El aire le tocaba el rostro con suavidad, podía sentir como la mecían y comenzó a abrir los ojos, a pesar del movimiento no se sintió amenazada ni temerosa, podía reconocer el aroma de Aysel que se hacía muy leve bajo esta condición de humano, era como el olor mismo del bosque en su piel, como si el arroyo humedeciera la tierra y la madera, permitiéndole percibirlo en él, en su cabello y en su cuerpo, no pudo evitar fijar la mirada en la abertura de su camisa que estaba directo ante sus ojos y que había sido de color blanco, el tono de su piel algo más oscuro que la propia llamó su atención, estaba somnolienta y por lo mismo relajada, luego subió hasta el espacio que se mostraba en la parte baja de su garganta que se movía con la respiración, la manzana Adán, que pareció cobrar vida ascendiendo y descendiendo como si le costara mucho tragar luego sus ojos cas
Se sentía gratamente extraña en medio de aquellas mujeres que iban “halagándola” como le había dicho Aysel cuando le dio aquel suave beso que sin esperarlo la hizo estremecer, sintió que el estómago se le recogía al igual que el corazón, al recordarse a sí misma de que aquel sentimiento debería morir antes de nacer siquiera, sabía perfectamente que estaba alimentando sensaciones que no podían vivir dentro de ella, tenía demasiadas responsabilidades con los de su clan y los demás, como para tener el egoísta pensamiento de hacer su propia vida olvidándose de ellos.-Acota ite so Espíritu – dijo una de las mujeres dirigiéndose a Naiara mientras que llevaba sus manos a la parte alta de la túnica andrajosa y sucia que ella vestía, notó como otras de las presentes le tomaba parte del cabello, que hab&iacut
-Recíbela Aysel, ¿no ves que necesita de tu aprobación?...- apresuró entonces Naiara con un gesto de su cabeza, indicándole a Aysel que recibiera el alimento que se le ofrecía con tanta devoción.Aún no podía comprender por qué los aldeanos actuaban así ante él, pero de seguro debía de ser una razón muy poderosa. Volvió a caer en la conclusión que sabía tan poco del mestizo que le había salvado la vida, lo único que sabía con certeza era que se le paraba el corazón y comenzaba a latir con mucha más fuerza, cada vez que él la tocaba con sus labios. Vio a Aysel tomar el alimento y agradecer con un gesto cortes, lo que de algún modo llenó el corazón de Naiara de orgullo, parecía un gran señor oculto en aquel disfraz indolente y rebelde.-Mai ieta Espir
Naiara se quedó inmóvil, observando entre los árboles el lugar por el que Aysel se había perdido, aún mantenía la sensación suave de sus labios acariciándola, sin comprender que era lo que había sucedido, estaba como extraviada en la emoción, en aquella sensación de perdida que le agobiaba el ama, como si ya hubiera tenido que desprenderse de él antes. Se puso de pie y quiso seguirlo, aún tenía el tacto de sus dedos sobre los brazos, despegándola de él, y la mirada dorada mirándola duramente como si hubiera cometido un error al besarla.-Déjalo solo… el bosque es su mejor amigo…- escuchó Naiara una voz añosa que le habló desde atrás, se giró, para comprobar que se trataba de Yuel.-Tú… ¿nos viste?...- dijo casi en un susurro.-S
La víspera de una ilusiónSe giró con suavidad, espera poder volver a ver a Naiara que mostraba una aspecto muy saludable y alegre en medio de las mujeres que preparaban la celebración, por un instante se sonrió al imaginar que aquel sonrojo en sus mejillas podía deberse al licor de Fraya, que estaba seguro ya había probado, pero no la encontró, se concentró en las mujeres que se movían de un lugar a otro, ya preparando los últimos detalles. Comprendió entonces, que era probable que la estuvieran ayudando a cambiarse para la celebración, él había asistido anteriormente a esta fiesta que era tan importante para los aldeanos, la luna llena representaba muchas cosas, entre otras la fertilidad para sus campos y para sus vidas.Uno de los hombres le hablo e Aysel se giró para tomar el último de los leños que debían
-A quién le importa…- respondió sin aclarar ciertamente a que se refería. Yuel se quedó un instante observándolo antes de hablar.-Ve a cambiarte esas ropas y olvida por esta noche tus limites… muéstrale tu alma… - fueron las palabras que ella emitió, con un tono de voz tan suave y sabio, que Aysel se sintió calido por dentro ante la sola esperanza de ser más para Naiara de lo que creía – ve… ve…Se giró y observó la choza que debía de ser la propia también, ya que según lo que los aldeanos creían, él y Naiara eran compañeros, amantes…-Pero ella debe estar ahí…- dijo él dirigiéndose a Yuel.-No… ella no esta ahí…- Aysel no pudo notar el tono que usó Yuel, pero ella sab&iacu
Verla de pie ahí en medio de todo el resto de la aldea, lo dejó casi sin aliento, el vestido era hermoso, pero ciertamente ella con la luz que parecía irradiar con solo estar presente, lo hacía aún más, no recordaba alguna ocasión en la que su corazón latiera con tanta fuerza, ¿o quizás sí?... la imagen de Naiara de pronto se hizo nítida ante sus ojos, y el corazón le dio un salto en el pecho, cuando se vio a sí mismo frente a ella, como si o se hubieran visto desde hacía mucho, y él llevaba una espada en la mano…tragó con dificultad, intentando pasar la sensación de incredulidad…¿realmente se conocerían de otra vida?... sería tan fácil explicar de ese modo el apego que sentía por ella, y ahora verla ahí tan hermosa era más de lo que podía pedir… no esta noche no dejar&
No tenía modo de explicar lo que su corazón sentía, pero había una expectativa de complemento en lo que se estaban aventurando a hacer, de alguna manera Naiara podía percibir que era correcto, que las emociones que chocaban en su interior creando una batalla, estaban muy por debajo de lo que realmente la motivaba. Lo observaba avanzar por entre los aldeanos, que sumergidos en sus festejos, los omitieron del todo, y no podía dejar de admirarlo, un ser tan rebelde, tan arrogante, violento incluso en sus maneras, y sin embargo tan excitante y suyo que le cortaba el aliento con solo pensarlo, y apretó el agarre de su mano, e Aysel la miró sin dejar de caminar. -¿Estas asustada?…- le preguntó con aquella voz profunda que poseía, y sin embargo envuelta en una ternura que le derritió el alma. -No…- dijo intentando una sonrisa, y él volvió a mirar en dirección a la choza, que estaban a punto de alcanzar, sintió como aferraba más su mano, y comprendió que él estaba tan inquieto como ella, ha