Los días pasaron, y con cada uno de ellos, la salud de Avy mejoraba poco a poco. El peligro inminente que había acechado su vida y la del bebé parecía irse disipando, aunque las secuelas emocionales del secuestro seguían presentes en cada conversación, en cada mirada. Avy despertó varias veces durante esos días, siempre en medio de un sueño agitado, pero nunca completamente consciente. Marcus nunca dejó de estar a su lado. Cada vez que despertaba, él estaba allí, hablándole, acariciándole el cabello, dándole palabras de aliento, aunque sabía que su propia fuerza no era suficiente para calmar su miedo.
El tercer día, cuando los médicos le dieron permiso a la familia para entrar nuevamente, la mirada de Avy ya no era la misma. Aunque su cuerpo aún estaba débil, sus ojos reflejaban la luz que Marcus había estado esperando ver. Había algo en esos ojos que le decía que ella estaba lista para luchar, que aunque la herida fuera profunda, ella no se rendiría.-Avy... -dijoEl coche avanzaba lentamente por las tranquilas calles del vecindario mientras Avy y Marcus permanecían en silencio. La salida del hospital había sido un alivio, pero también traía consigo un cúmulo de emociones difíciles de digerir. Avy miraba por la ventana, sintiendo cómo una ligera brisa acariciaba su rostro a través del cristal entreabierto. Aunque intentaba calmar su mente, los latidos acelerados de su corazón parecían recordarle que algo grande estaba por suceder.-¿Estás bien? -preguntó Marcus, rompiendo el silencio mientras giraba hacia la última esquina antes de llegar a casa.Avy lo miró de reojo y asintió con una leve sonrisa.-Creo que sí... aunque no sé cómo voy a manejar todo esto. Es... demasiado.Marcus alargó una mano y la colocó sobre la de ella, que descansaba nerviosa sobre su regazo.-No tienes que manejarlo sola. Estoy aquí contigo, siempre. Y ellos también lo estarán.El coche finalmente se detuvo frente a
Mientras hablan de un futuro juntos. Max se quedó dormido en el regazo de Avy, aferrándose a su osito.Mientras lo observaba dormir, Avy sintió una paz que no había experimentado en mucho tiempo. La ternura la invadió al verlo tan pequeño y vulnerable. Se inclinó para besarle la frente, susurrando:-Dulces sueños, mi pequeño.Marcus había bajado a despedir a la familia y amigos. Poco después entró en la habitación, cargando una maleta que habían dejado en el auto. Se detuvo un momento para contemplar la escena. Avy estaba recostada junto a Max, con una expresión de tranquilidad que no había visto en semanas.-Es como si siempre hubieras sido su mamá -comentó en voz baja mientras dejaba la maleta en el suelo.Avy levantó la vista hacia él, sus ojos brillando con lágrimas.-Es extraño, ¿sabes? Nunca planeé esto. Pero ahora no puedo imaginar mi vida sin él. Es como si siempre hubiera estado destinado a ser mío y ahora con nuestro hijo se
Los días transcurrían con calma en la vida de Avy tras los eventos turbulentos que habían marcado su historia reciente. La tranquilidad se había convertido en su refugio, algo que valoraba cada vez más. Cada mañana despertaba con el sonido suave de Max jugando en su habitación, y cada noche lo acurrucaba en la cama, asegurándose de que sus pesadillas se quedaran atrás. Aunque su vida estaba lejos de ser perfecta, por primera vez en mucho tiempo, comenzaba a estabilizarse.Era lunes por la mañana. La luz del sol se filtraba tímidamente entre las cortinas de su habitación. Avy se puso de pie, dejando que el frío del suelo le recordara que ese día era especial. Respiró hondo, observando el elegante vestido azul claro que había colgado cuidadosamente la noche anterior. Lo acarició con la yema de los dedos, sintiendo la suavidad de la tela. Su regreso al trabajo, después de semanas de ausencia, significaba mucho más que retomar una rutina. Era su manera de demostrar que había so
Avy entra a la oficina de Dan con una sonrisa tímida en el rostro. La puerta se cierra tras ella, y el delicado sonido de una campanilla anuncia su llegada. Desde el fondo del taller, una voz familiar la llama.-¡Avy! ¡Pensé que no vendrías hoy! -Dan aparece entre un cúmulo de telas, sujetando una aguja en una mano y un carrete de hilo en la otra. Su rostro se ilumina al verla.-Hola, Dan. -Avy se acerca, dejando su abrigo en el perchero junto a la entrada-. Perdón por no avisarte antes, ha sido una semana... intensa.Dan frunció el ceño, dejando lo que estaba haciendo para acercarse.-¿Intensa? ¿Está todo bien? ¿Marcus? ¿Max?Avy asiente rápidamente, riendo por la preocupación de su amigo.-Todo está bien, Dan. En realidad, quería contarte algo...-¡Espera! -Dan levanta una mano, interrumpiéndola-. No me digas que cancelaste tu boda otra vez, porque te juro qué.-¡No, no, no! -Avy se ríe, sacudiendo la cabeza-.
