Un contrato con el italiano: Las consecuencias de un amor.
Un contrato con el italiano: Las consecuencias de un amor.
Por: Gilover28
Capítulo 25.

Ellie.

Uno, el reloj sigue avanzando.

Dos, el mundo sigue desmoronándose.

Tres, la vida se está acabando.

Mi vida, que se resume a un hombre que me ha llevado a las estrellas, amenaza con llegar a su fin.

—¿Cómo que le dispararon a Vicenzo?—Me toqué el pecho mientras corría por mi bolso y las llaves de la casa. Acto seguido, le seguí hasta el auto—Alessandra...Por favor, necesito que me expliques lo que le ha pasado a Vicenzo. No puedo soportar más.

El reloj sigue avanzando, la oportunidades se acaban...¿Vicenzo estará bien? ¿Está a tiempo de salvarse a sí mismo?

—Todo lo que mencioné con anterioridad —estaba nerviosa, aunque todavía lograba controlar sus emociones. Ella colocó las manos en el volante y comenzó a conducir, supongo que en dirección al hospital en el que se encontrara el dueño de mi alma— Le dispararon a Vicenzo mientras se dirigía a la oficina, al parecer en cuanto detuvo su automóvil, un hombre le disparó en la pierna al conseguir abrir la puerta del auto. Fue lo poco que pudo decirme antes de desmayarse en la ambulancia, creo que me llamó a mí porque se debió a que era el primer contacto que apareció en su teléfono.

No me llamó a mí ya que sabía que moriría al enterarme de las pésimas noticias. Y porque ese hombre es mi vida entera.

— ¿Qué tan grave es? —Le cuestioné jugando con mis manos en forma de nerviosismo. Se me hacía difícil respirar, y temía caer en una cuadro de ansiedad.

Han pasado ya muchos años desde que tuve episodios de depresión y ansiedad, provocados por las situaciones por las que atravesé una y otra vez.

—Es grave, sí, aunque los médicos dicen que va a recuperarse...—mencionó, pero, por el tono de voz pude deducir que me estaba mintiendo. A pesar de todo eso, opté por no decirle nada y asentir.

—Solo necesito saber que él está bien, Alessandra, no puedo decir nada más...—respondí mientras las lágrimas caían por mis mejillas. El viaje fue corto, y apenas llegamos al hospital, bajé del auto de inmediato.

Le pido al cielo que él siga en este mundo, que la vida no haya sido tan injusta como para arrebatármelo.

—¿Qué le ha sucedido a mi Vicenzo? —Entré a la sala de espera tan rápido como mis piernas me lo permitieron.

—Vicenzo sufrió un disparo en la pierna izquierda y fue una herida considerablemente grave —en cuanto dijo eso, tuve que sostenerme con fuerza del brazo de la madre de mi esposo porque estaba empezando a perder la cordura— Su hermana pudo realizarle una transfusión de sangre ya que poseía el mismo tipo, y la cirugía para recuperar el daño que le provocó la bala, la cual se quedó dentro del miembro y está siendo extraído, se está llevando a cabo. La cirugía tardará un par de horas, y en cuanto esta llegue a su fin, el paciente tendrá que quedarse en observación un par de días para vigilar que todo vaya correctamente, además de tomar una gran cantidad de medicamentos y usar una férula que pueda impedir el movimiento de la pierna por un tiempo.

—Doctor, quiero pensar que todo eso significa que mi hijo estará bien —el señor Fabrizio habló y sentí que el corazón se me encogía dentro del pecho—Anhelo su pronta recuperación.

La opresión en la parte central del pecho siguió incrementando, al mismo tiempo que empezaban a dolerme las piernas. El médico continuó hablando, sin embargo, mi mente se desconectó ya que el dolor en realidad era insoportable.

—El señor Coppola está bien, sólo necesitará de su apoyo para su recuperación. El accidente es una lástima, pero, por suerte él estará bien —sonrió— Les avisaré cualquier novedad conforme la cirugía siga avanzando.

Cuando el doctor estaba por retirarse, el dolor en el pecho se hizo más fuerte y tuve que sentarme en el piso de inmediato.

Oh, no...

No puede ser.

—¿Ellie? —Vittoria intentó tomarme del brazo, no obstante, no podía pensar de la forma adecuada y no me sentía bien en lo absoluto.

—Doctor...—le susurré, buscando que uno de ellos me prestara su ayuda— Doctor, creo que estoy...

Sin más, todo a mí alrededor desapareció.

