Capítulo quince

Eran las doce de la noche, había tenido un día agradable con Érica, pero en la inmensidad de la oscuridad no podía dormir, daba vueltas de un lugar para otro de la cama, tal vez fuera porque en pocas horas me estaría casando. Tenía ganas de hablar con alguien, me incorporé en la cama y tomé mi móvil marqué el número y llevé el celular al oído, al segundo repique escuché su voz al otro lado.

—Hola papá —lo saludé con mucha emoción acompañado de tristeza.

—Hola cielo ¿cómo estás? —lo había despertado, podía notarlo en su voz.

—Bien, eso creo. 

—¿A qué se debe l

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