Un mes había pasado desde que Avy y Marcus recibieron la noticia que les cambió la vida: estaban esperando un bebé. La emoción y el nerviosismo llenaban los días de la pareja, y cada noche, antes de dormir, Marcus acariciaba con ternura el vientre de Avy mientras ambos soñaban con el futuro que les esperaba. Sin embargo, aquel día era especial. Habían programado su primera visita al médico para el control prenatal, y Max, estaba más emocionado que nunca.-¡No puedo esperar, mami! -exclamó Max, dando pequeños saltos en la sala mientras Avy intentaba atarle los zapatos-. ¿Crees que ya podrán decirme si voy a tener una hermanita?Avy sonrió, aunque su paciencia empezaba a agotarse por el entusiasmo incontrolable del pequeño.-Todavía es muy pronto, amor -respondió ella, colocándole con cuidado el último zapato-. Pero podremos escuchar su corazón.Max abrió los ojos como platos.-¿De verdad? ¿Podré escuchar su corazón latiendo?-Claro que sí -intervino Marcus desde la puerta, sosteniendo
La emoción en el aire era palpable mientras los días avanzaban rápidamente hacia el gran día. Avy, aunque nerviosa, no podía evitar sonreír cada vez que pensaba en el momento en que caminaría hacia el altar.Kelly, siempre práctica y con un ojo para los detalles, se aseguró de que todo estuviera en perfecto orden. Supervisaba cada arreglo floral y confirmaba con los proveedores mientras bromeaba con Avy para mantenerla relajada.Dan y David, los encargados del vestido, habían hecho un trabajo impecable. Cada pliegue y detalle reflejaba la esencia de Avy: elegante, sencilla y llena de luz. Avy lo había probado la semana anterior y no pudo evitar derramar algunas lágrimas al verse en el espejo.Las joyas que usaría, diseñadas por ella misma, brillaban con un significado especial, mientras que las mancuernillas de Marcus, cuidadosamente elegidas por Avy, eran el toque final para su futuro esposo. Sabía que él se vería increíble y que, al igual que ella, no po
El club estaba en su máximo apogeo. Las luces de colores danzaban al ritmo de la música, como si compitieran por quién capturaba más atención. Los invitados reían, brindaban, y compartían momentos que quedarían grabados como anécdotas inolvidables. Sin embargo, entre todo aquel bullicio, Eliezer no podía apartar los ojos de Kelly.Habían sido amigos por años, pero desde hace un tiempo, algo había cambiado. Aquellos pequeños roces accidentales, las conversaciones interminables que parecían llenar el alma, y su sonrisa... Dios, su sonrisa. Era como si ella hubiese encontrado la manera de colarse en cada rincón de su corazón sin siquiera intentarlo.Kelly estaba sentada en uno de los sofás del área lounge, charlando con Avy. Ambas se reían a carcajadas, observando a Marcus, que trataba de seguir el ritmo de la música con movimientos descoordinados. Cada tanto, Kelly se llevaba la mano al pecho, intentando recuperar el aliento entre las risas, y Eliezer no pudo evitar sonreír. Ese sonido
-¿Me estás invitando a un café? -bromeó, aunque su sonrisa cálida dejaba en claro que entendía sus intenciones.-Podría ser... o algo más. Prometo que habrá buena música, quizás una copa de vino... -respondió, tratando de mantener el tono ligero, aunque su corazón seguía latiendo con fuerza.-Está bien, Eli. Vamos -respondió Kelly, apretando suavemente su mano.El trayecto al departamento fue tranquilo. Apenas hablaron, pero no hacía falta; la conexión entre ellos hablaba por sí sola. Al llegar, Eliezer abrió la puerta y dejó que Kelly entrara primero.-Bienvenida -dijo, cerrando la puerta tras ellos.El lugar era acogedor, con un diseño sencillo pero elegante. Había un sofá gris frente a un televisor, una mesa de centro con un par de libros apilados, y una pequeña cocina abierta que daba al salón. Kelly se quitó los zapatos y caminó descalza por el piso de madera, explorando el espacio con curiosidad.-Es lindo. Muy tú, a pesar de que siempre era mi departamento, este me gusta -comen