Es una gran, gran ironía, que haya vuelto a mi vida a ponerla de patas arriba. Meterse donde nadie la llamó e ignorar mi petición de no asistir a mi boda. No calculé bien el grado de terquedad de Sara. Ni encabezar el proyecto que saboteará su proyecto o mentirle mil veces diciéndole que la quiero l
Todavía estoy encerrada con Loren en ese armario, él todavía está tocando mi cuerpo y yo pegándome más al suyo. Sus dedos pasean por mi cuello, pasando a sujetar mi rostro y entrando en mi boca. Todavía no puedo respirar, pero tampoco es como si quisiera hacerlo.Aguanto la respiración mientras su m
—Tú me pediste que lo hiciera. ¿Tampoco recuerdas eso?Lamentablemente no lo hacía, aunque si Elliot me lo decía lo más probable es que fuese cierto. Le doy algunas indicaciones más, y terminamos la llamada. Voy a bañarme, y dejar que el agua se lleve consigo esos recuerdos inapropiados que no debía
—No… no mucho — digo extrañada.—¿Por qué? — cuestiona inocente ella — Está precioso, y tú tienes un cuerpo precioso.Quizás porque si me presento así a la boda de Lorenzo, él mismo me escoltará hasta la salida.—Es muy… revelador para una boda tradicional. ¿No te pareces? — acoto con tacto.—Pensé
Si quieres la seguridad de que obtendrás un trato importante, es mejor hacerlo por tu propia cuenta. Este consejo pesa mucho más al considerar que el enemigo está pisando mis talones. Así que, veme aquí tomando café en una tacita floreada, en este sofá incómodo de dos plazas, mientras intento ganar
—¿Está dormida desde que llegaste? — me pregunta sonriendo simpático.Como si esperase que le respondiese con amabilidad. Como si nada hubiese pasado y él no fuera un idiota.—¿Un plan de seguro? ¿Con eso los comprarás? ¿Y dónde vivirá esta familia? — le reclamo en voz baja para que los hermanos no
Mucho me había aguantado, y no planeaba seguir postergando esto o me terminaría de volver loca. Más loca de lo que por sí sentía que me volvería con ignorar lo que está pasando. Para completar, Lorenzo no habla, se ha quedado mudo. Hasta que se recuerda que es capaz de mover su lengua.—¿Te acuerdas
—Yo… no te odio. Vamos a mi auto, te sacaré de aquí, que alguno de tus empleados se encargue del tuyo — él intenta tomarme del brazo nuevamente, me alejo de él.—¡No te necesito Lorenzo! ¡Ya me cansé de suplicarte una explicación! ¡Ahora soy yo la que te quiere lejos! ¡Muy lejos de mí! — le grito.M