—Podemos hacerlo sin ropa…Veo el rostro de mi amigo, y es realmente atractivo, el tipo de hombre que me prende. Pero ni recuerdo el nombre de mi amigo, ni estoy tan prendida por él, y tampoco es buena idea acostarse con alguien por primera vez, ni por despecho, borracha.—Paso, toco una cama y me d
Sus labios sobre los míos, sus manos apretando mis caderas y su fuerza propiciando que entre y salga de mi cuerpo. Pero mi placer es interrumpido por el sonar de un ruido molesto, inmensamente molesto. Uno que me conduce… a despertarme.Abro los ojos con la luz del día lastimándome, aquí en mi cama
Yo me rindo, y canso de negar lo que es evidente a este nivel. No la contradigo, sólo la veo adolorida, y ella suspira.—De todos, nunca hubiese imaginado que Lorenzo sería el más codicioso y calculador del grupo — asegura ella, le voy a contradecir, ella me pone el dedo cerca de la cara — No quiero
En estas ando llegando a la casa de mis papás. En lo que entro los aromas de la cocina me impactan. Allá está mamá vigilando su pollo al horno, y aquí estoy dirigiéndome a ella dejando mi maletín en el sofá, en lo que me ve me abraza con mucha fuerza.—¿Cómo está mi mujer de negocios favorita?—Algo
Mis pies golpean el suelo con constancia y mi corazón late con una fuerza sobrenatural. Lo había conseguido finalmente, un ascenso en mi trabajo, y el primero que tenía que enterarse de eso es Andrew, mi prometido. Camino por el pasillo tan emocionada y aferrada a mi maletín que agradezco que nadie
La mañana de ayer, me levanté con el hombre que amaba charlando sobre lo emocionados que estábamos por la boda de nuestros sueños. La mañana de hoy, me desperté en una habitación de hotel barato con los ojos hinchados de tanto llorar. No habría boda, no habría un final feliz para mí, no tendría la
Tengo una lista interminable de humillaciones propiciadas por mi familia en mi memoria. La vez que vine a esta casa a arrodillármele a mi padre para que me diese dinero para el tratamiento de mi madre. La vez que Amanda y su madre me regalaron una caja con ropa usada y rota, porque “necesitaba vesti
Estoy en una nube de placer de la que no me quiero bajar. Los besos van y vienen, al igual que las caricias a mis piernas desnudas. Me retuerzo entre las sábanas blancas y disfrutando de la calidez del hombre sobre mí. No quiero que esto nunca acabé. —Eres hermosa, Marianne — susurra él a mi oído.