Gritos de agonía y desesperación, rompían el eterno silencio en medio de los Cárpatos, aquellas viejas tierras inhóspitas y de leyenda, que desde tiempos remotos habían sido escenarios de cruentas guerras, refugio de seres sobrenaturales, y que durante demasiados siglos se habían mantenido en el mas profundo de los silencios, nuevamente recibían sobre su tierra y hierba, la sangre de un nuevo conflicto, uno meramente de seres de cuento, aquellos mismos que en libros, películas y demás, eran protagonistas de historias igual de terribles en los montes Cárpatos.Arlen, observaba a como uno a uno, los lobos de la manada Addae, iban cayendo ante los colmillos de los vampiros, sin embargo, estos, a su vez, también sucumbían ante las poderosas mandíbulas de los lobos, aquel derramamiento de sangre era necesario, Arlina, lo quisiera o no, tenia que regresar a su lado, ambos, tenían un deber que cumplir y una familia que debían crear, por el bien del legado Levana que, de no ser así, llegaría
“Ven mi pequeña, te llevare a entender mejor quién eres tú, y quien es el, el fruto que llevas en tu vientre, aquella semilla tuya que del amor a florecido, será lo que cambie el destino de dolor y sufrimiento que sobre mis hijos ha caído”Aquel lugar no era la tumba del primer maldecido, un lago, hermoso y oscuro, donde podía ver con claridad el reflejo de la luna roja, aquel reflejo carmesí que había marcado su destino…una mujer, casi idéntica a ella, blancos cabellos como si fuesen hebras de plata, ojos violáceos, hermosos del color de la lavanda…pero tan tristes, como si estuviesen a punto de derramar lágrimas, la reconocía, sabia quien era ella, su madre, esa mujer era su madre, aquella tan añorada y a quien había perdido, estaba allí con ella, perdida también en esa inmensa oscuridad.– Mami – grito Arlina dejando que las lagrimas cayeran desde sus hermosos ojos.Corriendo con toda la fuerza y velocidad que le permitían sus piernas, deseaba alcanzarla, quería volver a abrazarla,
Halia esperaba por noticias, el amanecer casi había llegado y Arlen aun no llegaba de la mano de su gemela, no podía evitar sentirse mal por todo ello, dentro de unos momentos mas seria renegada a un puesto inferior al de Arlina Levana, la gemela destinada a ser la hembra de Arlen, aquella con la cual el procrearía a su descendencia, llegaría para arrebatarle al hermoso albino que nunca fue realmente suyo.Mirando con dirección hacia aquel sitio en donde vampiros y lobos se estaban enfrentando, la hermosa loba de piel morena se sintió aun mas angustiada, ¿Y si le había ocurrido algo realmente malo a Arlen? ¿Habría perdido contra los vampiros y Jacobo Artigas? No, eso nunca, Arlen era poderoso, el hombre lobo de sangre pura mas poderoso, nada ni nadie debería poder dañarlo…ni siquiera un príncipe vampiro.Las voces y murmullos de personas humanas se dejaron escuchar de un momento a otro, ¿Por qué razón habría humanos tan dentro de los inhóspitos bosques de los Cárpatos? Los humanos en
El sol comenzaba a rayar el anochecer, el alba finalmente había llegado, Jacobo observaba aquellos ojos antes violáceos que ahora mismo se habían vuelto carmesí, el aroma de Arlina había cambiado, revelándole que la pureza de su sangre se había intensificado, era ahora mismo una mestiza, pero con sangre pura de lobo y de vampiro corriendo por sus venas, aquella estaca que había sacado del vientre de su hermano gemelo, la había arrojado hacia aun lado, estaba furiosa, más allá de la ira, y miraba a Alejandro con intenciones claramente homicidas.– Tu, maldito bastardo, te atreviste a dañar a mi hermano, eso no te lo voy a perdonar – dijo la hermosa loba albina para luego, con una velocidad impresionante, tomar por el cuello al rubio de cabellos ondulados.– Por favor Arlina, todo lo hice por nosotros, por amor, nadie va a amarte del mismo modo en que yo lo hago, no me mates, te lo ruego – suplico el lobo rubio sintiendo su garganta casi desgarrada bajo la fuerza de Arlina, ella ahora m
