Hola mis bellas, aquí les dejo el segundo capítulo del día y nos vemos mañana. Un abrazo.
Nathan… No tuve manera de avisar a mi equipo que Lovouis, el dueño de una de las cadenas de ropa más famosa en Estados Unidos, se retrasó. Él y Corntelo, un inversionista que lava dinero de las drogas para los carteles de México, son los mayores “benefactores” de esta red, digamos que le pagan a sus seguidores para que ellos se encarguen del trabajo sucio, que consiste en tomar fotos y videos de niñøs, parece que no se conforman con todo lo que encuentran en internet. Aunque hacen varias reuniones al año, ellos solo asisten a dos, no quieren exponerse, pero lo hacen con el fin de motivar a todos los miembrøs, como si fuera algo muy normal. Una de las reuniones es a la que asistí hace unas semanas, y ahora esta, que es muy especial porque no faltará nadie, y por supuesto, es nuestra única oportunidad de detenerlos a todos. Soy consciente de que existen miles de redes más en el mundo, pero si logramos nuestro propósito, será un gran golpe a todos estos enfermos, y así, seguiremos con
Bajo las escaleras y hay una chica con el uniforme del servicio limpiando los muebles. —¿Se le ofrece algo joven? —me pregunta. —¿Por qué limpian a esta hora? —la interrogo ya que todavía falta para que amanezca. —A la señorita Justine no le gusta que haya polvo por la mañana —me explica. —Podría regalarme un café, por favor —le pido. —Claro, sígame. Lo hago y entramos a una cocina muy espaciosa, no sé si tenía la cafetera encendida o qué hizo, pero no tarda en poner una taza con café frente a mí. —¿Usted vive aquí? —le pregunto y niega. —Por la mañana me voy a mi casa. —Debe estar muy alejada ¿verdad? —digo dando un sorbo al café. —No, por la parte de atrás de la casa, hay una calle pequeña que lleva a la avenida principal, ahí tomo el autobús y no tardo en llegar a mi casa. Me quedo unas horas en la cocina y los rayos del sol empiezan a entrar por la ventana. Si mi equipo no tiene mi ubicación, me será muy complicado salir de aquí sin dejar rastro, así que la infor
Nos quitamos la ropa y entramos a la ducha, abro la llave dejando correr el agua y la beso ansioso recorriendo cada rincón de su boca, sus labios son tan dulces que nunca tengo suficiente de ellos. La pego a la pared y lleno de besos su cuello bajando hasta llegar a sus pezones, saboreándolos hasta endurecerlos. —Nathan —murmura con su voz excitada—. Te necesito, ahora. No tiene que decirlo dos veces, ya que de inmediato la alzo para que pase sus piernas por mi cintura y entro en ella de un solo movimiento. Jadea y eso es música para mis oídos, empiezo a moverme despacio para intentar controlarme o estoy seguro que me voy a correr en unos segundos. Se aferra a mis hombros enterrando un poco las uñas, incremento mis movimientos ya que noto como su interior se contrae. Muerdo ligeramente su labio y arquea la espalda gimiendo cuando llega su orgasmo, en ese momento me dejo ir sintiendo como mi cuerpo entero vibra con la llegada del clímax. Mi corazón se quiere salir del pecho, está c
Paso mis manos por el abdomen de Milly y siento un pequeño borde de una de sus cicatrices, de inmediato vienen a mi mente los recuerdos de su enfrentamiento con Massimo. Me quedé sorprendido cuando la vi en la sala de interrogatorios frente a un hombre en silla de ruedas, estaba pálida, parecía en shock, hasta el momento en que él intentó tocarla, fue cuando reaccionó y lo abofeteó con una rabia que jamás le había visto. Tuve que intervenir y sacarla de ahí casi cargándola, estábamos trabajando y eso podría perjudicarla, por suerte los guardias no prestaron atención. Mientras la llevaba al coche, parecía que estaba luchando por estar consciente, pero no lo lograba, no reaccionaba por más que le hablaba, estaba tan mal que se quedó dormida en el trayecto de regreso al hotel. La bajé en los brazos, la llevé a su habitación y la dejé con cuidado sobre la cama, le quité los zapatos y la cubrí con una manta. No podía irme a mi habitación y dejarla en ese estado. Estaba confundido y furios
