El sol comenzaba a rayar el anochecer, el alba finalmente había llegado, Jacobo observaba aquellos ojos antes violáceos que ahora mismo se habían vuelto carmesí, el aroma de Arlina había cambiado, revelándole que la pureza de su sangre se había intensificado, era ahora mismo una mestiza, pero con sangre pura de lobo y de vampiro corriendo por sus venas, aquella estaca que había sacado del vientre de su hermano gemelo, la había arrojado hacia aun lado, estaba furiosa, más allá de la ira, y miraba a Alejandro con intenciones claramente homicidas.– Tu, maldito bastardo, te atreviste a dañar a mi hermano, eso no te lo voy a perdonar – dijo la hermosa loba albina para luego, con una velocidad impresionante, tomar por el cuello al rubio de cabellos ondulados.– Por favor Arlina, todo lo hice por nosotros, por amor, nadie va a amarte del mismo modo en que yo lo hago, no me mates, te lo ruego – suplico el lobo rubio sintiendo su garganta casi desgarrada bajo la fuerza de Arlina, ella ahora m
Continuó con su camino, ignorando las exclamaciones de molestia tras de él, algunos insultos poco gratos llegaron a sus oídos, pero ciertamente no tenía intenciones de responderlos. Avanzó por entre los callejones en busca de su amigo, que de seguro estaría perdido una vez más en aquel antro al que lo había invitado tantas veces sin obtener un resultado positivo… pero esta noche se sentía algo desorientado, como si las horas no transcurrieran, como si el tiempo se hubiera detenido haciendo de las horas oscuras algo eterno, una extraña sensación de anticipación se alojaba en su estómago con cada paso que daba en dirección a la “Cueva de Diana”, un lugar extraño, con un nombre igualmente extraño, que alojaba en su interior a todo aquel que deseara un trago y algo de diversión, sin importar el clan al que pertenecía, ya fueran, lobos, humanos, exterminadores o sacerdotes.El olor al licor rancio le llenó las fosas nasales, obligándolo a hacer un respingo sutil que no fue notado por quien
La mujer de figura armoniosa, no necesariamente voluptuosa, pero no por ello menos grácil, avanzó por el corto pasillo que conectaba con la parte trasera de La cueva de Diana, la bailarina que anteriormente encendiera a muy bajo nivel el entusiasmo del público estaba ya lista para su siguiente actuación, sintiendo un nudo en el estómago después de mucho tiempo, al notar el modo en que los hombres en aquel lugar se habían silenciado atónitos ante el baile de la muchacha que ahora pasaba azorada junto a ella.Naiara parecía sentir que sus pasos atronaban el piso cada vez que ponía un pie en él, sentía que la sangre le hervía en las venas de rabia, y algo más… y eso era lo peor, cuando ese extraño con aquellos ojos de un dorado increíble, subió junto a ella para acompañarla en su baile, simplemente se le cortó la respiración, y es que ella había visto esos ojos, los había visto en sus sueños demasiadas veces, con una mezcla extraña entre excitación, nostalgia y angustia, como si algo le
-Muchas gracias Stefan…- dijo Naiara acariciando el cabello del niño, que a pesar del cariño que le tenía hizo un ademán de molestia ante la caricia, no le agradaba que lo vieran como un niño, él ya tenía casi ocho años y eso se consideraba bastante dentro del ámbito en el que vivía.-Aquí tienes tu animal… y vete pronto señorita… - le dijo apenas alzando los ojos para mirarla, notó como le sonreía de todos modos, y extendió algunas piedras de cuarzo para él.-Gracias Stefan…- respondió con dulzura mostrando la mano, con algunos pequeños trozos de cuarzo, ya que sabía que mientras menos pesaran más fácil sería para el niño conseguir lo que necesitara – tu paga…Lo vio recibir lo que le ofrecía, y hacer un suave ademán con la cabeza como agradecimiento. Se subió al lomo de Tristán y observó por última vez el rostro de seguro mugriento de Stefan y le dirigió una sonrisa.-Mañana a la misma hora…- le dijo, refiriéndose al cuidado de su caballo.Avanzó a todo galope por las escasas calles
