—¡Tarta de vainilla! —exclamó Hazel mientras abría los ojos y confirmaba que tenía razón —Acerté —nos reímos y volvió a introducir otro trozo de tarta en la boca.
—Me has dejado claro que eres un experto en sabores.
Estábamos en la cafetería junto al hospital, fuera, al aire libre para sentir mejor la brisa, era otro nuevo día y esperábamos a que llegara la hora de visitas, llevábamos dos días sin ver a Alex, Hazel había insistido en que teníamos que venir y estar de nuevo con su padre que hasta ahora no sabíamos cuándo lo darían de alta pero no importaba tanto, lo peor había pasado ya y eso era lo más importante; yo también estaba ansiosa por volver a verlo.
Yo iba sentada en el asiento de atrás del auto con Hazel y Alex, Elena iba en el asiento del copiloto, mientras Maura e Iván nos seguían con su coche, nos estábamos dirigiendo a la corporación de Alex, regresaba a la empresa algo que no me parecía para nada bien.Aquella mañana cuando entramos en la sala Alex estaba ya cambiado, se había despojado de todo lo relacionado con el hospital y estaba firmando los documentos del alta que liberaban al hospital de cualquier incidente relacionado a su operación, porque no debería abandonarlo todavía y Elena estaba con él apoyándolo. Me molestó su decisión porque me preocupaba que su inadecuada salida del hospital pudiera traer consecuencias algo que a él le importaba menos, su trabajo era lo siempre lo primero. Yo no podía convencerlo de nada, no era asunto mío y durante toda la trayectoria no le d
Me arreglé y me puse un vestido rosa con parte de la espalda al descubierto, usé unos tacones que hacían juego con el vestido y me alisé el pelo. Llamaron a mi puerta, me acerqué y ante mi vista estaban Érica y Hazel, estaba arreglaba. Me agaché a darle un besito en la mejilla.—Estás precioso— le dije sincera.—Gracias, tú también estás guapa.—Cierto—le apoyó Érica.—Igualmente, gracias—me puse en pie. — ¿Crees que estarás bien con Sam y la tía Érica? — él asintió.—Lo pasaremos genial, tú intenta disfrutar de lo que sea que es
Estaba en el cuarto de Hazel, estaba empacando sus ropas; él se puso feliz cuando supo que tendríamos unas vacaciones juntos, estaba emocionado porque nunca antes había hecho un viaje y mucho menos con su padre.—¿Y podré ver a papá durante todo el día? —preguntó mientras no paraba de botar sobre la cama una y otra vez.—Así es —le contesté.—¿Ya no se irá a trabajar?—No señor, tiene que recuperarse. ¿Puedes parar de hacer eso por favor? —me detuve a mirarlo, me estaba desconcertando. Se echó sobre la cama— gracias. –—le sonreí y continué empacando.
Aterrizamos después de unos quince minutos. Nos bajamos de la avioneta y vino a recogernos un auto que nos condujo a los cinco hasta un lugar un poco más apartado. La cabaña era suficientemente grande y elegante como para estar tan apartado de todo, al menos nos tendríamos los unos a los otros. El terreno era enorme y espacioso, no tendríamos mucho problema con eso. Eric llevaba a Hazel de espaldas mientras subían por las escaleras que daban a la terraza, Isabel los seguía mientras por detrás estábamos Alex y yo, me detuvo a verlo entre tanto que introducían nuestras cosas en la casa.Cuando lo miré parecía más pálido y me angustió.—¡Alex! Está…—Estoy bien. —me cortó
Tres días pasaron casi volando, pero fueron interesantes, aunque Alex la mayor parte del tiempo los pasara en su cuarto, Isabel era estricta en sus horarios de tratamiento y eso mejoraba notablemente la salud de mi jefe, nuestros móviles tenían constantes problemas de cobertura excepto el teléfono fijo de la casa, era el único con el que podíamos realizar llamadas y recibirlas sin problemas. Mi momento favorito de cada día eran las mañanas a la hora de desayunar cuando Alex nos encontraba y depositaba un tierno beso en mi mejilla que me dificultaba la respiración, aunque sabía que solo era para guardar las apariencias. En cambio, Hazel le había tomado mucho cariño al conejo, aunque hasta ahora no se atrevía a mostrárselo a su padre, tenía miedo de que no lo aceptara e Isabel lo ayudaba en eso, se llevaban muy bien.Aquella mañana nos sentamos a la mesa
—No me gustaría lastimarte —me susurró todavía entre sus brazos, en su mirada podía volver a ver al encantador Alex que sé que conocía.—Sé que no sería capaz —le contesté.-—¿Por qué te empeñas en creértelo? — se quedó mirándome a los ojos como si buscara en ellos alguna respuesta. Nuestros cuerpos seguían pegados y no había suficiente distancia entre nuestras caras, sería poco decir lo muerta de nervios que estaba.—Simplemente...lo sé. —conseguí decir.Lo escuché suspirar y acto seguido unir su frente a la mía y cerrar los ojos. Nuestras respiraciones se mezclaban, mir&
Regresamos a la cabaña. Isabel y Hazel estaban sobre la mesa intentando ordenar un puzle de 200 piezas, una de las cosas que compramos en la tienda, Alex se quitó el abrigo y lo colgó en el lugar destinado para ello.—¡Papá! —exclamó Hazel cuando vio a su padre, se puso en pie y corrió a su encuentro.Con un poco de esfuerzo, Alex lo alzó entre sus brazos.—Hola campeón, no te he visto esta mañana.—Estaba jugando. —hasta ahora no se atrevía a hablarle del conejo—Bien ¿y qué hacéis ahora? — preguntó observando la mesa.—Intentar r
Alexander LaurentTenía su cabeza apoyada contra mi pecho y resultaba placentero poder sentirla de esta manera, poder tocar su suave y delicada piel todo a mi disposición; no estoy seguro de cómo determiné que deberíamos intentarlo si mi vida no estaba aclarada, pero recuerdo que lo que estaba empezando a sentir por ella se estaba volviendo más claro e imposible de ignorar. La observé contra mi pecho, observaba lo linda y preciosa que era, reconozco que era valiente, después de Celeste, nadie había conseguido hacerme sentir de esta forma, pero tenía un constante miedo a hacerla daño. Me había pedido que le hablara sobre Celeste y la verdad no estaba seguro de lo que sentía por la que un día había ocupado un lugar tan importante en mi vida. Desde que Freya había aparecido en mi vida, cada vez me resultaba dif&iac