La emoción en el aire era palpable mientras los días avanzaban rápidamente hacia el gran día. Avy, aunque nerviosa, no podía evitar sonreír cada vez que pensaba en el momento en que caminaría hacia el altar.
Kelly, siempre práctica y con un ojo para los detalles, se aseguró de que todo estuviera en perfecto orden. Supervisaba cada arreglo floral y confirmaba con los proveedores mientras bromeaba con Avy para mantenerla relajada.Dan y David, los encargados del vestido, habían hecho un trabajo impecable. Cada pliegue y detalle reflejaba la esencia de Avy: elegante, sencilla y llena de luz. Avy lo había probado la semana anterior y no pudo evitar derramar algunas lágrimas al verse en el espejo.Las joyas que usaría, diseñadas por ella misma, brillaban con un significado especial, mientras que las mancuernillas de Marcus, cuidadosamente elegidas por Avy, eran el toque final para su futuro esposo. Sabía que él se vería increíble y que, al igual que ella, no poEl club estaba en su máximo apogeo. Las luces de colores danzaban al ritmo de la música, como si compitieran por quién capturaba más atención. Los invitados reían, brindaban, y compartían momentos que quedarían grabados como anécdotas inolvidables. Sin embargo, entre todo aquel bullicio, Eliezer no podía apartar los ojos de Kelly.Habían sido amigos por años, pero desde hace un tiempo, algo había cambiado. Aquellos pequeños roces accidentales, las conversaciones interminables que parecían llenar el alma, y su sonrisa... Dios, su sonrisa. Era como si ella hubiese encontrado la manera de colarse en cada rincón de su corazón sin siquiera intentarlo.Kelly estaba sentada en uno de los sofás del área lounge, charlando con Avy. Ambas se reían a carcajadas, observando a Marcus, que trataba de seguir el ritmo de la música con movimientos descoordinados. Cada tanto, Kelly se llevaba la mano al pecho, intentando recuperar el aliento entre las risas, y Eliezer no pudo evitar sonreír. Ese sonido
-¿Me estás invitando a un café? -bromeó, aunque su sonrisa cálida dejaba en claro que entendía sus intenciones.-Podría ser... o algo más. Prometo que habrá buena música, quizás una copa de vino... -respondió, tratando de mantener el tono ligero, aunque su corazón seguía latiendo con fuerza.-Está bien, Eli. Vamos -respondió Kelly, apretando suavemente su mano.El trayecto al departamento fue tranquilo. Apenas hablaron, pero no hacía falta; la conexión entre ellos hablaba por sí sola. Al llegar, Eliezer abrió la puerta y dejó que Kelly entrara primero.-Bienvenida -dijo, cerrando la puerta tras ellos.El lugar era acogedor, con un diseño sencillo pero elegante. Había un sofá gris frente a un televisor, una mesa de centro con un par de libros apilados, y una pequeña cocina abierta que daba al salón. Kelly se quitó los zapatos y caminó descalza por el piso de madera, explorando el espacio con curiosidad.-Es lindo. Muy tú, a pesar de que siempre era mi departamento, este me gusta -comen
Kelly despertó sobresaltada. Los rayos de sol ya se filtraban por las cortinas y el insistente sonido del teléfono no cesaba. Con el corazón latiendo con fuerza, tomó el dispositivo de la mesita de noche. Era Avy.-¡Kelly! -exclamó la voz del otro lado, entremezclada con una mezcla de emoción y nervios-. ¡Dime que estás en camino!Kelly se sentó rápidamente en la cama, desorientada.-¡¿Qué hora es?! -preguntó, llevándose una mano al rostro-. Avy, lo siento... me quedé dormida.-¡Claro que te quedaste dormida! Son las doce y media, y necesitas estar aquí en menos de una hora. No me dejes sola con toda esta gente. ¡Te necesito!Kelly dejó escapar un suspiro mientras se levantaba.-Lo siento, amiga. Dame veinte minutos y salgo para allá.Colgó y se giró hacia Eliezer, quien la miraba desde la cama con una sonrisa tranquila.-¿Qué pasó ahora? -preguntó él, divertido al verla correr de un lado a otro.-Avy. Es tarde, hoy es su boda. ¡Y yo soy su dama de honor! -Kelly abrió el armario y com
