Emily Hanson
Estaba conmocionada por la proposición de Sebastian, lo miré y luego el anillo. El mundo era ajeno a nosotros y nosotros a ellos.
—Acepto—Sebastian abre sus ojos con sorpresa.
— ¿En serio? —suelto una risa y afirmo.
— ¡Claro, tonto! —él pone el anillo en mi dedo, aun sorprendido a mi respuesta, sonríe más. —Ahora bésame, Goldberg.
—Lo voy a hacer, nena…—sonreímos como unos tontos enamorados, el beso es intenso, prometedor, caliente, haciendo que mi cuerpo despierte, al separarnos un poco, pone su frente recargada sobre la mía, nuestras respiraciones están alteradas.
—Te amo, te amo, Emm. —susurra contra mis labios.
—Yo también te amo…—el nudo en mi garganta crece más, me separo de él para mirarlo. —Te deseo…—él sonrí
Sebastian Goldberg — ¿Está todo lo que necesitas? —pregunto a Emily antes de subir al auto, ella se pone sus lentes de sol y asiente con una gran sonrisa. Entramos en el tráfico de la tarde de un viernes, en una hora y media estaríamos en Los Hamptons dónde sus padres esperan por nuestra llegada. — ¿Estás nervioso? —pregunta, era obvio mis nervios, después de meses de noviazgo y ahora, a un paso del altar, conocería a sus padres. —Sí, ¿Segura que saben que vamos? —le pregunto en tono de broma para aligerar el ambiente. —Sí, saben que iremos. —ella regresa la mirada al tráfico. — ¿Segura, segura? —ella ríe divertida. —Segura, has hecho que me vuelva a acercar a ellos, quizás este fin de semana pueda hacer las paces con ellos. —Eso
Emily Hanson Beso a Sebastian, lento y de una manera tierna, quería borrar el malrato en la cena con mis padres, estaba molesta con los comentarios fuera de línea de parte de ellos, me regañé mentalmente en que tenía que ser más fuerte para evitarlos, me hizo recordar muchas cosas de mi pasado, no había tenido la infancia que todo niño debía pasar, ni el apoyo en la adolescencia, tenía mantener una imagen impecable, callar las injusticias ya que eso se solía hacer en esos tiempos, finalmente cuando tuve la oportunidad de alejarme de ellos, siguieron entrando con exigencias en mi vida, la carrera, pero algo me hizo rebelarme ante ellos, ¿Quién va a estudiar? ¿Ellos o tú? Sebastian detiene el beso, me mira con aquellos ojos tan hermosos, finalmente había cedido al amor, al so
Sebastian Goldberg Al despertar, hicimos varias veces el amor, en la ducha, en la sala, en la isla de la gran cocina, —parece la de un restaurante— lo cual fue más excitante, lo hicimos por cada rincón de la casa, así terminando de inaugurar nuestra casa, después de volvernos a duchar, estamos desayunando en la terraza, está a mi lado devorando sus panqueques, veo como sus cabellos rizados se mueven con la brisa de la mañana, ella levanta su mirada hacia a mí pillándome. —¿Qué? —pregunta intrigada,—¿Por qué me miras así? —sonrío. —¿Cómo? Solo te miro como siempre...—ella niega, da un sorbo a su jugo de naranja, luego limpia sus labios con la servilleta de pila.&nb
Sebastian Goldberg Subo las últimas bolsas a la parte trasera de la camioneta, llego al asiento y cierro la puerta, miro por un momento algún punto del vidrio frente a mí, había regresado al pasado, Alexandra había dado un gran giro durante los años anteriores, ¿Quién iba a imaginar que la chica que acompañé hace años atrás un casting de modelos, fuese a llenar un mundo de mentiras crueles e imperdonables? ¿Quién iba a imaginar que la mujer que conocí hace años atrás, ahora está encerrada en un psiquiátrico? Pongo mis dedos en el puente de mi nariz, aprieto con suavidad, niego lentamente, sentía algo en mi pecho, un tipo de dolor ajeno, lástima, pena, —retiro mis dedos y miro el volante frente a mí. — Alexandra estaba pagando de alguna manera el mal que hizo en l
Emily HansonVeo como Bryan cae al suelo en cámara lenta, llevo mi mano a mi boca para callar el jadeo de terror, Sebastian lo amenaza si me vuelve a tocar, tiro de su brazo para alejarlo, pero Sebastian está furioso, que furioso, está cabreado de punta a punta, nunca lo había visto así, mi corazón se agita con fiereza. — ¡¿Qué es lo que pasa aquí?!—grita mi padre, luego llegan los demás invitados, Sebastian se revisa la mano, él levanta su rostro hacia a mi padre para darle una respuesta. —Su ex yerno queriendo meterse en problemas conmigo...—contesta Sebastian, tiro de su brazo, miro a Bryan en el suelo, sin duda sus dedos se quedarán con motes en mi piel por su agarre. — ¡Eres un cavernícola! ¿C&oac
Sebastian GoldbergLlegamos de Los Hamptons por la tarde noche, había pasado por Evelyn, quien estaba emocionada al vernos, no se soltó de Emily, después de una hora, estoy bajando el resto de las maletas del viaje, Evelyn había quedado profunda en los brazos de Emily, la había visto apegada más que otros días a ella, la escena fue conmovedora, ya que parecía madre e hija, el haber pensado eso, me había sentido inquieto, ya que mi hija tenía una madre, Alexandra y, jamás le negaría la verdad. Pero... — ¿Todo bien? —pregunta Emily al verme con la última maleta en mano, cortando mis pensamientos. —Sí, sí, solo...—no supe que decir, Emily, quien lucía cansada, sonríe y se cruza de brazos. —Menti
Sebastian Goldberg Estaba en estado de shock al terminar la llamada, giro mi rostro a la mesa de noche a mi lado, miro por unos momentos la fotografía con marco plateado, era Pharell, Vivian y Evelyn, los tres reían divertidos, mis ojos se quedan mirando el rostro cansado de Pharell. —Te has ido...—las lágrimas se deslizan por mis mejillas, cierro los ojos y no puedo evitar soltar un sollozo, me cubro la boca con mi mano.—Evelyn... ¿Qué le diré a tu nieta? Ha perdido a su abuelo...—me repongo por un momento, llamo a Helen y le informo que cancele toda la agenda del día, le cuento lo de Pharell, sé qué debía de estar en dos reuniones este día, pero hay prioridades, y Pharell era familia.Familia de mi hija. Después de hablar
Sebastian Goldberg Vivian sigue dormida, dejo indicaciones al personal de la casa de no dejarla salir mucho menos en su estado, les informo que regresaré en un par de horas. Subo al auto, tengo el corazón latiendo a toda prisa, no sabía cómo decirle a Alexandra esa noticia. Sabía que la iba a destrozar. Después de manejar, estaciono el auto afuera del gran edificio de salud mental que estaba a las afueras de la ciudad. Veo el auto del abogado, bajo y me acerco a él quien al verme se baja. —Sebastian. —me saluda. —Mi sentido pésame. —Gracias. —por un momento nos miramos, él baja la mirada a la carpeta que tiene en sus manos. —Aquí está el pase, tienes poco tiempo para verla, ya sabe el