El olor a pino de bosque inundaba cada uno de sus sentidos, la luz del sol bañaba el valle de manera solemne y maravillosa, regalando a la vista un espectáculo de belleza sin igual, le recordaba a su hogar, aquellas tierras de las que no debió haber salido nunca cuando Alejandro O´Neill le aseguro que nada malo ocurriría, había sido arrebatada de manera vil y atroz de su manada, aquella de parias, rechazados por sus castas como ella lo había sido, no tenia idea de como estaban todos ellos, era su líder, pero gracias a Arlen Levana y la maldita marca que había dejado en su cuello, no podía marcharse y regresar con ellos, odiaba aquellas estúpidas cosas, hechizos, magia antigua y todo lo demás, que deliberadamente en tiempos antiguos habían decidido que las hembras se sometieran a la voluntad de sus machos sin posibilidad de oponer resistencia, aquella marca, conjuro infame, lazo de sangre pr&aac
No le agradaba demasiado tener que tolerar la presencia de tantos niños vampiro que pasarían casi desapercibidos de no ser por su extraordinaria belleza, los hijos de Nicholas Sallow eran un dolor en el trasero, uno demasiado grande, aun siendo vampiros, su mente seguía siendo la de un infante caprichoso, verlos alimentarse era poco mas que desagradable, no eran refinados a la hora de comer, masacraban de manera atroz a sus víctimas, sin embargo, parte de aquella alianza que lo ayudaría a obtener a Arlina para si mismo, era ayudar a esa mujer vampiro que usaba hábitos de monja a vigilar que los hijos del príncipe del fuego no causaran demasiado revuelo en los pueblos vecinos, al menos durante el periodo en que se tenía todo preparado para el viaje, esa noche finalmente saldrían a internarse en lo profundo de los Cárpatos, lugar donde, aseguraba el joven príncipe, el llamado Dragos Albescu, el primer hijo de
El olor a pino y bosque emanaba con libertad y se intensificaba con el aroma propio de la lluvia, los viejos y vetustos arboles daban fe de que aquellas tierras no eran visitadas por seres humanos…de ser así, todo lo único que podría apreciarse alrededor seria devastación, aquellos vastos territorios eran los dominios de un lobo hibrido de los más antiguos, su manada era mas bien salvaje, rechazaban por completo vivir en las ciudades humanas y mas aun, mezclarse con ellos, se sentían de linaje con sangre puro sin serlo, no existían mas lobos que no tuviesen humanidad en sus venas salvo su familia, los Levana, por ello, era imprescindible el aparearse con Arlina, eran los únicos que podían perpetuar el linaje de sangre pura, eran los únicos que quedaban para hacerlo…mirando a la loba de hermosa y tersa piel morena que caminaba a su lado con su vista clavada directo al frente, medito en lo que comenzab
Las vistas que los montes de los Cárpatos regalaban eran un espectáculo de colores y formas sin igual, la luz dorada del sol, hacia que aquella belleza natural se sintiera mas viva que nunca, Arlina disfrutaba de aquellas vistas sintiéndose en completa calma, al menos, por ese momento, no sentía que se debiera a nada ni nadie, era una sensación de libertad indescriptible, igual a la que siempre había deseado sentir, o, al menos, eso creía ella, nunca se había sentido, siempre había sido prisionera sin saberlo en los dos acontecimientos mas grandes de su vida, primero, con sus padres, que deliberadamente planeaban unirla a su gemelo, luego, con Alejandro, aquel que siempre se sintió con el derecho de gobernar sobre ella, que le impuso su amor como una condición para liberar a su hermano, estaba harta, realmente harta de todo aquello, de ser una mujer cautiva en un sentido o en otro, de nunca poder vivir a pl