Continuó con su camino, ignorando las exclamaciones de molestia tras de él, algunos insultos poco gratos llegaron a sus oídos, pero ciertamente no tenía intenciones de responderlos. Avanzó por entre los callejones en busca de su amigo, que de seguro estaría perdido una vez más en aquel antro al que lo había invitado tantas veces sin obtener un resultado positivo… pero esta noche se sentía algo desorientado, como si las horas no transcurrieran, como si el tiempo se hubiera detenido haciendo de las horas oscuras algo eterno, una extraña sensación de anticipación se alojaba en su estómago con cada paso que daba en dirección a la “Cueva de Diana”, un lugar extraño, con un nombre igualmente extraño, que alojaba en su interior a todo aquel que deseara un trago y algo de diversión, sin importar el clan al que pertenecía, ya fueran, lobos, humanos, exterminadores o sacerdotes.El olor al licor rancio le llenó las fosas nasales, obligándolo a hacer un respingo sutil que no fue notado por quien
La mujer de figura armoniosa, no necesariamente voluptuosa, pero no por ello menos grácil, avanzó por el corto pasillo que conectaba con la parte trasera de La cueva de Diana, la bailarina que anteriormente encendiera a muy bajo nivel el entusiasmo del público estaba ya lista para su siguiente actuación, sintiendo un nudo en el estómago después de mucho tiempo, al notar el modo en que los hombres en aquel lugar se habían silenciado atónitos ante el baile de la muchacha que ahora pasaba azorada junto a ella.Naiara parecía sentir que sus pasos atronaban el piso cada vez que ponía un pie en él, sentía que la sangre le hervía en las venas de rabia, y algo más… y eso era lo peor, cuando ese extraño con aquellos ojos de un dorado increíble, subió junto a ella para acompañarla en su baile, simplemente se le cortó la respiración, y es que ella había visto esos ojos, los había visto en sus sueños demasiadas veces, con una mezcla extraña entre excitación, nostalgia y angustia, como si algo le
-Muchas gracias Stefan…- dijo Naiara acariciando el cabello del niño, que a pesar del cariño que le tenía hizo un ademán de molestia ante la caricia, no le agradaba que lo vieran como un niño, él ya tenía casi ocho años y eso se consideraba bastante dentro del ámbito en el que vivía.-Aquí tienes tu animal… y vete pronto señorita… - le dijo apenas alzando los ojos para mirarla, notó como le sonreía de todos modos, y extendió algunas piedras de cuarzo para él.-Gracias Stefan…- respondió con dulzura mostrando la mano, con algunos pequeños trozos de cuarzo, ya que sabía que mientras menos pesaran más fácil sería para el niño conseguir lo que necesitara – tu paga…Lo vio recibir lo que le ofrecía, y hacer un suave ademán con la cabeza como agradecimiento. Se subió al lomo de Tristán y observó por última vez el rostro de seguro mugriento de Stefan y le dirigió una sonrisa.-Mañana a la misma hora…- le dijo, refiriéndose al cuidado de su caballo.Avanzó a todo galope por las escasas calles
Después de la noche que había pasado, con un sueño tan extraño y a la vez tan vivido que incluso le pareció alguna especie de recuerdo, Naiara, no podía más que escapar de aquellos ojos dorados que la perseguían incluso sin encontrarse cerca, estaba ansiosa y angustiada, podía sentir el aliento de él nombrándola, en aquel sueño que parecía demasiado real, por primera vez desde que comenzó a soñar con aquellos ojos dorados, estos tuvieron un rostro… y en su sueño él la aprisionó contra su pecho, cuando ella se disponía a atacarlo una vez más con flechas… era extraño, sabía por los libros de historia, que las vestimentas que portaba en su sueño eran las de una sacerdotisa, pero de hace más de mil años… además el cabello y la apariencia del mestizo eran diferentes… eran más animales y definitivamente muy atractivas, no podía dejar de preguntarse si esa sería su apariencia real. En su sueño, él la había tomado y besado más apasionadamente aún que en el beso que le había dado sobre el esce