Alojó la dureza de su novio entre los senos y los apretó el uno contra el otro para darles la presión que sabía que necesitaba. Sus senos estaban completamente mojados por el agua, así que le era fácil resbalar en cada movimiento.Por suerte, la polla de Evan era grande, así que llegaba sin dificultad a su boca, primero la lamió observándolo con lascivia desde abajo, y luego fue capaz de englobarlo entre sus brazos y deslizar los labios un poco más allá del glande mientras seguía masturbándolo entre sus pechos.Ver cómo sus senos apretaban su dureza hizo que Evan casi se corriera cuál adolescente la realidad era aún mejor que lo que había llegado a imaginar.La tibieza de los senos de Lía era tan jodidamente excitante como cuando lo tomó por primera vez en su boca. Evan estaba loco de placer por lo que para controlarse tuvo que cerrar sus ojos y sujetarse con las dos manos de la orilla del jacuzzi donde estabaEra la primera vez que se sentía completamente dominado por una mujer, es m
— Evan… Evan… Te quiero…Gimió su nombre moviéndose al ritmo que su propio cuerpo le pedía hacerlo como en busca de su propio placer y de darle más placer todavía a él. Alzándose y dejándose caer una y otra vez para sentir como el placer la recorría por completo, como se deshacía en sus brazos con su toque delicado a la vez que rudo.No le importaba nada, solo sentirlo así dentro de ella, volviéndose cada vez más exigente en sus movimientos. En busca de ese placer que empezaba acumularse de nuevo y a tejerse como un inmenso nudo en su bajo vientre.Era la primera vez que Evan estaba más atento al placer de su pareja que al suyo propio. No podía dejar de moverse para darle más placer, descubriendo que le enloquecía que lamiera sus pezones, y después darle pequeñas mordiditas que hacían que sus uñas se enterraran en su piel.Haciendo que sintiera como su polla amenazaba con liberarse cada que sentía esas uñas sobre su piel, él quien siempre había odiado que las mujeres dejarán constanci
—¿Fuiste abusada?— era una pregunta que, al hacerla, llenó a Evan Anderson de coraje, porque aunque sabía que era la primera vez de Lia él, eso no quitaba que hubieran tratado de hacerle daño.—Max es un imbécil, jamás un hombre debe referirse así a una mujer, sea cual sea la situación.Evan acunó el rostro de Lia entre sus manos, atrayéndola para darle un beso tierno, que él extendió un poco más, atrayéndola contra él, no de manera sexual, sino como un refugio, él quería convertirse en el lugar seguro de Eva, ya que había descubierto que ella se había convertido en el suyo en muy poco tiempo, mucho antes de lo que jamás imaginaba que alguien podría hacerlo.Lia no dudó en corresponder el beso, ni siquiera podía plantearse no besar a ese hombre que la había enamorado en tiempo récord, ella jamás se había sentido así por nadie, ni siquiera por Max, de quien creyó estar enamorada en su momento y ahora se daba cuenta de que era algo muy distinto, tal vez amistad, tal vez agradecimiento p
— ¿Hijos?— sin duda ella no pensaba tener hijos de nadie, si esto iba a acabar en tres años.Una cosa era que ella cayera en desgracia por decisión propia y, otra muy distinta, era que hicier a alguien que no había pedido venir a este mundo desgraciado con ella.El padre de Evan se encontraba sujetando un iPad viendo hacia el mar en la sala, esperando que tanto su hijo como su futura nuera salieran pensando en cómo hablar con ellos.El hombre se encontraba apenado, aun así podía verse en su rostro que estaba molesto, sobre todo con su hijo, a quien le tiró el iPad, como si con eso explicará el motivo por el cual se encontraba ahí.—¿Me puedes decir que es esto? ¿Cómo se les ocurrió parar una junta así de importante? Encantado de verte de nuevo Lía.El padre de Evan volteó a ver a Lía, hablando con voz suave y gentil. Lo que le hizo recordar a Evan al vociferador de Harry Potter en la cámara de los secretos haciendo que tuviera que contenerse para no reír.Si esa carta parlante que le
