Bajo la luna, hay una solitaria sombra de lágrimas.Sólo una pequeña muestra de que hay un sólo amor en esta vida.La luz de la luna bañaba con su luz cada árbol y pino en el bosque, el silencio vagamente interrumpido por el sonido de la fauna y el silbar del viento entre las hojas, reinaba en los bosques de aquellas hermosas y misteriosas tierras de los condenados, los Cárpatos, siempre habían sido un lugar lleno de misterio y misticismo, desde aquel libro de Bram Stoker, hasta los tiempos modernos, incluso desde mucho tiempo atrás, Arlina admiraba la belleza de aquel claro que se hallaba junto a un precioso lago de agua cristalina, que reflejaba a la luna en todo su esplendor, la tormenta había pasado y solo faltaban unas cuantas horas para que amaneciera, no podía dormir, se había escabullido de todos para meditar en aquella historia sobre el destino cruel que su familia había sufrido en manos de los O´Neill, sin embargo, un escalofrió la recorría de manera repentina al admirar la
Pasos firmes en medio de la espesura de los bosques de los Cárpatos, tomaban rumbo a la ciudad de los muertos, oculta en medio de los Cárpatos, y que era, supuestamente, el lugar en donde el primer maldecido junto al primer príncipe vampiro, descansaban sumergidos en un sueño eterno, sin que nadie supiese de ello, la blanca nieve caía en abundancia coloreando todo el panorama de blanco, aquello, era inesperado, una nevada repentina que caía en el otoño, anunciando un demasiado anticipado invierno, y haciendo sentir que quizás, ocurriría una tragedia muy pronto, las copas de los árboles se mecían a merced de la furia de la tormenta invernal no esperada, que los asolaba, el invierno había llegado, quizás, demasiado pronto, como presagiando lo que estaba a punto de pasar, el sol no asomaba a través de aquellas nubes oscuras, el frio era francamente insoportable, imposible de tolerar para un humano, sin embargo, aquellos seres que caminaban en medio de los bosques, dejando huellas sobre l
El cielo gris que las nubes tormentosas coloreaban, le daban un aspecto aún más lúgubre a la larga noche, el sepulcral silencio era ocasionalmente interrumpido por el estruendoso y cada vez más cercano sonido de algún rayo partiendo el cielo, las estrellas no se asomaban aquella noche, la luz de la luna roja se filtraba escasa entre las muchas y oscuras nubes que ya dejaban caer finas gotas de lluvia, lluvia que, Arlen Levana, estaba seguro, se desatarían en una furiosa tormenta. El silencio de los bosques era francamente aterrador, el ulular de los búhos que ocasionalmente lo rompía, solo volvía el recorrido aún más siniestro, los hombres lobo se notaban nerviosos, todos sabían ya lo que encontrarían mas adelante, solo muerte y dolor, los vampiros y los lobos eran similares, pero al mismo tiempo, demasiado distintos, aquellos seres que eran llamados “maldecidos de la eterna noche” eran letales, peligrosos, no mostraban compasión alguna y se alimentaban de la sangre caliente de human
Gritos de agonía y desesperación, rompían el eterno silencio en medio de los Cárpatos, aquellas viejas tierras inhóspitas y de leyenda, que desde tiempos remotos habían sido escenarios de cruentas guerras, refugio de seres sobrenaturales, y que durante demasiados siglos se habían mantenido en el mas profundo de los silencios, nuevamente recibían sobre su tierra y hierba, la sangre de un nuevo conflicto, uno meramente de seres de cuento, aquellos mismos que en libros, películas y demás, eran protagonistas de historias igual de terribles en los montes Cárpatos.Arlen, observaba a como uno a uno, los lobos de la manada Addae, iban cayendo ante los colmillos de los vampiros, sin embargo, estos, a su vez, también sucumbían ante las poderosas mandíbulas de los lobos, aquel derramamiento de sangre era necesario, Arlina, lo quisiera o no, tenia que regresar a su lado, ambos, tenían un deber que cumplir y una familia que debían crear, por el bien del legado Levana que, de no ser así, llegaría
