—Claro, solo si puedo llevar a Lía, mi novia, conmigo.Si Marjorie se sorprendió por sus palabras, no lo demostró, en realidad si amas que encantada a que hiciera eso.—Claro que sí, puedes traer a tu novia, esta sigue siendo tu casa y tus invitados son nuestros invitados. Los estaremos esperando. No tarden, tu padre quiere hacer una pequeña parrillada en el jardín y ya sabes como se pone con la puntualidad a la hora de comer.La llamada se cortó. Dejando a un sonriente, Evan viendo a su chica.—Desayunamos para después ir a comprarte ropa, pasaremos el fin de semana en casa de mi padre y su mujer.No tardaron mucho tras esa llamada para que Lia fuera arrastrada por un Evan impaciente por toda la ciudad. Era fin de semana, así que como era lógico, todas las boutiques estaban cerradas, salvo una filial de la agencia de Marjorie la madrastra de Evan.Por suerte ahí se encontraba Jean-Paul, media hora después Lia tenía a su disposición desde un traje de baño, ropa casual tanto para salir
— Mi hija se suicidó hace más de 10 años, poco después de que yo diera a luz a Ian. Te preguntarás por qué te explico algo tan íntimo cuando apenas empezamos a conocernos, pero cuando vi la forma en que ese chico te habló, en que te trataba y cómo se dirigió a ti…Lia observaba callada y caminando despacio a su paso, a pesar de haber perdido a sus padres a corta edad y ser criada por sus tíos, no sabía lidiar con el dolor de los demás, quizá porque jamás había sabido lidiar con el suyo.— Verás, mi hija se enamoró de alguien, jamás supe quién era. Mantuvo esa relación a escondidas con ese chico. Porque él se negaba a aparecer en público con ella por su aspecto físico y terminó dejándola por eso. Mi hija no pudo soportarlo y terminó tomando la peor decisión que alguien puede tomar. No puedo culpar del todo al chico, ni siquiera a mi hija, por mucho tiempo me culpé a mi misma, pero tampoco yo soy culpable del todo. En cierta parte es culpa de la sociedad y la cultura tan artificial en l
La familia de Evan era muy agradable y a pesar de que él y Marjorie se respetaban, se podían sentir cierta tensión entre ellos de vez en cuando. Alguna palabra que no encajaba en la conversación del todo, a veces ciertas miradas que duraban un poco más de la cuenta, pero no en el buen sentido, no de complicidad o administración, más bien con cierto desprecio o reproche. En realidad esa tensión llegaba más por parte de Evan, él no parecía aceptarla del todo y eso que ella era muy dulce al dirigirse a él, quizá demasiado comprensiva, pasando por alto cualquier desplante que su hijastro le hiciera sin apenas hacerle caso.Por otro lado, estaba el pequeño Ian, quién ponía un toque gracioso a la velada, se veía un niño feliz e inteligente, con ocurrencias muy divertidas que amenazaban la velada para todos y hacían sonreír a Lia la mayoría del tiempo, era como un mini Evan mucho más extrovertido sacando sus dotes de seducción innatas al saberse el centro de atención.Por último, estaba el p
Evan, camino con ella, por la mansión de sus padres a paso lento, dejando que apreciara la arquitectura del lugar y, al mismo tiempo, tratando de controlarse. Empezaba a sentirse ansioso ahora que ambos volverían a estar a solas, deseaba tocarla, tenerla cerca y no solo como un simple deseo sexual, iba mucho más allá.No había explicación aparente para que él sintiera esos nervios. No era la primera vez que caminaba de la mano de una chica, pero si era la primera que la llevaba a casa de sus padres y era una mujer con la que pretendía pasar más de una noche.— ¿No se te ocurrió algo más que meternos en la habitación, que pensaran tus padres de que los visitemos y nos encerramos tan pronto?— preguntó cuando ya nadie los escuchaba, sintiendo que su corazón se aceleraba solo con pensar en estar de nuevo con él a solas y es que empezaba a sentirse nerviosa de nuevo.—Pensarán que estamos muy enamorados ¿Por qué? ¿Acaso no te gusta la idea de estar a solas conmigo?— le preguntó sonriéndole
