—No aquí. En Estados Unidos. Aunque mi hija vive aquí. Trabaja en construcción — resuelve María. Ella analiza el rostro de María con mucho detenimiento. No compra inmediatamente esa explicación. Hasta que va aceptándola. —¿Construcción? ¿De casualidad será en los anexos en los que está trabajando
—¿Tío, por qué eres así de malo con Liam? ¿Te gusta que mi abuelo se la pasé regañándote por lo cruel que eres? — comenta Sara. Me gustaría ignorar el hecho de que la hija de Leonel, de mi odiado primo, esté llamándome “tío”. Ese es un lazo emocional que no me gustaría tener. Pero que igual tengo p
Narrado por Luciano Brown Le he dado la boda que ha querido, le he cumplido como ha querido, y he ido tan lejos como para darle la exclusividad de mi cuerpo. Marianne no se podía quejar de mí, pero yo sí tengo muchas quejas de ella. Comenzando por su insistencia en no separarse de Giana a estas hor
—¿Si nos casamos casamos o esto es un sueño? — pregunta con los ojos cerrados. Huele bastante a alcohol. —¿En qué momento te pusiste en esta condición? Te descuidé menos de una hora y te descubro así. No tenías que beber tanto esta noche Marianne — le recrimino sintiéndome ridículo. —¿Cómo que no
Me vuelvo a maldecir miles de veces. Las mujeres no debían ser debilidad para mí, yo era la debilidad de las mujeres, no al contrario. Pero con Marianne era… era… diferente. Puede que fuese porque compartíamos muchas cicatrices semejantes, o porque la causante de algunas de ellas era la misma perso
Es una mañana más sintiendo que el mundo me da vuelta detrás de mis parpados cerrados. Los abro con dificultad para que la luz incremente el dolor de cabeza que tengo. He amanecido en una cama blanca. Mi boca tiene una sensación rara dentro de ella, por lo que salivo y la abro para sacarme de esta
—¿Leíste el itinerario que te envié a inicios de semana? — cuestiono para invitarlo a hablar. —Por encima — dice desinteresado concentrado en su celular. —¿Qué te pareció? ¿Te gustó? ¿Has visitado estos destinos antes? Él da un gran suspiro y me mira molesto. Después se para de su asiento. —Iré
No son delicadas, ni suaves. Son poderosas y contundentes. Puede que la sensación de que me partirá en dos sea imposible o desacertada, pero juro que es lo que estoy sintiendo. Estoy ahogándome en mis propios gemidos lastimeros por culpa de la excitación y la delicia que experimento. Podría estar a