Emily Hanson
Beso a Sebastian, lento y de una manera tierna, quería borrar el mal rato en la cena con mis padres, estaba molesta con los comentarios fuera de línea de parte de ellos, me regañé mentalmente en que tenía que ser más fuerte para evitarlos, me hizo recordar muchas cosas de mi pasado, no había tenido la infancia que todo niño debía pasar, ni el apoyo en la adolescencia, tenía mantener una imagen impecable, callar las injusticias ya que eso se solía hacer en esos tiempos, finalmente cuando tuve la oportunidad de alejarme de ellos, siguieron entrando con exigencias en mi vida, la carrera, pero algo me hizo rebelarme ante ellos, ¿Quién va a estudiar? ¿Ellos o tú?
Sebastian detiene el beso, me mira con aquellos ojos tan hermosos, finalmente había cedido al amor, al so
Sebastian Goldberg Al despertar, hicimos varias veces el amor, en la ducha, en la sala, en la isla de la gran cocina, —parece la de un restaurante— lo cual fue más excitante, lo hicimos por cada rincón de la casa, así terminando de inaugurar nuestra casa, después de volvernos a duchar, estamos desayunando en la terraza, está a mi lado devorando sus panqueques, veo como sus cabellos rizados se mueven con la brisa de la mañana, ella levanta su mirada hacia a mí pillándome. —¿Qué? —pregunta intrigada,—¿Por qué me miras así? —sonrío. —¿Cómo? Solo te miro como siempre...—ella niega, da un sorbo a su jugo de naranja, luego limpia sus labios con la servilleta de pila.&nb
Sebastian Goldberg Subo las últimas bolsas a la parte trasera de la camioneta, llego al asiento y cierro la puerta, miro por un momento algún punto del vidrio frente a mí, había regresado al pasado, Alexandra había dado un gran giro durante los años anteriores, ¿Quién iba a imaginar que la chica que acompañé hace años atrás un casting de modelos, fuese a llenar un mundo de mentiras crueles e imperdonables? ¿Quién iba a imaginar que la mujer que conocí hace años atrás, ahora está encerrada en un psiquiátrico? Pongo mis dedos en el puente de mi nariz, aprieto con suavidad, niego lentamente, sentía algo en mi pecho, un tipo de dolor ajeno, lástima, pena, —retiro mis dedos y miro el volante frente a mí. — Alexandra estaba pagando de alguna manera el mal que hizo en l
Emily HansonVeo como Bryan cae al suelo en cámara lenta, llevo mi mano a mi boca para callar el jadeo de terror, Sebastian lo amenaza si me vuelve a tocar, tiro de su brazo para alejarlo, pero Sebastian está furioso, que furioso, está cabreado de punta a punta, nunca lo había visto así, mi corazón se agita con fiereza. — ¡¿Qué es lo que pasa aquí?!—grita mi padre, luego llegan los demás invitados, Sebastian se revisa la mano, él levanta su rostro hacia a mi padre para darle una respuesta. —Su ex yerno queriendo meterse en problemas conmigo...—contesta Sebastian, tiro de su brazo, miro a Bryan en el suelo, sin duda sus dedos se quedarán con motes en mi piel por su agarre. — ¡Eres un cavernícola! ¿C&oac
Sebastian GoldbergLlegamos de Los Hamptons por la tarde noche, había pasado por Evelyn, quien estaba emocionada al vernos, no se soltó de Emily, después de una hora, estoy bajando el resto de las maletas del viaje, Evelyn había quedado profunda en los brazos de Emily, la había visto apegada más que otros días a ella, la escena fue conmovedora, ya que parecía madre e hija, el haber pensado eso, me había sentido inquieto, ya que mi hija tenía una madre, Alexandra y, jamás le negaría la verdad. Pero... — ¿Todo bien? —pregunta Emily al verme con la última maleta en mano, cortando mis pensamientos. —Sí, sí, solo...—no supe que decir, Emily, quien lucía cansada, sonríe y se cruza de brazos. —Menti
Sebastian Goldberg Estaba en estado de shock al terminar la llamada, giro mi rostro a la mesa de noche a mi lado, miro por unos momentos la fotografía con marco plateado, era Pharell, Vivian y Evelyn, los tres reían divertidos, mis ojos se quedan mirando el rostro cansado de Pharell. —Te has ido...—las lágrimas se deslizan por mis mejillas, cierro los ojos y no puedo evitar soltar un sollozo, me cubro la boca con mi mano.—Evelyn... ¿Qué le diré a tu nieta? Ha perdido a su abuelo...—me repongo por un momento, llamo a Helen y le informo que cancele toda la agenda del día, le cuento lo de Pharell, sé qué debía de estar en dos reuniones este día, pero hay prioridades, y Pharell era familia.Familia de mi hija. Después de hablar
Sebastian Goldberg Vivian sigue dormida, dejo indicaciones al personal de la casa de no dejarla salir mucho menos en su estado, les informo que regresaré en un par de horas. Subo al auto, tengo el corazón latiendo a toda prisa, no sabía cómo decirle a Alexandra esa noticia. Sabía que la iba a destrozar. Después de manejar, estaciono el auto afuera del gran edificio de salud mental que estaba a las afueras de la ciudad. Veo el auto del abogado, bajo y me acerco a él quien al verme se baja. —Sebastian. —me saluda. —Mi sentido pésame. —Gracias. —por un momento nos miramos, él baja la mirada a la carpeta que tiene en sus manos. —Aquí está el pase, tienes poco tiempo para verla, ya sabe el
Sebastian Goldberg Cargo a Evelyn en mi brazo, le ayudo a poner una rosa blanca sobre el féretro de Pharell, la bajo, ella toma mi mano y recarga su pequeña cabeza a mi cuerpo. Sé qué no entiende a su corta edad lo que está pasando, pero ella pareciera sentir en silencio lo que está sucediendo, su pequeña cara muestra total seriedad. El pastor da unas palabras de consolación, los conocidos de Pharell, allegados de Vivian, estaban acompañando el momento. Vivian está a mi lado, solloza, deja una rosa, luego se acerca al pastor para decir unas palabras. —Gracias por acompañarnos en un momento tan duro para mí y el resto de mi familia—mira en mi dirección, luego mira el féretro. —Hoy, despido a mi compañero, a mi esposo, a mi mejor amigo, el homb
Emily Hanson —Y aquí tiene el reporte, doctora Hanson. —me entrega la enfermera unas hojas. —Gracias, Laura. —hago revisión de rutina, me detengo en la última paciente, una señora ya mayor de edad, había tenido una operación de cadera, finalmente en un par de días iba a ser dada de alta. —Oh, Emily…—escucho que me llama, sonrío al ver su sonrisa en su rostro con arrugas bien marcadas. —Pensé que estaría dormida. —ella niega. —No tengo sueño. Se ha ido mi esposo a cenar algo a la cafetería, lo espero. —Bien, tiene que descansar, recuerde, necesita reposo absoluto. —Lo sé, niña