Al alba del segundo día, apenas cuando la luz del sol comenzaba a despuntar sobre las montañas aún lejanas, Naiara, fue despertada de un modo muy particular, la humedad se extendías desde su cuello desnudo por su mejilla y luego se alojaba en su oído, para entonces podía percibirla pero aún no despertaba por completo, se sentía muy cansada, había estado despierta hasta altas horas, cuando el lobo paria y lo que ella podía definir como parte de su manada, terminaron con el festín que le dieron de carne demasiado cruda, al punto de que incluso gotas de sangre ennegrecida por la cocción a medias, se derramaban por las manos de los seres.-Despierta mujer…- escuchó un susurró en su oído y de pronto pudo concluir que la humedad tibia que sentía en el rostro había sido la lengua de este lobo de ojos celestes que ahora se cernía sobre ella peligrosamente, cargando su cuerpo sobre el suyo, que permanecía de costado, evitando una invasión más concreta, pero a pesar de eso podía sentir la durez
La observó durante lo que le pareció un extenso momento, aunque en realidad habían sido solo un par de segundos, los ojos brillaron como dos relámpagos dorados, cuando Naiara intentó moverse mostrando la atadura que la mantenía unida al árbol, Aysel sintió que la furia contenida contra ese lobo se acentuaba aún más al notar como el delgado tobillo le coloreaba alrededor de la cuerda. Por un instante pensó en que tal vez podrían escabullirse de los tres lobos, pero en cuanto vio el modo en que la había tratado, un fuerte instinto de pertenencia se apoderó de él, y más allá de toda prudencia, se irguió y avanzó hasta la pareja, Naiara abrió enormemente los ojos e intentó negar con la cabeza ante un acto tan impulsivo y poco inteligente, pensó comprendiendo que antes de poder llevársela debería enfrentar a sus captores, y aunque los dos lobos que acompañaban a O´Neill no parecían muy fuertes eran lobos, y tres contra uno no era una cuenta muy alentadora.Lo vio inclinarse cerca del tobil
Habían recorrido ya un buen trayecto, Naiara permanecía aún apretada contra el pecho de Aysel que continuaba en su forma de mestizo, la observó un instante y pudo notar la rigidez de su rostro, no se había quejado en ningún momento, pero él estaba muy consciente de lo delicado que podía ser el cuerpo de un humano, lo padecía en algunas oportunidades en las que se transformaba realmente en uno, perdiendo toda la fuerza que le proporcionaba su sangre lobo, no recordaba algún momento en que aquello no le significara una horrible pesadilla.Escuchó no muy lejos de donde se encontraban, el sonido del agua al golpear las rocas no debía de ser un río demasiado caudaloso, pero sería bueno, el tiempo era agradable, y ya no sentía aquella prisa por alejarse del lobo paria, al menos conocía estas tierras y el resto del viaje lo podían hacer al ritmo de ella… una sensación demasiado grata le embriagó el pecho al imaginarse algunos días solo en la compañía de Naiara… volvió a mirarla y aunque su r
Naiara caminaba en silencio al lado de Aysel, observaba su aspecto de reojo, lo venía haciendo desde que habían partido, recordaba lo impresionada que se había sentido cuando luego de aquel arranque de arrogancia y grosería que él había manifestado, se paró algunos metros delante de ella, e inspiró con mucha energía, como si estuviera renovando el aire de sus pulmones, el cabello plateado que tanto había admirado comenzó a oscurecerse, que se erguían sobre su cabeza desaparecieron, dando paso a su aspecto humano, él estaba de espalda, por lo que no pudo ver sus ojos, pero estaba segura que el dorado de ellos había declinado en intensidad, las manos ahora dejaron de mostrar garras y fue evidente que parecía un poco menos imponente de este modo.-¿Qué es lo que tanto miras?...- le dijo con un tono molesto, sin observarla, con la mirada fija en el camino enmarcado en árboles que ahora seguían.No pudo responder de inmediato, llevaban cerca de tres horas caminando y él no había dicho ni u
El aire le tocaba el rostro con suavidad, podía sentir como la mecían y comenzó a abrir los ojos, a pesar del movimiento no se sintió amenazada ni temerosa, podía reconocer el aroma de Aysel que se hacía muy leve bajo esta condición de humano, era como el olor mismo del bosque en su piel, como si el arroyo humedeciera la tierra y la madera, permitiéndole percibirlo en él, en su cabello y en su cuerpo, no pudo evitar fijar la mirada en la abertura de su camisa que estaba directo ante sus ojos y que había sido de color blanco, el tono de su piel algo más oscuro que la propia llamó su atención, estaba somnolienta y por lo mismo relajada, luego subió hasta el espacio que se mostraba en la parte baja de su garganta que se movía con la respiración, la manzana Adán, que pareció cobrar vida ascendiendo y descendiendo como si le costara mucho tragar luego sus ojos cas
Se sentía gratamente extraña en medio de aquellas mujeres que iban “halagándola” como le había dicho Aysel cuando le dio aquel suave beso que sin esperarlo la hizo estremecer, sintió que el estómago se le recogía al igual que el corazón, al recordarse a sí misma de que aquel sentimiento debería morir antes de nacer siquiera, sabía perfectamente que estaba alimentando sensaciones que no podían vivir dentro de ella, tenía demasiadas responsabilidades con los de su clan y los demás, como para tener el egoísta pensamiento de hacer su propia vida olvidándose de ellos.-Acota ite so Espíritu – dijo una de las mujeres dirigiéndose a Naiara mientras que llevaba sus manos a la parte alta de la túnica andrajosa y sucia que ella vestía, notó como otras de las presentes le tomaba parte del cabello, que hab&iacut
-Recíbela Aysel, ¿no ves que necesita de tu aprobación?...- apresuró entonces Naiara con un gesto de su cabeza, indicándole a Aysel que recibiera el alimento que se le ofrecía con tanta devoción.Aún no podía comprender por qué los aldeanos actuaban así ante él, pero de seguro debía de ser una razón muy poderosa. Volvió a caer en la conclusión que sabía tan poco del mestizo que le había salvado la vida, lo único que sabía con certeza era que se le paraba el corazón y comenzaba a latir con mucha más fuerza, cada vez que él la tocaba con sus labios. Vio a Aysel tomar el alimento y agradecer con un gesto cortes, lo que de algún modo llenó el corazón de Naiara de orgullo, parecía un gran señor oculto en aquel disfraz indolente y rebelde.-Mai ieta Espir
Naiara se quedó inmóvil, observando entre los árboles el lugar por el que Aysel se había perdido, aún mantenía la sensación suave de sus labios acariciándola, sin comprender que era lo que había sucedido, estaba como extraviada en la emoción, en aquella sensación de perdida que le agobiaba el ama, como si ya hubiera tenido que desprenderse de él antes. Se puso de pie y quiso seguirlo, aún tenía el tacto de sus dedos sobre los brazos, despegándola de él, y la mirada dorada mirándola duramente como si hubiera cometido un error al besarla.-Déjalo solo… el bosque es su mejor amigo…- escuchó Naiara una voz añosa que le habló desde atrás, se giró, para comprobar que se trataba de Yuel.-Tú… ¿nos viste?...- dijo casi en un susurro.-S