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Capitulo Treinta y Uno

Por ti bajaría a las fauces de lo desconocido y pondría de rodillas hasta al mismo Dios, si con eso, logro volver a poseer esa mirada tuya que me hipnotiza.

Dominic

—De verdad no es necesario, con que no vuelvan a hacerlo es suficiente —interviene Atenea.

Su nobleza me hace sentir orgulloso de ella, pero debe entender que en algunas ocasiones es necesario ser un poco cruel, es por esto que me llaman bestia en realidad, por mi inflexibilidad a la hora de demostrar quién es el que manda.

—Sigo esperando que se disculpen con mi esposa —observo ignorando la caridad de Atenea.

La mujer es la primera en dar un paso al frente, bien, estoy seguro de que ella es quien hizo el primer comentario hiriente, nunca he comprendido esa manía que tienen algunas mujeres de denigrar a otra sin conocer los hechos.

—Señora…

—De rodillas —interrumpo.

—¡Por el amor a Dios, Dominic! —silencio a Atenea con un ademán de mano.

Sé que es una humillación, pero si yo puedo hacerlo no veo porque ella o ellos no pued
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