Después de la noche que había pasado, con un sueño tan extraño y a la vez tan vivido que incluso le pareció alguna especie de recuerdo, Naiara, no podía más que escapar de aquellos ojos dorados que la perseguían incluso sin encontrarse cerca, estaba ansiosa y angustiada, podía sentir el aliento de él nombrándola, en aquel sueño que parecía demasiado real, por primera vez desde que comenzó a soñar con aquellos ojos dorados, estos tuvieron un rostro… y en su sueño él la aprisionó contra su pecho, cuando ella se disponía a atacarlo una vez más con flechas… era extraño, sabía por los libros de historia, que las vestimentas que portaba en su sueño eran las de una sacerdotisa, pero de hace más de mil años… además el cabello y la apariencia del mestizo eran diferentes… eran más animales y definitivamente muy atractivas, no podía dejar de preguntarse si esa sería su apariencia real. En su sueño, él la había tomado y besado más apasionadamente aún que en el beso que le había dado sobre el esce
El amanecer estaba llegando e Aysel permanecía de espalda sobre su colchón, los ojos muy abiertos luego de una larga noche en la que no había dormido en absoluto, los brazos cruzados tras la cabeza, su cuerpo completamente desnudo y extendido, miró junto a él vislumbrando ante la luz de la mañana el lugar vació, suspiro simplemente.Cuando llegó a su habitación horas antes la figura femenina de Marfia se encontraba extendida exponiendo la belleza de su pelaje, cerró la puerta tras de sí, y se quitó la camisa con lentitud, había estado en situaciones similares, quizás no tantas veces como aparentaba la seguridad de sus movimientos, pero si lo suficiente como para saber que hacer con una hembra, y esta estaba preparada de antemano, lo que le ahorraba gran parte del trabajo, los pantalones siguieron a la camisa y pronto la ropa interior, la lobo se sonrió al ver su sexo preparado, pero era evidente que no sabía que lo había estado toda la noche y ciertamente no por ella, Aysel cerró los
Al alba del segundo día, apenas cuando la luz del sol comenzaba a despuntar sobre las montañas aún lejanas, Naiara, fue despertada de un modo muy particular, la humedad se extendías desde su cuello desnudo por su mejilla y luego se alojaba en su oído, para entonces podía percibirla pero aún no despertaba por completo, se sentía muy cansada, había estado despierta hasta altas horas, cuando el lobo paria y lo que ella podía definir como parte de su manada, terminaron con el festín que le dieron de carne demasiado cruda, al punto de que incluso gotas de sangre ennegrecida por la cocción a medias, se derramaban por las manos de los seres.-Despierta mujer…- escuchó un susurró en su oído y de pronto pudo concluir que la humedad tibia que sentía en el rostro había sido la lengua de este lobo de ojos celestes que ahora se cernía sobre ella peligrosamente, cargando su cuerpo sobre el suyo, que permanecía de costado, evitando una invasión más concreta, pero a pesar de eso podía sentir la durez
La observó durante lo que le pareció un extenso momento, aunque en realidad habían sido solo un par de segundos, los ojos brillaron como dos relámpagos dorados, cuando Naiara intentó moverse mostrando la atadura que la mantenía unida al árbol, Aysel sintió que la furia contenida contra ese lobo se acentuaba aún más al notar como el delgado tobillo le coloreaba alrededor de la cuerda. Por un instante pensó en que tal vez podrían escabullirse de los tres lobos, pero en cuanto vio el modo en que la había tratado, un fuerte instinto de pertenencia se apoderó de él, y más allá de toda prudencia, se irguió y avanzó hasta la pareja, Naiara abrió enormemente los ojos e intentó negar con la cabeza ante un acto tan impulsivo y poco inteligente, pensó comprendiendo que antes de poder llevársela debería enfrentar a sus captores, y aunque los dos lobos que acompañaban a O´Neill no parecían muy fuertes eran lobos, y tres contra uno no era una cuenta muy alentadora.Lo vio inclinarse cerca del tobil
Habían recorrido ya un buen trayecto, Naiara permanecía aún apretada contra el pecho de Aysel que continuaba en su forma de mestizo, la observó un instante y pudo notar la rigidez de su rostro, no se había quejado en ningún momento, pero él estaba muy consciente de lo delicado que podía ser el cuerpo de un humano, lo padecía en algunas oportunidades en las que se transformaba realmente en uno, perdiendo toda la fuerza que le proporcionaba su sangre lobo, no recordaba algún momento en que aquello no le significara una horrible pesadilla.Escuchó no muy lejos de donde se encontraban, el sonido del agua al golpear las rocas no debía de ser un río demasiado caudaloso, pero sería bueno, el tiempo era agradable, y ya no sentía aquella prisa por alejarse del lobo paria, al menos conocía estas tierras y el resto del viaje lo podían hacer al ritmo de ella… una sensación demasiado grata le embriagó el pecho al imaginarse algunos días solo en la compañía de Naiara… volvió a mirarla y aunque su r
Naiara caminaba en silencio al lado de Aysel, observaba su aspecto de reojo, lo venía haciendo desde que habían partido, recordaba lo impresionada que se había sentido cuando luego de aquel arranque de arrogancia y grosería que él había manifestado, se paró algunos metros delante de ella, e inspiró con mucha energía, como si estuviera renovando el aire de sus pulmones, el cabello plateado que tanto había admirado comenzó a oscurecerse, que se erguían sobre su cabeza desaparecieron, dando paso a su aspecto humano, él estaba de espalda, por lo que no pudo ver sus ojos, pero estaba segura que el dorado de ellos había declinado en intensidad, las manos ahora dejaron de mostrar garras y fue evidente que parecía un poco menos imponente de este modo.-¿Qué es lo que tanto miras?...- le dijo con un tono molesto, sin observarla, con la mirada fija en el camino enmarcado en árboles que ahora seguían.No pudo responder de inmediato, llevaban cerca de tres horas caminando y él no había dicho ni u
El aire le tocaba el rostro con suavidad, podía sentir como la mecían y comenzó a abrir los ojos, a pesar del movimiento no se sintió amenazada ni temerosa, podía reconocer el aroma de Aysel que se hacía muy leve bajo esta condición de humano, era como el olor mismo del bosque en su piel, como si el arroyo humedeciera la tierra y la madera, permitiéndole percibirlo en él, en su cabello y en su cuerpo, no pudo evitar fijar la mirada en la abertura de su camisa que estaba directo ante sus ojos y que había sido de color blanco, el tono de su piel algo más oscuro que la propia llamó su atención, estaba somnolienta y por lo mismo relajada, luego subió hasta el espacio que se mostraba en la parte baja de su garganta que se movía con la respiración, la manzana Adán, que pareció cobrar vida ascendiendo y descendiendo como si le costara mucho tragar luego sus ojos cas
Se sentía gratamente extraña en medio de aquellas mujeres que iban “halagándola” como le había dicho Aysel cuando le dio aquel suave beso que sin esperarlo la hizo estremecer, sintió que el estómago se le recogía al igual que el corazón, al recordarse a sí misma de que aquel sentimiento debería morir antes de nacer siquiera, sabía perfectamente que estaba alimentando sensaciones que no podían vivir dentro de ella, tenía demasiadas responsabilidades con los de su clan y los demás, como para tener el egoísta pensamiento de hacer su propia vida olvidándose de ellos.-Acota ite so Espíritu – dijo una de las mujeres dirigiéndose a Naiara mientras que llevaba sus manos a la parte alta de la túnica andrajosa y sucia que ella vestía, notó como otras de las presentes le tomaba parte del cabello, que hab&iacut