Desperté un poco aturdida, y traté de sentarme, sin embargo, tenía un fuerte dolor de cabeza que me obligó a volver a recostarme. Caí en cuenta que estaba en una camilla de emergencia con Martina Grimaldi, la gran amiga de Vicenzo a mí lado, quien se alteró apenas se dio cuenta que había despertado.

Parece que la situación me ha salido de las manos, como siempre, todo resulta incontenible.

—Demonios Ellie, sí que nos has provocado un gran susto —dejó su teléfono a un lado y se acercó a verme— Tu presión arterial disminuyó muchísimo, lo que ocasionó un desmayo, pero, se ha logrado establecer tu presión está estable. Tan solo necesitabas descansar.

—¿Y Vicenzo? ¿Ha salido ya del quirófano?— Cuestioné, con un nudo en el estómago. Deseo que todo haya salido de maravilla. Lo que menos me interesa es mi propio bienestar.

—La operación fue todo un éxito -me sonrió —En realidad, hace poco le llevaron la cena, y creo que podrás verlo dentro de poco. Por ahora, lo que importa es que él solo necesitará de terapia por un par de semanas y habrá que encargarse de la empresa en su totalidad hasta que regrese.

—Considero que ustedes podrán ayudarme con eso, y Valentina por supuesto —sonreí—¿Me llevas a ver a mi esposo por favor?

—Ellie, acabas de despertar...—me regañó—Te pido que esperemos un poco más para que vayas a la habitación de Vicenzo.

Rodé los ojos.

Me negaba rotundamente.

—Martina, por el amor del cielo, te ruego que trates de entenderme. Para mí, es complejo el que el hombre al que amo con mi entera, a la persona a la que le debo mi vida y mi estabilidad, a la persona por la que estoy segura podría dar mi vida a cambio. Necesito ver que él está bien, no me es suficiente con unas cuantas palabras. Mi alma desea que nuestros ojos se conecten una vez más, mi cuerpo me pide a gritos acortar la cercanía entre él y yo en busca de contacto, mi mente me pide volver a verlo y entender que él sigue aquí, que no se ha ido a ningún lado.

Las lágrimas volvieron a acumularse en mis ojos, no obstante, las limpié. No deseo seguir llorando esta noche, ya tengo el corazón lo suficientemente roto.

—Este ha sido el peor día de mi vida ¿Imaginas lo difícil que es todo esto? —Suspiré, tratando de no permitir que el nerviosismo se apoderara de mí otra vez—He pensado lo peor, he estado creyendo que la persona a la que tanto amo, mi otra mitad, no iba a sobrevivir. Y que tenía que resignarme a perder al único hombre que me ha amado con sinceridad, al único hombre que me ha dado el lugar que merezco y el único hombre que es capaz de iluminar mi universo con una sola sonrisa suya.

Ella no dijo nada.

—Espero que puedas permitirme verlo.

—Me es imposible negarme, tendré que llevarte a su habitación —comunicó, me ayudó a pararme de la cama de emergencias. El médico nos dijo que todo estaba bien, que podría irme a casa incluso sin compañía porque en ese mismo instante mi salud era excelente, sino que aquel accidente se debió al estrés generado por la situación.

Tratando de deshacerme de todos mis miedos e inseguridades, entré a la habitación que le fue designada a Vicenzo, lista para estrujarlos entre mis brazos y confesarle en el oído lo mucho que lo amo.

Cuando lo vi, recostado en esa horrible cama de hospital y viendo la televisión, supe que mi vida volvía a tener sentido. Con su presencia, todo tiene sentido.

—¿Qué sucedió contigo mi cielo? —Él me preguntó mientras yo tomaba asiento en la silla de al lado de su coma y entrelazaba nuestras manos— Mi madre me ha dicho que sufriste un desmayo...Mi niña ¿Cómo puedes asustarme de tal manera? Ellie, sabes mejor que nadie lo mucho que me preocupo por ti.

Tanto como yo por ti, mi cielo.

—Eso debería decírtelo a ti —le guiñé el ojo—Estuve a punto de experimentar un accidente cardíaco ¿Imaginas lo grave que pudo haber sido? Todo porque lo eres todo, en lo absoluto, para mí.

Sus ojos son el centro de mi universo. Su sonrisa son el sol de mis días y su voz, el cálido abrazo de mis noches.

