —gruño y se acomoda sobre mis piernas, masajea mis hombros y después deja algunos besos. Me doy la vuelta para quedar sobre ella haciéndola reír al tumbarla. —Mi indecencia te da los buenos días —digo presionando mi erección en su centro. —Mmm —murmura—. Siempre me ha gustado tu manera de dar los buenos días —se ríe mientras levanto su blusa para entretenerme en sus senos. Dejo algunos besos sobre su abdomen y bajo su pijama con la ropa interior, abro sus piernas colocándolas sobre mis hombros y empiezo a saborearla, su deliciosa humedad incrementa cuando lengüeteo su clítoris, chupo y paso mi lengua por su hendidura logrando que se remueva inquieta buscando su alivio. La miro y se está cubriendo la boca, continúo disfrutándola y no tarda en explotar logrando que su cuerpo entero parezca vibrar, arquea su espalda y me concentro en su clítoris para p
La puerta se abre de nuevo, Milly y Arya se detienen abruptamente y nos miran con curiosidad. —Pero ¿qué está pasando aquí? ¿Por qué tienen esas caras? —indaga Arya y se acerca a Enzo, que de inmediato la abraza y deposita un beso en su frente. —¿Tengo que preocuparme? —cuestiona Milly, me acerco para tomarla de la mano y le doy un beso en la mejilla. —Le comentaba a Nathan, que quiero darles como regalo de bodas una casa en Miami —explica Enzo. —Por supuesto que no —responde Milly con seguridad y todos nos reímos. —Lo que dije, son igual de tercos —asevera Enzo. —Nathan y yo podemos comprar perfectamente nuestra casa, los dos trabajamos. Asiento, aunque en realidad pensaba comprarla yo, pero eso lo hablaremos nosotros en su momento y estoy seguro que llegaremos a un acuerdo. —¿Entonces qué les voy a regalar? —cuestiona Enzo. —Lo que se regala en las bodas, cosas para la casa, no una casa —contesta Milly. —Bueno, yo no quiero regalar una casa, solo quiero pagar la boda —i
Le hago una seña a Hammer y de inmediato me indica que pedirá apoyo. —¡No te atrevas a ponerle un dedo encima! —grito furioso. —Es tan hermosa, incluso me caía bien, hasta que se metió dónde nadie la llamaba —resopla—. Pero no te preocupes, no le haré nada, por ahora —advierte—. En mi caso, las prefiero maduras, aunque, podemos llegar a un acuerdo si no quieres que me la lleve, tengo amigos a los que les gustan jovencitas. Hammer se acerca y presiono el botón para silenciar la llamada. —Jang las está buscando —me explica—. En unos minutos tendremos su ubicación. —¿Qué quieres? —espeto regresando a la llamada. —La libertad de Iván, a cambio de regresar a tu novia, con vida. —Dime dónde estás, y hablamos. —No lo sé, no confió en ti —dice—. Eres impredecible y no me gustan las sorpresas —finaliza y cuelga la llamada. —¡Imbécil! —exclamo furioso. —Está aquí —me señala Hammer su mapa en el teléfono, es una boutique. Avanzamos de prisa y entramos revisando el lugar—. El apoy
Yurem entra de nuevo a los vestidores y me hace una señal para indicarme que Hammer por fin está listo. Pasan unos minutos y llega el disparo, Sheel se desploma quedando recargado en la pared. Sin importarme nada más, me apresuro a tomar a Milly en los brazos y al salir de los vestidores, ya nos esperan los paramédicos. Lo coloco sobre la camilla y los sigo para subir a la ambulancia. De inmediato revisan sus signos vitales que por suerte están estables. Llegamos al hospital y se la llevan dejándome en la sala de espera. La recepcionista me pide que llene algunos documentos, termino y se los entrego. —¿Ya puedo entrar a verla? —le pregunto. —No, señor, todavía la están revisando. Los minutos me parecen eternos mientras doy vueltas desesperado por la sala de espera. —Nathan —entra Dania acompañada de Bartice—. ¿Cómo está Milly? —No lo sé, aún no me dicen nada —bufo. —Hammer se está haciendo cargo de todo, Sheel no murió, pero está grave —me informa. —¿Qué pasó con Iván?
Al llegar, me sorprendo al encontrar a todo mi equipo ahí, con la habitación llena de flores y algunos peluches. Milly está sonriendo mientras conversa con ellos. —Hola, chicos —saludo. —Ahora si pareces una persona decente —se burla Dania y me acerco a besar a Milly. —A mi pastelito le gusta cuando soy indecente —digo divertido y ella se carcajea, pero se cubre la cara avergonzada—. ¿Cómo te sientes? —Mejor, ya comí, aunque sigo con un poco de mareos. —El doctor dijo que es normal —me explica Cane. Le entrego la llave del apartamento de Milly. —Vayan a descansar Cane —sugiero—, yo me quedaré con ella está noche. —Lo haremos, estoy tranquilo al ver a mi pequeña mejor —asegura. —¿Si quieren pueden llevarse mi coche? —No es necesario, gracias, alquilamos uno al llegar —responde. Él e Irina se despiden de todos y se van. Al cabo de unas horas los chicos también se despiden. —Ven aquí —me pide Milly señalando su cama. —No quiero incomodarte. —No lo harás —asevera y m