Emily Hanson
Veo como Bryan cae al suelo en cámara lenta, llevo mi mano a mi boca para callar el jadeo de terror, Sebastian lo amenaza si me vuelve a tocar, tiro de su brazo para alejarlo, pero Sebastian está furioso, que furioso, está cabreado de punta a punta, nunca lo había visto así, mi corazón se agita con fiereza.
— ¡¿Qué es lo que pasa aquí?!—grita mi padre, luego llegan los demás invitados, Sebastian se revisa la mano, él levanta su rostro hacia a mi padre para darle una respuesta.
—Su ex yerno queriendo meterse en problemas conmigo...—contesta Sebastian, tiro de su brazo, miro a Bryan en el suelo, sin duda sus dedos se quedarán con motes en mi piel por su agarre.
— ¡Eres un cavernícola! ¿C&oac
Sebastian GoldbergLlegamos de Los Hamptons por la tarde noche, había pasado por Evelyn, quien estaba emocionada al vernos, no se soltó de Emily, después de una hora, estoy bajando el resto de las maletas del viaje, Evelyn había quedado profunda en los brazos de Emily, la había visto apegada más que otros días a ella, la escena fue conmovedora, ya que parecía madre e hija, el haber pensado eso, me había sentido inquieto, ya que mi hija tenía una madre, Alexandra y, jamás le negaría la verdad. Pero... — ¿Todo bien? —pregunta Emily al verme con la última maleta en mano, cortando mis pensamientos. —Sí, sí, solo...—no supe que decir, Emily, quien lucía cansada, sonríe y se cruza de brazos. —Menti
Sebastian Goldberg Estaba en estado de shock al terminar la llamada, giro mi rostro a la mesa de noche a mi lado, miro por unos momentos la fotografía con marco plateado, era Pharell, Vivian y Evelyn, los tres reían divertidos, mis ojos se quedan mirando el rostro cansado de Pharell. —Te has ido...—las lágrimas se deslizan por mis mejillas, cierro los ojos y no puedo evitar soltar un sollozo, me cubro la boca con mi mano.—Evelyn... ¿Qué le diré a tu nieta? Ha perdido a su abuelo...—me repongo por un momento, llamo a Helen y le informo que cancele toda la agenda del día, le cuento lo de Pharell, sé qué debía de estar en dos reuniones este día, pero hay prioridades, y Pharell era familia.Familia de mi hija. Después de hablar
Sebastian Goldberg Vivian sigue dormida, dejo indicaciones al personal de la casa de no dejarla salir mucho menos en su estado, les informo que regresaré en un par de horas. Subo al auto, tengo el corazón latiendo a toda prisa, no sabía cómo decirle a Alexandra esa noticia. Sabía que la iba a destrozar. Después de manejar, estaciono el auto afuera del gran edificio de salud mental que estaba a las afueras de la ciudad. Veo el auto del abogado, bajo y me acerco a él quien al verme se baja. —Sebastian. —me saluda. —Mi sentido pésame. —Gracias. —por un momento nos miramos, él baja la mirada a la carpeta que tiene en sus manos. —Aquí está el pase, tienes poco tiempo para verla, ya sabe el
Sebastian Goldberg Cargo a Evelyn en mi brazo, le ayudo a poner una rosa blanca sobre el féretro de Pharell, la bajo, ella toma mi mano y recarga su pequeña cabeza a mi cuerpo. Sé qué no entiende a su corta edad lo que está pasando, pero ella pareciera sentir en silencio lo que está sucediendo, su pequeña cara muestra total seriedad. El pastor da unas palabras de consolación, los conocidos de Pharell, allegados de Vivian, estaban acompañando el momento. Vivian está a mi lado, solloza, deja una rosa, luego se acerca al pastor para decir unas palabras. —Gracias por acompañarnos en un momento tan duro para mí y el resto de mi familia—mira en mi dirección, luego mira el féretro. —Hoy, despido a mi compañero, a mi esposo, a mi mejor amigo, el homb
Emily Hanson —Y aquí tiene el reporte, doctora Hanson. —me entrega la enfermera unas hojas. —Gracias, Laura. —hago revisión de rutina, me detengo en la última paciente, una señora ya mayor de edad, había tenido una operación de cadera, finalmente en un par de días iba a ser dada de alta. —Oh, Emily…—escucho que me llama, sonrío al ver su sonrisa en su rostro con arrugas bien marcadas. —Pensé que estaría dormida. —ella niega. —No tengo sueño. Se ha ido mi esposo a cenar algo a la cafetería, lo espero. —Bien, tiene que descansar, recuerde, necesita reposo absoluto. —Lo sé, niña
Sebastian Goldberg Salgo de ducharme, me seco el cabello cuando escucho el tono de llamada, busco el móvil que está en la mesa de noche, no alcanzo a contestar, veo que es Emily, sonrío como un loco enamorado. Le regreso la llamada, pero me suena ocupado. Espero a que vuelva a llamar. Me pongo mi pijama, había trabajado por la mañana en el despacho, había jugado con Evelyn el resto del día, quedó rendida en el gran sofá mientras de fondo se escuchaba sus caricaturas favoritas. Pasé por su habitación y estaba totalmente dormida. Bajo las escaleras para ir a tomar un vaso de agua, envío un mensaje a Emily preguntando que si todo bien, pero no recibo una respuesta, miro la hora, debe de estar en su último tiempo de guardia. Estaba ansioso, ya tenía varios días sin verla, no habíamos habl
Sebastian Goldberg —Señor Goldberg, aquí tiene lo que me ha pedido esta mañana. —dice Helen, acepto la carpeta. —Gracias.—le doy una hojeada, Helen se retira, detengo lo que estoy haciendo, me dejo caer en el respaldo de la silla. Cierro los ojos y pienso en lo de anoche con Emily. El pitido del conmutador me hace regresar a la realidad, fuera de mis pensamientos, presiono el botón.— ¿Si? —Señor Goldberg, tiene visita.—arrugo mi ceño, no estaba programado algo. — ¿Quién es? —Es el senador Hanson—arqueo una ceja, eso me recordó lo de hace el fin de semana en Los Hamptons. —Qué pase. Gracias, Helen, que nad
Emily Hanson Estoy recostada en el gran sofá de la estancia, Evelyn la tengo rodeada con mis brazos, una de sus pequeñas piernas encima de mi cadera, se ha quedado dormida después de que jugamos por horas con sus muñecas y la pequeña cocina de juguete. Cierro los ojos por un momento, solo escucho la respiración de Evelyn, luego el ruido de la televisión encendida en las caricaturas. —Señorita Hanson. —escucho mi nombre casi en un susurro, abro mis ojos y veo al ama de llaves de Sebastian y niñera de Evelyn. — ¿Sí? —susurro para no despertar a la niña. —Tiene llamada del señor Goldberg. —ella se acerca y me entrega el teléfono inalámbrico, le agradezco, con cuidado de no moverme mucho, pon