Primero de todo, nos gustaría agradecer a todas nuestras lectoras y lectores por la gran acogida que ha tenido esta novela.
Un amor XL para el CEO, es un trabajo muy especial para nosotras, ya que pusimos todas nuestras ganas e ilusiones en escribirla.Queríamos transmitir amor y cariño a todas las que en algún momento nos hemos sentido menos atractivas por prejuicios sociales de cualquier tipo, recordándonos que hay muchos tipos de belleza y todos son válidos, que el amor propio es realmente atractivo y que se puede ser tan hermosa como una quiera serlo.Por eso y por petición popular, nos gustaría anunciar que a partir de la semana que viene, se reanuda la escritura de esta novela y vamos a actualizar mínimo tres nuevos capítulos semanales. Reanudando una nueva etapa en esta novela, que a ustedes les gusta leer y a nosotros escribir.Ya que sentimos que todavía les queda a Lía y a Evan, mucho que contar. Para no dejarles como ya nos han comentado algunas lectoras, con un final al aire.Por esto, las invitamos a que nos acompañen leyendo y disfrutando un poco más de su amor como marido y mujer, tal vez hijos, si es que se animan, y obstáculos que la vida les traerá.Gracias por la confianza, y por el tiempo que han dedicado a leernos, pero sobre todo, esperamos que nos sigan leyendo en esta nueva temporada de Un amor XL para el CEO.—¿Te puedes creer que ya hayan pasado tres años?Preguntó Lia mientras ponía dos velas en un pastel de cumpleaños, el número uno y el cinco, 15, los años que cumplía Ian.Ya era todo un adolescente y ella no podía estar más feliz de haberse convertido en su madre, eran la familia perfecta, aunque el cada vez fuera más mayor y prefiriera la compañía de sus amigos a la de su madre.— Ian me recuerda mucho a su padre cuando lo conocí — dijo Marjorie pensativa — cada día se parece más a él, aunque mucho menos rebelde, por suerte.La pelirroja sonrió pensativa, y esperando que realmente su nieto no pasará por esa etapa tan difícil que tuvo Evan y sobre todo porque no escapara a los diecisiete años como su padre a recorrer mundo.Lia observaba a Marjorie, le hubiera gustado poder ver sus pensamientos en ese instante, saber un poco más de su esposo en aquellos años, ahora, siendo el imponente CEO de una de las empresas de comunicación más importante del país, le era imposible imaginárselo co
—No, no me vas a convencer para que vaya a Italia esta semana y más por negocios.Evan estaba muy cómodo en la casa aquella mañana, tras desayunar, por primera vez en tres años había cogido vacaciones para estar con su familia y nada impediría que no lo hiciera, además de que Lia por fin había dejado un poco de lado su carrera de modelo para dedicarse al desarrollo de su nueva aplicación con inteligencia artificial y los dos juntos pudieron coincidir en esos días libres.—No, no insistas Enzo, no me harás cambiar de opinión.—Está bien, me queda claro que estás de vacaciones y que el negocio que tenemos pendiente tendrá que esperar.—Si, los negocios tendrán que esperar — respondió Evan seguro de sus palabras, sobre todo al ver a su esposa sonreírle al pasar por la puerta de su despacho, sabía que también había hecho lo posible por desocupar su agenda por quince días.—Ya no insistiré, pero debes ser consciente de que los días que ocuparás de tus vacaciones para atender lo de este neg
El jet privado de los Anderson llegó a la hora prevista a Italia, donde un contento Enzo D’Alturi los esperaba con expresión triunfante en el rostro, había conseguido traer a su socio mucho antes de lo que esperaba y solo necesitó sobornarlo con unas costosas vacaciones en uno de los mejores destinos de Grecia.Era un buen trato, costoso, pero bueno al fin y al cabo. Para él era de vital importancia resolver los problemas que habían surgido y además venía con su esposa, la desarrolladora de la aplicación que estaba usando en ese instante en su empresa.—Señores Anderson, señorito Ian, ya pueden desembarcar. — Dijo la azafata y Lia no dudó en desabrocharse el cinturón de seguridad y levantarse de su asiento, había sido un vuelo demasiado largo en su opinión, pero viajar a Europa siempre suponía muchas horas de vuelo.Lía sonrió al darse cuenta de que Ian ya estaba impaciente, esperándolos en la puerta y conteniéndose las ganas de exigirles que se dieran prisa, desde que era muy pequeño
