……. Encontrar el sitio donde Sergio ha decidido gritarle a todo volumen a América es más fácil de lo que imaginé. Escogió uno de los salones privados y desde afuera escucho sus gritos estridentes. —¿¡POR QUÉ NO ERES CAPAZ DE REACCIONAR MUJER INCOMPETENTE!? ¿DE DÓNDE SE CONOCEN? ¿CÓMO SE CONOCEN?
—Tienes que calmarte. Luciano está casado conmigo, Belmonte Raíces está en buenas manos — afirmo. —¿Eres estúpida o te haces? — recrimina cruelmente América — Los Brown nos destruirán hasta los cimientos. —No lo harán. Soy la esposa de Luciano. ¿Para qué destruirá la empresa de su familia política
Narrado por Luciano Brown Siempre he sido un ave en libertad. He volado a donde he querido, cómo he querido y con quien he querido. Sin límites, sin rendir cuentas a nadie, sin desperdiciar mis energías en conexiones emocionales o apegos innecesarios. Esa había sido mi vida, esta excitante vida qu
—No aquí. En Estados Unidos. Aunque mi hija vive aquí. Trabaja en construcción — resuelve María. Ella analiza el rostro de María con mucho detenimiento. No compra inmediatamente esa explicación. Hasta que va aceptándola. —¿Construcción? ¿De casualidad será en los anexos en los que está trabajando
—¿Tío, por qué eres así de malo con Liam? ¿Te gusta que mi abuelo se la pasé regañándote por lo cruel que eres? — comenta Sara. Me gustaría ignorar el hecho de que la hija de Leonel, de mi odiado primo, esté llamándome “tío”. Ese es un lazo emocional que no me gustaría tener. Pero que igual tengo p
Narrado por Luciano Brown Le he dado la boda que ha querido, le he cumplido como ha querido, y he ido tan lejos como para darle la exclusividad de mi cuerpo. Marianne no se podía quejar de mí, pero yo sí tengo muchas quejas de ella. Comenzando por su insistencia en no separarse de Giana a estas hor
—¿Si nos casamos casamos o esto es un sueño? — pregunta con los ojos cerrados. Huele bastante a alcohol. —¿En qué momento te pusiste en esta condición? Te descuidé menos de una hora y te descubro así. No tenías que beber tanto esta noche Marianne — le recrimino sintiéndome ridículo. —¿Cómo que no
Me vuelvo a maldecir miles de veces. Las mujeres no debían ser debilidad para mí, yo era la debilidad de las mujeres, no al contrario. Pero con Marianne era… era… diferente. Puede que fuese porque compartíamos muchas cicatrices semejantes, o porque la causante de algunas de ellas era la misma perso