Chantal
—¿Se puede saber qué fue todo eso? —le reprocho a mi amiga—. No quiero que te vayas a ir por la tajante, así que habla de una vez.
—creo que la pregunta está de más Chantal. —pone los ojos en blanco—. ¿Acaso no te diste cuenta de que me besó sin mi permiso?
—Pero mucho que te encanto, hasta le hiciste un cumplido.
—Bueno… Después de todo no besa mal. —sonríe con picardía—. Lo hice porque es un abusador. Casi nos atropella y luego viene y hace lo que ya sabes así sin más. No entiendo qué estaba pensando, ¿sera que es un idiota?
—¿Te pasa algo cielo? —pregunta mi padre intrigado achicando los ojos.—Hem…, no pasa nada papi. —trato de mantener la calma para no entrar en desesperación y se den cuenta de mi nerviosismo—. En un momento regreso —camino en su dirección para arrastrarlo a un lugar un poco más privado, pero mis intentos son infructuosos cuando la voz de mi madre me detiene abruptamente.—No seas maleducada cariño, invita a tu amigo a comer con nosotros. —dice con voz dulce—. Adelante caballero.—No quisiera interrumpir su almuerzo, solo…Es interrumpido por la voz de mi padre.
«Quémame en tu infierno»—Entonces quemate principessa. —separa sus labios de los míos.Me estremecí al escuchar sus palabras, por un instante creí que lo había pensado, pero al parecer mi subconsciente me traicionó y terminé diciendo en voz alta mis deseos. Reacciono al tener en cuenta lo que puede pasar si seguimos así.—¿Qué haces en mi habitación? —me separo de su lado poniendo distancia entre nosotros.—Solo estaba buscando el baño. —sonríe con malicia—, pero creo que me perdí.—¡Oh! v
Bastian«Satisfecho», así es como me siento al ver la incertidumbre en su mirada. Ha de estar preguntándose mentalmente qué tanto he hablado con su padre y sobre todo el tema. Pero ese es un asunto del cual ella se va a enterar a su debido tiempo. Por más que quiera saber, ni su padre le va a dar esa respuesta.—Bueno, para mí fue un verdadero placer haber compartido con ustedes. —Me despido porque, por más que quiera acompañar a los señores a visitar la panadería, se me hace imposible, pero un rato de estos le voy a dar la sorpresa de su vida—. Lamento no poder acompañarlos hoy, pero el deber llama.—No te preocupes, m
ChantalLos días que siguieron transcurrieron con normalidad, lo mejor de todo es que ya me había recuperado por completo. Entre las medicinas y el cuidado de mis padres fue más que suficiente para eso, ya solo me quedan unos cuantos moretones que van a terminar de aclarar con el pasar de los días.Por otro lado, el idiota de Bastian no ha hecho acto de presencia, pero no ha dejado de enviar sus maravillosos y deliciosos presentes. Esos me llegaban tres veces al día, el corazón me daba un vuelco tan grande que no sabría explicar con palabras cada una de las sensaciones que experimenté al recibirlas. Mi madre, aunque no dijo nada, sé que por su cabeza pasan miles de preguntas que de un momento a otro van a ser expuestas.Termino de arreglarme para ir hasta la cocina y tomar el desayuno que mis padres han dejado para mí. Ellos no se lo esperan, pero hoy los voy a ayudar en la panadería y estaré hasta la noche. Voy a aprovech
Sábado por la noche y mi ansiedad aumenta con el paso de los minutos. En no tengo la más mínima idea de que vamos a obtener después de esta cena. No sé el motivo por el cual mis padres se empeñan en invitar a Bastian a una cena con la finalidad de agradecerles lo que sea que el haya hecho para que a la panadería le aumentaran los clientes.«Debe ser por eso, ¿cierto?»Termino de arreglarme detallando en el espejo como me quedó la ropa, no quise colocarme un vestido, simplemente me puse un jean, camisa, cuello tortuga y unas sandalias cómodas. Todavía no puedo utilizar tacones a causa del accidente, aún me duele un poco el tobillo y no quiero empeorar la situación.Bajo hasta la sala para encontrarme a mi padre tarareando una canción que hacía mucho tiempo no lo había escuchado cantar.―Creo que alguien se encuentra de muy buen humor.
BastianLos últimos días han sido un completo infierno. Entre tanto trabajo no he podido ir a visitar a mi princesa endemoniada. De solo recordar nuestro último encuentro la piel se me eriza y lo que yace reposando entre mis pantalones comienza a cobrar vida.Lo que esta bruja del demonio me hace sentir es como estar en el mismo infierno, es la primera vez que me encuentro así por una mujer siendo un hombre que se ha cansado de interactuar y compartir con gran variedad de mujeres, pero como bien lo dijo mi amigo Isaac un día “en un tiempo no muy lejano vas a encontrar la horma de tu zapato” y al parecer sus palabras han cobrado vida porque ella ha venido a revolucionar mi mundo entero sin darme cuenta.Lo único que he podido hacer es llenarla de detalles a diario, le envío flores, chocolates y otra cantidad de tonterías con tal de que sepa que siempre la tengo presente.
Cerca de las ocho de la noche acompaño a mi amigo hasta su residencia, por obvias razones terminó completamente ebrio y no podía dejarlo conducir en ese estado hasta su casa. Dejé su auto en el estacionamiento del bar a cargo de uno de los empleados del lugar. Para agradecerle le deje una sustanciosa propina y que mi amigo se contactaría con el para hacerle entrega del automóvilAhora lo estoy bajando de mi auto para llevarlo hasta el piso donde queda su departamento Una vez dentro del ascensor me permito respirar porque este desgraciado pesa más que un matrimonio obligado.El sonido de la campanilla me indica que hemos llegado al destino. Al salir y estar frente a la puerta de su departamento rebusco entre sus bolsillos las llaves, agradezco que no la haya dejado en el bar porque de lo contrario me iba a tocar regresar con él, pero lo llevaría hasta mi casa.Al abrir lo primero que diviso es un terrible d
Bajo del auto hecho una furia, no puedo concebir como ese bastardo se atreve a posar sus asquerosas manos sobre lo que me pertenece.«Un momento, ¿acabo de decretar a esa mujer como mía?», dejo eso a un lado y camino hasta llegar a una distancia prudencial, cosa que no se den cuenta de mi presencia, sino hata el momento que me toque actuar.—Que me sueltes. —espeta en un tono de furia que no le había escuchado antes.—¡No!Y con eso tengo para perder la poca paciencia que tenía, me acerco con pasos firmes hasta llegar junto al miserable y sin perdida de tiempo me lanzo sobre el hombre que no tengo idea de quien diablos es y comienzo a darle puñetazos sin ningún tipo de remordimiento.—No vuelvas a tocar lo que me pertenece maldito.El hombre trata de defenderse, pero soy más fuerte que el infeliz, no dejo que se suelte de mi agarre y es