Alanna.Esos ojos amarillos me pusieron nerviosa, pero no en el buen sentido. Sabía que ese hombre se descargaría conmigo.—Desnúdate —ordenó.Quedé perpleja ante su orden. ¿Qué carajos le pasaba por la mente? ¿Estaba loco?—¿D-disculpa? —Me ofendí—. No voy a ser parte de tu juego infantil.Él gruñó en frustración.—No te estoy dando la capacidad de decidir, Alanna —dijo—. Si no lo haces, te mataré y jamás volverás a ver a tu familia.Abrí los ojos.Su amenaza era contundente, ya que se acercó a mí y sus afiladas uñas se apoyaron en mi cuello. Un solo movimiento lento bastó para cortar un poco y que la sangre comenzara a salir.Mi sensor de peligro se activó, a pesar de que se trataba de mi mate. Un vínculo casi irrompible por el que cada persona era obligada a proteger a la otra a toda costa.¿Por qué él no?—Desnúdate.Sabía que quería humillarme ante toda su manada para dejarles en claro que nadie podía desafiarlo o les sucedería lo mismo. El público estaba callado, sin objeciones.
Alanna.Llegué de nuevo a la mansión ShadowMoon después de la humillación que me hicieron pasar. Mi maquillaje se había corrido por las lágrimas y mi padre esperaba con preocupación en la entrada.—¡Alanna! ¿Qué te ha hecho? —cuestionó, sosteniendo mis hombros—. Ahora mismo voy con mis hombres.—No, papá. No vale la pena preocuparse por él —dije—. Ya no tenemos ninguna conexión, estoy bien.Forcé una sonrisa.—No me puedes engañar, Alanna... —comentó, colocando su palma sobre mi mejilla—. Él me informó que haría el ritual de rechazo, pero no pensé que sería capaz de humillarte.—¿C-cómo?—Recuerda que puedo leer tu mente, hija. Estás destrozada. Lo siento tanto, no debí de haberlo permitido —Se lamentó, y las arrugas aparecieron en su expresión.Había olvidado que papá tenía el poder de la telepatía, cosa que casi ningún alfa poseía en la actualidad. Bajé la mirada con decepción.No era su culpa.—Fui una tonta al creer que el alfa más cruel sería capaz de cambiar por nuestro vínculo
Alanna.Desperté con la respiración agitada, sudando y con lágrimas en los ojos por haber tenido de nuevo ese sueño.El vivo recuerdo de cuando se llevaron a mi hermano frente a mis ojos. No pude hacer nada para salvarlo.Él me gritaba que me fuera, y por mucho que yo quería ayudarlo, sabía que acercarme me condenaría también, así que me fui de ahí después de ver cómo ese templo se lo tragaba.—Bryan...Mi padre lo buscó durante todos estos años junto a la manada, sin obtener ningún rastro. Hasta presionó el botón que les mencioné, pero nada sucedía, por mucho que lo intentaran.Cerré mis puños con fuerza porque de nuevo la culpa me invadía.Tocaron la puerta.—Pasa... —hablé, secando mis lágrimas.Mi padre entró con cautela y notó la tristeza en mi expresión porque me regaló una cálida sonrisa. Se sentó en la orilla de la cama.—¿Ese sueño volvió? —preguntó.—Papá, no deberías leer la mente de las personas sin permiso —respondí, sentándome.—Lo siento, es que me importa saber cómo se
Alanna.Giré la perilla de la puerta que daba al cuarto de mis padres. La abrí poco a poco porque mi corazón estaba como loco al saber que mamá posiblemente no me diría ni una palabra.Al entrar, la vi a ella.Estaba sentada en su típica mecedora frente a la ventana, mirando a través de ella. Su rubio cabello se movía al compás del viento que lograba entrar, ya que tenía el aire acondicionado apagado.Llevaba puesto un vestido largo que la hacía ver como una reina, cubría todo su cuerpo. Me acerqué y tomé asiento a su lado, en una silla que usaba papá o cualquiera que intentaba hablar con ella.—Mamá, soy Alanna —hablé, apretando los labios.Detallé su aspecto. Seguía igual que siempre... Tenía las ojeras terriblemente marcadas, los ojos hinchados y las arrugas en su frente no se borraban.No se inmutó a verme. Seguía con la vista fija en la ventana, así que decidí continuar con mi charla a ver si escuchaba algo que le interesaba, por mucho que me doliera verla así.La recordaba como
