CAPÍTULO XXIII Un nuevo negocio-Yo tenía una empresa de juguetes con mi esposa como socia, nos habían regalado como presente de boda una buena cantidad de dinero para inyectarle y estábamos muy contentos, tenía dos niñas preciosas-se le empañaron los ojos-pero un día, un nefasto día, mi esposa Mery salió para llevarlas al colegio y…ya nunca volvieron. Había helado y el coche resbaló y fue derecho a un terraplén donde las tres…-lloró sin poderse contener.-Por favor déjelo si le trae recuerdos dolorosos no es necesario que ¡sufra inútilmente. -le comprendió muy bien Betsy.-No…es necesario tengo que hablarlo con alguien o me pudriré por dentro…yo…yo me abandoné dejé de preocuparme por el negocio y mis suegros me culparon a mí, me quitaron todo y me dejaron en la calle el resto ya lo sabe…Nada valía ya la pena lo había perdido todo. Pero cuando usted me invitó a tomar ese café…pensé que aún había gente buena en el mundo que quizás hasta pudiese darme a mí mismo u
CAPÍTULO XXIV La reunión familiarLa mansión Greene, era el lugar de reunión de toda la familia y de algunos grandes inversores que dependían completamente de los Greene. Betsy Greene, con su nuevo secretario James Ligtherin, Margot y Harold, Frank y Natalia, y Nelson el inefable Nelson, siempre presente en las vidas de todos ellos. Benjamín acudía acompañado de su flamante jefe de seguridad un enorme varón de raza negra que atendía al nombre de Orlo Mengoys. Afuera en los jardines esperaban dos de los más importantes inversores representantes de los Morgan y los Roschield. Habían sido convocados a la comida de trabajo de Benjamín Greene por ´El mismo, esta vez ni tan siquiera utilizó a su secretaria para hacerlo, lo había hecho en persona. Quería dar inicio a una nueva era que comenzaría en aquella casa, sería el punto cero. El temor atenazaba las mentes y los corazones de los asistentes, todos eran conocedores del carácter vengativo y cruel
CAPÍTULO XXVI Una pastelería en Londres Harold nunca hubiese supuesto que tendría una pastelería que atender, pero empezaba a gustarle aquel cambio, seguía con su negocio en su oficina, y de él se encargaba Delan. Él lo hacía de los de Benjamín y ayudaba a Margot en sus quehaceres, no le quedaba tiempo no para respirar.-Esto de hacer tartas y pasteles es más complicado de lo que parece desde afuera ufff, -se lamentó mientras sacaba un bizcocho del horno Harold.-Ya ves, y casi nadie lo aprecia, por cierto ¿sabes que nos ha llegado un pedido un tanto especial?, se trata de una tarta de una escultura de la diosa victoria que hay en el Louvre. Tiene que ser a tamaño natural ¡uuuuuhhh!, exclamó Margot.Los ojos de Harold agrandaron como platos y se quedó visualizando aquella tarta gigante, supuso que no se podría hacer claro...-Pero les habrás dicho que no, claro, eso no es posible se derrumbaría por el peso…-Cariño sii rechazase encargos de Cuarenta mil euros como es est
Capítulo I Un mensaje del pasadoMargot era una joven independiente, que miraba al futuro con el deseo de absorberlo todo para sí. Era camarera en una cafetería de moda en el centro de Londres. Había llegado de Francia dos meses atrás y vivía en una buhardilla alquilada en la que apenas cabían ella y sus trastos. Pero su alegría y su optimismo no habían mermado ni tan solo un ápice. Acababa de entrar por la puerta el cliente más extraño que tenían, un hombre entrado en años, de cabellos blancos y ojos azules y penetrantes. Se apoyaba en un bastón con cabeza de carnero, de oro puro. Se sentó en su mesa de siempre, y esperó a que llegase Margot, que era la única que le gustaba de entre todas aquellas camareras agrias que le despreciaban.-Buenos días señor Essenor, ¿tomará lo mismo de siempre?, ¿un café muy cargado, zumo de naranja y tarta de cerezas?Preguntaba siempre por respeto, y por si algún día se le ocurría pedir algo distinto, y lo hacía con una sonrisa bien en