Mientras los mayores se presentaban, Alessandra le echaba miradas fugaces y furtivas al joven que los acompañaba. Ian Anderson, seguía siendo igual de guapo como ella lo recordaba. Bueno, mucho más guapo si era sincera consigo misma, pero lo que hacía que ella se mantuviera alejado de él. Era el recordar cómo la última vez que se había visto ella le había gritado que sería su esposo y él le había dicho que jamás se fijaría en una niña tan encimosa como ella.Sí que era cierto que de eso, habían pasado muchos años y que eran solo unos niños, pero ella no podía olvidar como su pequeño corazón se había roto a causa de esas palabras. Además, como no iba a pegarse a él siempre, sí era el único niño con el cual su madre en ese tiempo la había dejado relacionarse.Alessandra soltó un suspiro dejando de observar al joven Anderson, para sacar su móvil y ponerse a jugar un juego tipo granja donde ella lideraba toda una colonia de hormigas. Era un pequeño triunfo para ella haber llegado al nivel
Las palabras de Alessandra no solo hicieron que Ian se quedará con la boca abierta, también hicieron que su ego se resintiera.Por lo que no supo cómo reaccionar ante lo dicho por la joven, es más, en ese momento, pese a lo dicho por la joven, le pareció la chica más linda que él hubiera visto en toda su vida. Aun así, su ego herido hizo que respondiera de la misma manera.—Me alegra escucharte decir eso, ya que tú tampoco serías una opción para mí, así fueras la última chica sobre esta tierra — fue decirle esas palabras a la joven D'Alturi e Ian caminar hacia donde se encontraban sus padres.—¿Vamos a tardar mucho aquí? Me apetecería más estar subiendo a un avión rumbo a Santorini— mencionó el hijo de Evan una vez llegó a dónde se encontraban los tres adultos conversando.Evan se mantuvo sereno al ver a su bien portado hijo, comportándose por primera vez como un adolescente molesto, lo que lo llevo a buscar el motivo de su enfado parado un poco más allá de ellos. A la pequeña hermana
Evan deseaba poder besar cada parte de su cuerpo, y eso hizo tras saborear sus labios. Bajó por su cuello hasta sus senos, tocándolos con la punta de la lengua y notando cómo ella se estremecía ante esa simple acción, antes de pasar al otro.Joder, deseaba alargar ese momento. Deseaba que ella perdiera el control, que lo necesitara más allá de lo posible, pero a él mismo le estaba resultando imposible no querer enterrarse en ella.—Mierda, Lia… no puedo, no puedo aguantar más — susurró, dejando de mimar sus senos y colocándose de nuevo sobre ella. Evan llevó sus manos hasta la cadera de su esposa, alzándola.—¡Hazlo, maldita sea Evan! ¡Hazlo ya! —exigió ella, atrayéndolo sobre su cuerpo y empujándose contra él en un intento por sentirse llena.Él no la haría rogar, llevó su miembro hasta sus pliegues, cerrando los ojos ante la calidez de estos al abrirse y aceptarlo en su interior.Despacio. Así es como iría, pero falló en el momento en que sus caderas tomaron el control, enterrándo
Lía no pudo evitar estremecerse ante su repentina evocación que tuvo en ese momento, mientras se encontraba frente al espejo del baño de la habitación en la mansión D'Alturi —El feto no es viable. —dijo el médico con algo de severidad en su voz, mientras ella sostenía la respiración, esperando una buena noticia.Esas cinco palabras fueron como un golpe en el estómago para ella. Después de dos años, todavía recordaba el dolor y la tristeza que sintió en ese momento. No pudo evitar las lágrimas que brotaron de sus ojos y que rodaron por sus mejillas, mientras se aferraba a la mano de su esposo en busca de consuelo. Era una noticia devastadora, la noticia de que su bebé no podría vivir fuera del útero, de que el resultado de su amor jamás llegaría a nacer.El silencio sepulcral que se hizo en la habitación mientras ella intentaba procesar lo que acababa de escuchar fue lo que socabo cualquier rastro de esperando en ella.A Lia le era difícil aceptar que algo estuviera mal con su bebé, p
Su habitación estaba ubicada justo al lado de la de Alessandra, y eso lo frustraba mucho. ¿Acaso en una casa tan grande no tenían habitaciones suficientes para darle una más alejada de ella? Anoche, no había podido conciliar el sueño debido a que no había parado de escuchar a Alessandra reír mientras hablaba con un tal Collins, y la risa se había prolongado hasta bien entrada la medianoche. Se sentía molesta y celosa, preguntándose qué tipo de relación tenía su amiga con ese hombre.¿Quién sería ese imbécil? Seguramente algún guaperas de su clase o tal vez el hijo de alguno de los amigos de sus padres. Pensó mientras se miraba en el espejo del baño. Aunque trataba de fingir que no le importaba, lo cierto era que la idea de Alessandra con otro chico le molestaba más de lo que estaba dispuesto a reconocer. Suspiró y terminó de peinarse, sabiendo que tendría que hacer un esfuerzo para mantener su distancia y no dejar que sus sentimientos interfirieran en su amistad con ella.—¿A quién q