Alanna.—¡Te voy a extrañar tanto! —exclamó Marta, abrazándome.A pesar de que sus brazos eran delgados, logró apretujarme a su antojo. Reí por lo bajo al ver que Zoé y su esposo Ashton nos observaban.—Marta, deberías emocionarte porque iremos a la ciudad —comentó Zoé.—¿Y eso? —inquirí, ya que no tenía idea.—Creemos que así su mente se distraerá por tu partida, aunque solo serán unos días —intervino Ashton.Marta había salido igual a su padre, y este le despeinó su cabello. Ambos tenían una relación como la de mi padre y yo, excelente.—Pues les deseo un buen viaje —sonreí.—Eso debemos decírtelo a ti, Alanna —refutó Zoé, con la palma en su mejilla—. Deberías tener mucho cuidado, el mundo exterior puede ser muy peligroso.—Eso lo sé perfectamente.Le di un abrazo a ella también. Y Ashton me despidió con un apretón de manos ya que no solía hablar mucho con él.—Prométeme que vendrás —Mi amiga hizo un puchero.—Por supuesto, Marta. Y traeré a Bryan de regreso —aseveré, ladeando mi cu
Alanna.Me quedé helada al ver que al lobo solo le bastó con ponerse derecho y amenazante ante los demonios que nos acompañaban.—¡E-es él! ¡Retirada! —chilló uno.Todos empezaron a temblar, titubear y a correr lejos de nosotros. No tenía idea de quién era ese lobo, pero el único que se me pasaba por la mente era Kayn, ya que tenían el mismo pelaje.O eso era lo que pensaba...Los demonios terminaron siendo ahuyentados, ni siquiera se armaron de valor para enfrentarlo, así que supuse que se trataba de alguien fuerte que ya ellos conocían.¿Quién más podía ser?El animal se acercó, pero yo no sentí ningún olor provenir de él como el resentimiento hacia Kayn después de romper el vínculo. Pude contemplar sus ojos y no eran amarillos, sino azules.—¿Q-quién eres? —balbuceé, levantándome.Todavía mi cuerpo seguía tembloroso por lo que estuve a punto de experimentar. Mis piernas se estaban regenerando bastante lento, así que flaqueé y me volví a caer cuando traté de levantarme.El lobo se a
Alanna.—Un placer... Dorian —Carraspeé, sintiéndome apenada.—Me he dado cuenta que me llamaste Kayn cuando te encontré —comentó, con la vista fija en mis heridas.—Ah... —Desvié la mirada—. No le des importancia.—No sabía que te llevabas bien con el alfa que todos conocen por lo mal que trata a su propio pueblo con tal de mantenerse en el poder —alegó.—¿Tú lo conoces? —pregunté, tragando saliva.—Digamos que alguna vez fuimos cercanos, pero eso quedó en el pasado –resopló—. ¿Qué relación tienes con él? No me gustaría ayudarte y que me des una puñalada por la espalda.Abrí la boca con ofensa.—No creo que tengamos la suficiente confianza para decirte qué relación tengo con él —Me crucé de brazos.—Para eso existen las preguntas y ser sinceros. Así se genera la confianza, ¿no crees? —Alzó una ceja con picardía—. Pero bien, si no quieres hablar de eso, te preguntaré otra cosa. ¿Qué hacías en el Templo Encantado?Parpadeé varias veces.No sabía cómo explicarle que a mi hermano se lo t
Alanna.Desperté porque los rayos del sol se colaron por la ventana. Restregué mis ojos poco a poco y me di cuenta de que no estaba en casa.Las paredes eran de una madera oscura, había una televisión colgada frente a la cama y un armario en la esquina. Me levanté para estirar mis músculos.Una puerta extra tenía el letrero «prohibido el paso» y ya Dorian me había explicado que no entrara o me iría muy mal, cosa que me dio escalofríos. Él seguía siendo un extraño, pero no me había hecho ningún daño hasta ahora...Salí de la habitación con mi cepillo de dientes y un olor a tocino impregnó mi nariz.—Dorian —Lo llamé, supuse que estaba en la cocina así que fui por él—. ¿Sabes dónde está el baño?Al atravesar el umbral, me quedé perpleja porque el hombre estaba cocinando solo con un delantal y se le veían las nalgas.Mi boca se abrió.—¡¿Es que eres exhibicionista?! —chillé, impactada ante su vestimenta.—Ah, Alanna —Se giró a verme, por suerte su paquete estaba cubierto con la tela del