Regresamos a Miami y todo se siente mucho mejor, la tensión de una misión difícil ha pasado, y aunque sabemos que vendrán otras, podemos respirar con tranquilidad al saber que esos tipos están fuera de las calles. Nos reunimos en la oficina y les doy la noticia de que tendremos algunos días libres, pero, por supuesto tenemos que dejar todo en perfecto orden antes de irnos. Así que por primera vez en mucho tiempo, todos están en sus puestos de trabajo bastante ocupados, ansiosos por tomarse sus merecidos días de descanso. Mi teléfono suena y me llama la atención ver el número de Mitch. —Hola, Mitch, ¿cómo estás? —la saludo. —Bien —su respuesta tan seria me preocupa. —¿Mitch? ¿Está bien Ian? —indago—. ¿Mis padres? —Sí, todos estamos bien —responde—. Me dijo mi padre que habló contigo hace unos días. —Sí, me comentó que tenías que darme una noticia, pero que esperara a que lo hicieras tú. —Estoy aquí —dice. —¿En Miami? —replico. —Sí —confirma. Me pongo de pie de inmediato
Apenas subimos al elevador y la arrincono, pasa sus manos por mi cuello y nos besamos. —Aquí también hay cámara —gruño deteniendo el beso. Se abren las puertas y la tomo de los glúteos para que pase sus piernas por mi cintura, mientras camino para llegar al apartamento. Su puerta está más reforzada, así que abro la mía y cierro de inmediato para llevarla a la habitación. Nos quitamos la ropa con prisa y la acomodo sobre la cama, abro sus piernas y me pierdo en su centro saboreándola. Me gusta sentir lo ansiosa que se pone con mis caricias, me concentro lamer y chupar su hendidura, dándole atención especial a su hinchado clítoris. —¡Nathan! —jadea. Continúo hasta que obtiene su placer y siento como su cuerpo entero vibra. Al saber que termina, gateo para quedar a su altura. —Mírame Milly —le ordeno y abre los ojos. Entro en ella despacio, necesito sentirla, estoy un poco abrumado con la forma en que mi corazón late desbocado por esta hermosa mujer. Se inclina un poco y me hace da
Han pasado algunos días, y por fin, tenemos todo listo para tomar nuestros días de descanso. Esta noche saldremos para Rusia y estamos terminando de preparar nuestro equipaje. —¿Estás nervioso? —me interroga Milly—. Sé que el viaje es largo, pero… —No es por el viaje —la interrumpo. —¿Entonces? —Creo que deberíamos llegar a un hotel —sugiero. —Ni lo pienses, ese sería un problema muy grave con Enzo —asevera—. Mi padre e Irina tienen un apartamento, pero ahora están en casa de Enzo, para ayudar a Arya con los niños, además quiero verlos a todos. Asiento ya que tiene razón. Después de unas horas, salimos rumbo al aeropuerto. Nos registramos y vamos a la sala de espera en lo que anuncian nuestro vuelo. Jamás me había sentido tan ansioso con un viaje, ni siquiera cuando estoy en una misión. No tardamos mucho tiempo en abordar y a los pocos minutos el avión despega. —Tengo sueño —murmura Milly bostezando. Debe tenerlo, han sido algunos días en los que no la he dejado dormir duran
Me remuevo en la cama al sentir los besos de Milly sobre mi espalda. —Buenos días —me saluda. —Necesito más besos para despertar —gruño y se acomoda sobre mis piernas, masajea mis hombros y después deja algunos besos. Me doy la vuelta para quedar sobre ella haciéndola reír al tumbarla. —Mi indecencia te da los buenos días —digo presionando mi erección en su centro. —Mmm —murmura—. Siempre me ha gustado tu manera de dar los buenos días —se ríe mientras levanto su blusa para entretenerme en sus senos. Dejo algunos besos sobre su abdomen y bajo su pijama con la ropa interior, abro sus piernas colocándolas sobre mis hombros y empiezo a saborearla, su deliciosa humedad incrementa cuando lengüeteo su clítoris, chupo y paso mi lengua por su hendidura logrando que se remueva inquieta buscando su alivio. La miro y se está cubriendo la boca, continúo disfrutándola y no tarda en explotar logrando que su cuerpo entero parezca vibrar, arquea su espalda y me concentro en su clítoris para p