El día de la boda amaneció con un cielo despejado, como si incluso el universo estuviera conspirando para que todo saliera perfecto. El aire fresco traía consigo una ligera fragancia a flores que se sentía especialmente viva en el jardín elegido para la ceremonia. Las flores de colores pastel que decoraban cada rincón parecían recién pintadas por la naturaleza, y el murmullo de las hojas al viento daba una sensación de calma.Los primeros invitados comenzaron a llegar, llenando el lugar con risas, murmullos y abrazos de reencuentro. Entre ellos, se podía escuchar cómo comentaban sobre la belleza del lugar y la emoción de ver finalmente a Avy y Marcus unirse en matrimonio después de todo lo que habían vivido juntos.En una pequeña habitación decorada con toques delicados de blanco y dorado, Avy estaba frente al espejo. Sus manos temblaban ligeramente mientras ajustaba la falda de su vestido. La tela blanca caía con una elegancia que la hacía parecer una reina. Kelly
La recepción fue un sueño hecho realidad. Mesas decoradas con velas y flores iluminaban el jardín bajo un cielo estrellado. Los invitados disfrutaban de la música, el baile y la comida, pero los verdaderos protagonistas del evento seguían siendo Avy y Marcus.Durante el primer baile, Avy se dejó llevar por los brazos de Marcus, que la sostenían con firmeza pero con delicadeza.-¿Sabes algo? -dijo Marcus, inclinándose para susurrarle al oído-. Nunca en mi vida me había sentido tan feliz como ahora.Avy levantó la mirada hacia él, sus ojos brillando.-Yo tampoco, Marcus. Todo esto... tú, Max, nuestro bebé -menciona llevando la mano de Marcus a su vientre -Nuestra familia... es más de lo que alguna vez soñé.Él la giró suavemente, haciendo que el vestido de Avy se moviera como una nube a su alrededor.-Quiero que sepas algo, Avy. Este es solo el principio. Nuestro principio. Juntos, vamos a construir algo hermoso, algo que nadie pod
La suite estaba llena de una calma vibrante, como si el mismo aire compartiera el suspiro de Marcus y Avy. La tenue luz de las velas jugaba con las sombras en las paredes, creando una atmósfera casi etérea. El sonido de la ciudad quedaba lejos, reemplazado por los latidos sincronizados de sus corazones. Avy, sintiendo una mezcla de nerviosismo y expectación, dejó que Marcus la guiara en cada paso, mientras sus manos recorrían su piel con una suavidad casi reverente.-¿Te sientes bien? -preguntó Marcus, su voz baja y cargada de un afecto palpable. Sus ojos, fijos en ella, reflejaban no solo amor, sino una pasión que se había acumulado durante años.Avy asintió, mirando a su esposo con una intensidad que nunca había experimentado. Ya no era la misma niña que había conocido tantos años atrás; había crecido, había amado, y ahora, en este instante, sentía que todo lo que había vivido la había preparado para este momento.-Es solo... -comenzó Avy, su voz temblan
Después de que la fiesta terminara, la noche parecía transformarse en un manto de complicidad entre Eliezer y Kelly. Las luces de la ciudad parpadeaban a lo lejos mientras caminaban juntos hacia el auto. Eliezer, tomando su mano con firmeza, sintió una mezcla de emoción y nerviosismo que lo hizo apretar un poco más sus dedos.-¿Te divertiste? -preguntó él, rompiendo el silencio.Kelly sonrió, girando ligeramente el rostro para mirarlo. Sus ojos brillaban bajo la tenue luz de las farolas.-Sí, mucho. Me encantó estar contigo, disfrutar y ver feliz a mi amiga... aunque creo que tus papás me miraban raro.Eliezer soltó una carcajada, deteniéndose por un momento antes de responder.-Es porque no podían creer que alguien como tú estuviera conmigo.Kelly negó con la cabeza, pero su sonrisa se ensanchó.-¿Alguien como yo? No digas tonterías, Eliezer. Si supieran lo nerviosa que estaba, aunque ya me conocen y me quieren... Eso l
El sol brillaba con fuerza cuando Marcus, Avy y el pequeño Max llegaron a la cabaña frente a la playa. Era una construcción rústica, rodeada de árboles y con un amplio balcón que ofrecía una vista impresionante del mar azul. Max no podía contener su emoción. Desde que habían salido de casa, el niño de cuatro años había preguntado al menos diez veces cuánto faltaba para llegar.-¡Mamá, papá, miren el agua! ¡Es enorme! -exclamó Max, corriendo hacia la orilla mientras sus pies chapoteaban en la arena húmeda.Avy lo siguió con una sonrisa tierna, asegurándose de que no se alejara demasiado. Marcus bajaba las maletas del auto, pero no podía evitar mirar a su hijo y su esposa. Aquella imagen, la de su familia disfrutando juntos, era algo que nunca creyó que llegaría a tener.Más tarde, mientras Max jugaba con un balde y una pala, construyendo torres de arena, Avy y Marcus se sentaron bajo una sombrilla. Una ligera brisa marina les acariciaba el rostro.