Lia ni siquiera sabía cómo habían llegado a la cama, estaba perdida entre las caricias y besos de Evan, entre su mirada completamente invasiva, pero de un modo en que ella no podía hacer nada más que desear ser invadida.Las manos de él se deslizaban bajo su ropa, y sus caricias parecían colarse mucho más allá de su piel. Él la acariciaba y ella sentía, decir que no estaba abrumada y consumida por sus miedos sería mentira, pero ese hombre sabía sacarla de eso, sabía hacer que Lia no pudiera pensar en nada más que el deseo de sentirlo avanzar.— Deja que yo me enfrente a todos tus miedos— susurró Evan con una voz tan dulce que provocaba que ella no pudiera negarle nada.— Deja que yo luche con tus demonios y te demuestre que las llamas del infierno no queman tanto junto al demonio adecuado.Él le besaba el cuello con tanta suavidad y habilidad que le arrancó un gemido de placer, provocando que no parara que siguiera avanzando en busca del siguiente, porque jamás imaginó lo mucho que des
— No cariño, ahora deseas de todo menos que pare— Dijo Evan antes de besarla.Ese beso provocó que la chica desconectara por completo de sus pensamientos y solo fueran sus sentimientos y sus sensaciones los que la gobernaran, abandonándose a esa boca que reclamaba demandante la suya, a esa lengua que parecía no querer dejar rincón sin saborear, pasando la punta por sus encías para luego rozarse con su propia lengua mientras Lía se abandonaba al placer que esos dedos le daban.Se abrazó a él y llevó una de sus manos entrelazadas entre el cabello de él para mantenerlo así pegado a su boca, regalándole cada gemido que le arrancaba mientras sentía el placer explotar entre sus piernas, haciendo que todo su cuerpo se tensara y luego se relajara.— Perfecta, eres perfecta, Lia.Murmuró Evan contra su boca dándole varios besos suaves, dejando que por un momento se relajara, aunque no pensaba quedarse ahí, él quería más, quería hacerla sentir, limpiar con sus caricias cualquier mal recuerdo qu
Después de dos orgasmos, Lia se sentía confundida, tenía ganas de experimentar más, y a la vez de que la tierra se abriera y la tragara, con cama y todo, pero que dejara a Evan fuera, porque ese hombre la confundía y la hacía actuar como jamás había actuado.Cómo ella no tenía con qué comparar, le había parecido una experiencia perfecta, realmente se dejó llevar porque así lo quería, porque se sentía libre para decidir, sin experimentar esa tensión o sensación de estar obligada a ello tan familiar con su exnovio, pero a pesar de haberse desinhibido mucho para ser ella, sabía que no era suficiente para Evan, que él necesitaba más y eso alimentaba su inseguridad.Lia se ofreció a satisfacerlo, a saciarlo de algún modo, pero él se negó a ello, decía que lo haría, pero no todavía, que no era el momento y simplemente la atrajo contra su cuerpo para acurrucarla y terminar dormidos.Aquella mañana ella despertó con un hueco vacío a su lado, por un momento creyó que lo había soñado todo, miró
Lia permanecía tan avergonzada por todo lo que había sucedido en la mañana que evitaba cualquier contacto con Evan que pudiera devolverle el calor a su cuerpo, que pudiera despertar nuevamente esa sensación de necesitar sentirlo de nuevo, ese deseo que se extendía por toda su piel y culminaba especialmente entre sus piernas.¿Qué le estaba pasando? Era observarlo y sentirse arder, recordar lo sucedido la noche anterior o al despertar esa mañana y temer la humedad que empezaba a sentir en su feminidad.Agradecía que cuando salió de la ducha él ya no estuviera allí y la dejara vestirse tranquila sin su intimidante mirada encima, sin esa forma de llenar todo el espacio con su presencia y hacerla sentir tan nerviosa.Se puso uno de los vestidos que habían comprado, algo casual, de un tono verde muy parecido al de sus ojos y, tras maquillarse un poco, salió de la habitación dispuesta a buscarlo, aunque ya no hizo falta, él apareció a su espalda con esa inconfundible voz que le encendía tod