Lia despertaba en una inmensa cama al lado de un hombre al que quería con todo su ser, de un modo en el que no creía posible ser capaz de amar jamás.Él todavía dormía y no le extrañaba, el día anterior fue muy movido para ambos, después de la interrupción de su futuro suegro, reanudaron sus actividades mucho más placenteras pero ya en la cama.Se pegó a él besando su cuello con ternura mientras acariciaba su torso, como podía estar tan bueno ese hombre, habrían roto algún tipo de molde con él, de eso estaba segura porque era extraña y absolutamente hermoso.Y aquello a pesar de gustar ya no podía más que causarle inseguridad como ¿Cuándo se daría cuenta de que ella no estaba a su altura?— Buenos días… Vamos a desayunar, muero de hambre — dijo Lia con voz muy suave para no despertarlo de golpe y es que no recordaba haber comido nada al día anterior, tan solo su desayuno, habían estado tan inmersos el uno en el otro que hasta se olvidaron de comer.Evan no pudo más que estar feliz de
— Dime lo que quieras decirme — dijo ella impaciente porque aquel hombre guardaba demasiados secretos, todo era un sueño para ella, la forma como él la trataba y hasta parecía que realmente se sentía atraído por ella, nadie podía ser tan buen actor.Lia se llevó un trozo de pastel a la boca y luego lo besó dejándole probar el sabor suave derritiéndose en ese beso, con él estaba haciendo tantas cosas que jamás creyó hacer con nadie.— Vamos, no voy a morderte — susurró la chica contra su boca, bajando por su mentón y dejando besos en este, sabía que estaban en un lugar público y que debía controlarse, pero era tenerlo cerca y ser incapaz. — A menos que así lo quieras — murmuró en su oído.Por supuesto que deseaba sentir sus dientes, pensar en eso lo hizo gemir y por supuesto sentir como su entrepierna empezaba a dolerle por la presión que ejercía el pantalón.Besos, esos labios con sabor a tarta de queso, los besó de manera lenta, mordisqueándolos antes de perderse en esos labios, ante
Evan ya dormía y Lia estaba inquieta, tenía una extraña sensación de que algo malo estaba por suceder, de que algo pronto llegaría a perturbar su felicidad y es que no estaba acostumbrada a ser feliz, siempre creyó que esa sensación no estaba hecha para ella, solo recordaba haberlo sido de pequeña y un poco al inicio de su relación con Max, llena de altibajos, pero con sus cosas buenas o al menos eso pensaba entonces.Así que intentó convencerse de que esa era la única razón de su presentimiento, el autosabotaje, que jamás le habían ocurrido cosas buenas, pero tal vez el universo había decidido que ya era hora de que dejara de sufrir y empezará a ser una mujer feliz.Observó a su novio durmiendo al lado. Su novio, él, le había pedido que tuvieron una relación de verdad sin ningún contrato por medio. Estaba tan perpleja todavía con eso, era tanto lo que se le calentaba el pecho cuando lo tenía cerca, cuando le decía que la amaba, cuando la acariciaba haciendo que sintiera sus manos des
No encontrarla le causó cierto temor, su estómago parecía retorcerse y mil pensamientos cruzaron por su mente todos a la vez, por lo que no tardó en llamarla, evitando caer en pánico.—Lia, cariño...— sin embargo, Lia no respondió, por lo que si entró en pánico.Evan se levantó de la cama rápidamente caminando hasta el cuarto de baño, su corazón latía de manera acelerada, tan acelerada que parecía que se le iba a salir del pecho, era como un caballo desbocado en medio de una estampida.Casi corrió hasta la puerta del cuarto maldiciendo por haberse quedado dormido, sus pasos rápidos se dirigieron hasta la cocina, a lo mejor Lia se había levantado para hacer el desayuno. Se sintió un tonto por temer, más volvió a desestabilizarse en cuanto notó que no había nadie en la cocina, ¿dónde podría estar Lía? ¿Y si se había marchado?Pensó Evan caminando hacia la estancia, sin ningún tipo de respuesta.El gran CEO frío e imperturbable parecía no serlo, al menos no en ese momento que ya empezaba