Hubo una vez, hace demasiado tiempo ya, un mundo donde solo había caos, no existía nada más, solo un caos que perduraba en la eternidad...sin embargo, en medio de aquel caótico mundo, dos entidades, sin saber de dónde, o porque, aparecieron.....Luz y Oscuridad...era el nombre que recibían esas almas extrañas que de la nada surgieron, con su llegada, el caos fue desapareciendo, dando paso a una nueva era donde comenzó a existir el orden, y, entonces, aquellas almas tomaron posición como dioses de aquel mundo, a partir de Luz y Oscuridad se creó la vida, y con ella muchos otros dioses, pero el caos, celoso de aquel mundo feliz que habían creado les observaba en la distancia, esperando una oportunidad para retomar el mundo que sentía, por derecho, le pertenecía genuinamente a él.Luz y Oscuridad convivían en armonía con todos los demás seres de la creació
El amor, a veces es un sentimiento demasiado complicado, difícil de entender, misterioso e incomprensible, y a la vez, también era simple y se encontraba dentro de las razones mas absurdas, era como ir de subida y de bajada en una montaña rusa con demasiados altibajos, nunca en un curso estable…además, también hacia que las personas o criaturas hicieran las cosas mas impensables tan solo por amor…tan solo, para compartir tan siquiera un momento con aquel o aquella que les hiciera nacer tal emoción dentro de ellos, no lo comprendía, era un absurdo, un despropósito infame en el que había caído sin remedio años atrás…justo en el mismo momento en que la vio.– Pareces muy pensativo – dijo la vampiresa ataviada en hábitos de monja logrando arrebatarlo de sus pensamientos mas profundos.– Solo pensaba en Arlina, ella, es la única razó
– No, nunca me uniré a alguien que deliberadamente se atreve a lastimarme, por mí, puedes irte al demonio Antonescu – dijo Isobel levantándose del suelo y mirando directamente a los ojos grises de tormenta de Emmeran. – Están despedidas, ambas, no quiero volver a verlas en este hospital, y tú, Isobel, será mejor que busques una buena excusa, tu abuelo sabrá de esto y sé que no estará muy complacido de saber que su única nieta esta enamorada del maldecido que habita la vieja abadía, se que Velkan sabrá ponerte en tu lugar – dijo Emmeran mirando con dolor y desdén a Isobel Bennet. – No trabajare para alguien que asesina sin piedad a otros, aun cuando insistas en verlos a todos ellos como monstruos, nosotras sabemos que no es así, es la promesa del medico ayudar a todos, si el cuerpo se mueve, si aun sus ojos brillan, sign
Muchos años atrás…La nieve caía en un vaivén lento y pasmoso fuera de aquella ventana en la habitación blanca y prístina de aquel hospital, no entendía muy bien que era lo que había ocurrido, tan solo, sabía que lo había perdido todo de un instante a otro, todo había sido devorado por el fuego, los gritos de su madre y de su hermana, retumbaban como ecos lejanos escondidos en algún recoveco de su mente, humanos, aquellos malditos seres inferiores lo habían hecho, destruido su hogar, aniquilado a su familia, todo por sus temores infundados hacia lo que era diferente…sus padres realmente desearon convivir en paz con ello…y ese, había sido el precio de su estupidez.– Veo que has despertado joven Levana, es admirable ver la demasiado rápida recuperación de un sangre pura, todo tu cuerpo estaba prácticamente carbon
Se sentía diferente, la noche había caído, se habían detenido para descansar, lo necesitaban en realidad, habían estado caminando mucho a través de los Cárpatos sin detenerse para darle alcance a Arlina y su sequito de vampiros, el no se sentía exhausto, sin embargo, sabía que Halia sí que lo estaba, por ella, es que se habían detenido, además, necesitaba que los lobos infames de la manada que le arrebató a su padre, necesitarían fuerza para la batalla que daría comienzo en unas horas más, mirando a la luna en lo alto, veía el color rosáceo que comenzaba a notarse sobre su esplendor de plata, faltaba muy poco, realmente era solo cuestión de horas para que se tornara completamente carmesí, la luna de sangre, aquella en la que, se suponía, debían estar naciendo los siguientes Levana, pero que no había podido ser debido a