Después de la noche que había pasado, con un sueño tan extraño y a la vez tan vivido que incluso le pareció alguna especie de recuerdo, Naiara, no podía más que escapar de aquellos ojos dorados que la perseguían incluso sin encontrarse cerca, estaba ansiosa y angustiada, podía sentir el aliento de él nombrándola, en aquel sueño que parecía demasiado real, por primera vez desde que comenzó a soñar con aquellos ojos dorados, estos tuvieron un rostro… y en su sueño él la aprisionó contra su pecho, cuando ella se disponía a atacarlo una vez más con flechas… era extraño, sabía por los libros de historia, que las vestimentas que portaba en su sueño eran las de una sacerdotisa, pero de hace más de mil años… además el cabello y la apariencia del mestizo eran diferentes… eran más animales y definitivamente muy atractivas, no podía dejar de preguntarse si esa sería su apariencia real. En su sueño, él la había tomado y besado más apasionadamente aún que en el beso que le había dado sobre el esce
El amanecer estaba llegando e Aysel permanecía de espalda sobre su colchón, los ojos muy abiertos luego de una larga noche en la que no había dormido en absoluto, los brazos cruzados tras la cabeza, su cuerpo completamente desnudo y extendido, miró junto a él vislumbrando ante la luz de la mañana el lugar vació, suspiro simplemente.Cuando llegó a su habitación horas antes la figura femenina de Marfia se encontraba extendida exponiendo la belleza de su pelaje, cerró la puerta tras de sí, y se quitó la camisa con lentitud, había estado en situaciones similares, quizás no tantas veces como aparentaba la seguridad de sus movimientos, pero si lo suficiente como para saber que hacer con una hembra, y esta estaba preparada de antemano, lo que le ahorraba gran parte del trabajo, los pantalones siguieron a la camisa y pronto la ropa interior, la lobo se sonrió al ver su sexo preparado, pero era evidente que no sabía que lo había estado toda la noche y ciertamente no por ella, Aysel cerró los
Al alba del segundo día, apenas cuando la luz del sol comenzaba a despuntar sobre las montañas aún lejanas, Naiara, fue despertada de un modo muy particular, la humedad se extendías desde su cuello desnudo por su mejilla y luego se alojaba en su oído, para entonces podía percibirla pero aún no despertaba por completo, se sentía muy cansada, había estado despierta hasta altas horas, cuando el lobo paria y lo que ella podía definir como parte de su manada, terminaron con el festín que le dieron de carne demasiado cruda, al punto de que incluso gotas de sangre ennegrecida por la cocción a medias, se derramaban por las manos de los seres.-Despierta mujer…- escuchó un susurró en su oído y de pronto pudo concluir que la humedad tibia que sentía en el rostro había sido la lengua de este lobo de ojos celestes que ahora se cernía sobre ella peligrosamente, cargando su cuerpo sobre el suyo, que permanecía de costado, evitando una invasión más concreta, pero a pesar de eso podía sentir la durez
La observó durante lo que le pareció un extenso momento, aunque en realidad habían sido solo un par de segundos, los ojos brillaron como dos relámpagos dorados, cuando Naiara intentó moverse mostrando la atadura que la mantenía unida al árbol, Aysel sintió que la furia contenida contra ese lobo se acentuaba aún más al notar como el delgado tobillo le coloreaba alrededor de la cuerda. Por un instante pensó en que tal vez podrían escabullirse de los tres lobos, pero en cuanto vio el modo en que la había tratado, un fuerte instinto de pertenencia se apoderó de él, y más allá de toda prudencia, se irguió y avanzó hasta la pareja, Naiara abrió enormemente los ojos e intentó negar con la cabeza ante un acto tan impulsivo y poco inteligente, pensó comprendiendo que antes de poder llevársela debería enfrentar a sus captores, y aunque los dos lobos que acompañaban a O´Neill no parecían muy fuertes eran lobos, y tres contra uno no era una cuenta muy alentadora.Lo vio inclinarse cerca del tobil