“Ven mi pequeña, te llevare a entender mejor quién eres tú, y quien es el, el fruto que llevas en tu vientre, aquella semilla tuya que del amor a florecido, será lo que cambie el destino de dolor y sufrimiento que sobre mis hijos ha caído”Aquel lugar no era la tumba del primer maldecido, un lago, hermoso y oscuro, donde podía ver con claridad el reflejo de la luna roja, aquel reflejo carmesí que había marcado su destino…una mujer, casi idéntica a ella, blancos cabellos como si fuesen hebras de plata, ojos violáceos, hermosos del color de la lavanda…pero tan tristes, como si estuviesen a punto de derramar lágrimas, la reconocía, sabia quien era ella, su madre, esa mujer era su madre, aquella tan añorada y a quien había perdido, estaba allí con ella, perdida también en esa inmensa oscuridad.– Mami – grito Arlina dejando que las lagrimas cayeran desde sus hermosos ojos.Corriendo con toda la fuerza y velocidad que le permitían sus piernas, deseaba alcanzarla, quería volver a abrazarla,
Halia esperaba por noticias, el amanecer casi había llegado y Arlen aun no llegaba de la mano de su gemela, no podía evitar sentirse mal por todo ello, dentro de unos momentos mas seria renegada a un puesto inferior al de Arlina Levana, la gemela destinada a ser la hembra de Arlen, aquella con la cual el procrearía a su descendencia, llegaría para arrebatarle al hermoso albino que nunca fue realmente suyo.Mirando con dirección hacia aquel sitio en donde vampiros y lobos se estaban enfrentando, la hermosa loba de piel morena se sintió aun mas angustiada, ¿Y si le había ocurrido algo realmente malo a Arlen? ¿Habría perdido contra los vampiros y Jacobo Artigas? No, eso nunca, Arlen era poderoso, el hombre lobo de sangre pura mas poderoso, nada ni nadie debería poder dañarlo…ni siquiera un príncipe vampiro.Las voces y murmullos de personas humanas se dejaron escuchar de un momento a otro, ¿Por qué razón habría humanos tan dentro de los inhóspitos bosques de los Cárpatos? Los humanos en
El sol comenzaba a rayar el anochecer, el alba finalmente había llegado, Jacobo observaba aquellos ojos antes violáceos que ahora mismo se habían vuelto carmesí, el aroma de Arlina había cambiado, revelándole que la pureza de su sangre se había intensificado, era ahora mismo una mestiza, pero con sangre pura de lobo y de vampiro corriendo por sus venas, aquella estaca que había sacado del vientre de su hermano gemelo, la había arrojado hacia aun lado, estaba furiosa, más allá de la ira, y miraba a Alejandro con intenciones claramente homicidas.– Tu, maldito bastardo, te atreviste a dañar a mi hermano, eso no te lo voy a perdonar – dijo la hermosa loba albina para luego, con una velocidad impresionante, tomar por el cuello al rubio de cabellos ondulados.– Por favor Arlina, todo lo hice por nosotros, por amor, nadie va a amarte del mismo modo en que yo lo hago, no me mates, te lo ruego – suplico el lobo rubio sintiendo su garganta casi desgarrada bajo la fuerza de Arlina, ella ahora m
Continuó con su camino, ignorando las exclamaciones de molestia tras de él, algunos insultos poco gratos llegaron a sus oídos, pero ciertamente no tenía intenciones de responderlos. Avanzó por entre los callejones en busca de su amigo, que de seguro estaría perdido una vez más en aquel antro al que lo había invitado tantas veces sin obtener un resultado positivo… pero esta noche se sentía algo desorientado, como si las horas no transcurrieran, como si el tiempo se hubiera detenido haciendo de las horas oscuras algo eterno, una extraña sensación de anticipación se alojaba en su estómago con cada paso que daba en dirección a la “Cueva de Diana”, un lugar extraño, con un nombre igualmente extraño, que alojaba en su interior a todo aquel que deseara un trago y algo de diversión, sin importar el clan al que pertenecía, ya fueran, lobos, humanos, exterminadores o sacerdotes.El olor al licor rancio le llenó las fosas nasales, obligándolo a hacer un respingo sutil que no fue notado por quien