Estoy profundamente enamorada de Vicenzo, lo adoro con cada parte de mi cuerpo y pensar en la simple idea de perderlo, me estremece. Quiero vivir a través de él, quiero ser su otra mitad, el reflejo que denote su figura en el espejo.

Al final, vivir así es morir de amor.

—Supongo que me asusté tanto que mi presión arterial descendió, aunque ya he ingerido medicamentos y me encuentro totalmente bien —le sonreí—Y por favor, no te atrevas a preocuparte ni un poco por mí. Lo único que importa ahora mismo es que tú estés bien...Vicenzo, no tienes idea de lo mucho que me asusté por lo que te pasó.

—Te amo, Ellie Stewart, te amo...—me dijo, sonrojándome por conpleto. Es que él aun puede provocar ese efecto en mí.

—Está bien, todo estará bien si estamos juntos —murmuré en su oído-Y nunca me iré de tu lado porque esa es la prueba de amor más grande. Sabes que cuentas conmigo para esto, sabes que cuentas conmigo en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza por los siglos de los siglos.

—No me importaría recibir un disparo por ti...—confesó y negué, no le permitiría hacerlo jamás.

—Prefiero mil veces morir que vivir en un mundo en el que no estés tú —acaricié su rostro—Te amo, Vicenzo y quiero que sepas que cuentas con mi apoyo en cada paso del camino. En un par de días, saldrás de este hospital y nos iremos a casa. Y cuando te sientas mejor, hallaremos el infeliz que se atrevió a dispararte porque eres la persona más dulce de este mundo y nadie tendría porqué tener razones para tratar de quitarte la vida. Encontraremos al desgraciado que te disparó y lo encerraremos tras las rejas, yo misma voy a encargarme de ello.

—Mi amor, no te pongas en peligro a ti misma. Hay demasiadas cosas que son más importantes que descubrir al infeliz que casi me arrebata la vida...

—¡Exactamente! Ese infeliz casi te quita la vida y no pienso permitir que continúe viviendo su vida como si nada mientras tú debes pagar las consecuencias de su inmoralidad —le estreché con cautela—Deja que me haga cargo de todo eso, eres mi esposo y el hombre al que amo, y ese es mi deber. Tengo que cuidar de ti.

—Hablaremos de eso más tarde, lo único que quiero hacer es abrazarte y saber que te tengo acá a mí lado —plantó un beso en mi mejilla.

—Tienes razón, eso es todo lo que importa.

Poco sabía yo, en aquel entonces, que las consecuencias de un amor que empezó siendo mentira estaban a punto de comenzar. No imaginé que fingir amor fuera nuestro pecado más grande y que no podía hacer nada al respecto. Tendría que esperar para conocer las consecuencias de un amor que nadie esperaba que sucediera.

¿Por qué la vida debe ser tan injusta con aquellos que solo intentar vivirla día tras día?

¿Por qué la vida debe ser tan injusta con aquellos que tan solo quieren amar y ser amados?

Después de mencionarle a Vicenzo que regresaría pronto, le pedí a su madre que se quedara con él mientras iba a casa para cambiarme de ropa y traer un par de papeles importantes que el hospital requería para ciertos procedimientos que iban a realizarse posteriormente.

Qué día.

Ha sido un día muy difícil.

Pensé que la vida se me iba, pensé que iba a perder al hombre que es mi vida entera.

Con pesadez, recorrí los pasillos del hospital, abrazándome a mí misma en búsqueda de deshacerme del frío que inundaba mi cuerpo con rapidez. Llegué hasta el estacionamiento del lugar, y cerré los ojos por un instante. Necesitaba despejar mi mente, tuve suficiente por hoy.

Sin embargo, mi serenidad culminó en cuanto alguien me arropó con un suéter de lana por la espalda. Me estremecí, volteé y el corazón me dio un vuelco.

—Ya no somos niños, pero amarte es como un juego. Todo en ti es dulce, y sé que el amor que perdura no es siempre igual. Estoy dispuesto a perder el primer beso si aun nos queda toda una vida por vivir juntos —Harry, sí el gran Harry Grant estaba de pie junto a mí con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Qué crees que haces aquí? —Me burlé. La ira me estaba carcomiendo, si fuera por mí, le rompería la cara. No quería verlo, no quiero verlo ni querré verlo.

—He venido por ti, Ellie. Estoy dispuesto a volver a conquistarte, porque sé que tú no has dejado de amarme.

Leia este capítulo gratuitamente no aplicativo >
capítulo anteriorpróximo capítulo

Capítulos relacionados

Último capítulo