Capítulo IIMargot leyó la nota y se quedó perpleja, aquello no era posible…-“Cuando leas esto seguramente estaré muerto, pero quiero que sepas que siempre fuiste mi único amor, y que me voy con un solo pensamiento, que llena mi corazón, mi amor por ti”.-“Será un loco o un acosador…-pensó sin saber qué decir”.-Señor Essenor se ha equivocado de papel, esto no es popara mí, -le dijo intentando devolverle el sobre con la nota.-Sí, hija es para ti, me lo dio para entregártelo un joven muy agradable justo cuando estaba a punto de salir de casa. Pensé que sería amigo tuyo, desde luego no lo he leído.-Pues mire…léalo usted mismo es una locura ni siquiera he tenido novio nunca, y menos uno que fuera a morirse, ¡qué triste!Essenor leyó la nota no sin cierta vergüenza por ser la correspondencia de una mujer-y agrandó los ojos, comprendiendo la extrañeza de su camarera favorita.-Ahora la comprendo Margot, -le llamó por su nombre- debe ser un error, y mire al dorso hay unas cifras escritas
Capítulo III El misterioso escritorEl periódico anunciaba en sus páginas interiores la defunción de un afamado escritor ya entrado en la vejez, que dejaba su herencia a alguien desconocido. Todos los medios de comunicación se hacían eco de la noticia, Margot lo leyó pensando sino sería el autor. Una de sus últimas novelas se titulaba” El sobre vacío”. Se decidió a visitar una librería y ver si encajaba con su estilo aquella nota. Una pena no poder agradecerle, de ser él aquel error, pues le había permitido conocer a un hombre que la gustaba pero que mucho.Había una librería bajo su casa y al volver del trabajo se acercó y entró justo antes de que cerrase su dueño.-Perdone, necesito ver una cosita no tardaré es que tenemos el mismo horario y sino no podré hacerlo señor Harrison.-Pase señorita Margot cuando termine avíseme.Se introdujo entre las estanterías, y buscó hasta encontrar el libro en cuestión. Leyó algunos párrafos y comprendió lo
Capítulo IV Algo amenaza el amorA Harold le preocupaba la falta de noticias de Margot, hacía dos días que nole respondía había ido a su casa, pero se había mudado según su casero. ¿Había sido todo, una broma pesada?, no, sus besos y sus caricias eran verdaderas, de eso estaba seguro él. Se paseaba nervioso por el despacho y su ayudante, que de habitual lo veía tras su mesa imperturbable, estaba perplejo ahora. Nunca lo había visto nervioso tan siquiera.-Peter, -le llamó Harold a su ayudante- venga tengo algo que hacer urgente y necesito su ayuda.-Dígame señor Ebelgrade, -le respondió.-Verá es un encargo de carácter personal no tengo a nadie de confianza salvo usted. Hace cinco días recibí una carta extraña,-¿Un anónimo señor?-Sí, algo así pero era más una amenaza de suicidio que contra mí, la cuestión es que había un número en el reverso y llame´, era una mujer, quedamos en Picadilly, en ese sitio tan elegante, el Criterion. Cenamos,
Capítulo V La mansión de los GreeneLa recepcionista le llevó al garage aledaño donde guardaban los tres camiones de que disponían. Harold se acercó y miró en ellos para ver algo que le diese una pista pero no sabía como convencerla para que le dijese donde tenía el registro con el nombre de su “amigo”.-Este amigo mío ¿Cuál alquilaría? ¿tiene algún registro señorita?-Ay no sé…bueno todo sea por el amor, venga le mostraré el registro estoy sola, no se lo diga a nadie se lo ruego.Le llevó de nuevo a la oficina y le enseñó el libro de registros. Allí estaba por fin el nombre que bien podía ser auténtico con suerte. Melvin Esterd. 200209 de Nothing Hill, ¡vivía cerca!, Harold se vbistio rápidamente y salió en busca de la dirección que tenía. Estaba a trea manzanas y Harold estaba en forma en unos minutos estuvo frente a la puerta. Llamó al timbre, iba bien vestido, de traje, nadie sospecharía nada malo de un hombre como él y jugaba con esa ventaja. Un hombre abrió la puerta